El comisario retirado Gerardo Velázquez zafó ayer de quedar detenido, acusado de dar testimonio falso ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal, que investiga a tres comisarios por su presunta participación en el secuestro y desaparición del ex gobernador Miguel Ragone y en el encubrimiento de este hecho. También el comisario general Domingo Mamaní quedó cerca de ser acusado: su testimonio, sobre el hallazgo del auto de Ragone en Cerrillos, fue contradictorio consigo mismo y con los dichos de otros policías.
El pedido de encausamiento y de detención de Velázquez fue realizado por el fiscal general ad hoc Carlos Amad, casi al final de un interrogatorio en el que quedó claro que testigo no quería hablar, y que su mala memoria es selectiva, algo recurrente en integrantes de fuerzas de seguridad llamados a testimoniar en causas por delitos de lesa humanidad. El Tribunal decidió no detenerlo, pero autorizó a sacar copias del testimonio para que la Fiscalía promueva la investigación.
El 11 de marzo de 1976 Velázquez, entonces comisario principal, estaba en la mesa de entrada de la Dirección de Seguridad, y a las 13,50 de ese día recibió la denuncia de Miguel Ragone hijo, por el secuestro de su padre. Sin embargo, ayer Velázquez lo negó: “No”, la Dirección de Seguridad no hizo “ninguna actuación” en relación a Ragone, sotuvo reiteradamente, a pesar de las advertencias. “No recuerdo, pasaron tantos años que no recuerdo”, murmuraba insistentemente.
Recién cuando el presidente del Tribunal, Marcelo Juárez Almaraz, autorizó a que se le leyera el acta con la denuncia, concedió un recuerdo vago, que se le desvaneció en la siguiente pregunta: “¿Qué hizo con esta hoja?”, quiso saber el defensor oficial Oscar Tomás del Campo: “No, no sé, le debo haber dado intervención al director de Seguridad”, concedió el testigo. El director era el ex comisario general Joaquín Guil, ya condenado por la desaparición de Ragone, el homicidio del comerciante Santiago Arredes y la tentativa de homicidio de Margarita Martínez de Leal.
A pesar de sus intenciones, hubo momentos en que la verdad se le escapó: al comienzo contó que el Departamento de Informaciones Policiales hacía inteligencia sobre cuestiones gremiales y políticas, “se ocupaba de las tareas en contra de la guerrilla”, y que sus miembros trabajaban de civil con el Ejército. Informaciones estaba a cargo del comisario Antonio Saravia, que está siendo juzgado ahora, junto a los comisarios Abel Guaymás y Néstor Liendro.
Otro comisario confundió un
Peugeot con un Ford Falcon
El 11 de marzo de 1976 Domingo Mamaní era oficial auxiliar y trabajaba en la Comisaría N° 13, en Cerrillos. Ayer contó que a primera hora de esa mañana, a eso de las 7,15 ó 7,20, fue a ver un automóvil Ford Falcon gris que había sido abandonado cerca del Matadero Municipal, a la vera de la ruta 68, en el camino de acceso a Los Vallistos. Dijo que en el baúl había sangre y cerca se podían ver las huellas de otros vehículos que habían ido en dirección Sur.
Mamaní contó que labró un acta con este hallazgo y que la elevó a la Dirección de Seguridad, por orden del jefe de la Comisaría. “De todo se hizo cargo la Dirección de Seguridad”, sostuvo.
Añadió que cuando regresó a la Comisaría, a eso de las 8, ya sabían del secuestro de Ragone porque había llegado un radiograma del Comando Radioeléctrico. A pesar de que reconoció que por las características del auto pensó en la posibilidad de que hubiera ocurrido “un hecho grave”, y de que luego lo vinculó con la desaparición de Ragon (aunque en otro tramo también dijo que no lo vinculó), contó que no realizaron ningún control vehicular porque carecían del personal necesario.
Luego, ante el interrogatorio del abogado querellante Matías Duarte (por la familia Ragone), sostuvo que no supo del hallazgo de un automóvil Peugeot de Ragone, en Cerrillos.
Su testimonio choca con el acta que él mismo confeccionó. Ahí se da cuenta del hallazgo de un auto Peugeot 504, que manejaba Ragone cuando fue secuestrado y, en el que se lo llevaron. Mamaní intentó disimular: “Si el doctor dice que era un Peugeot, entonces era un Peugeot”, le concedió al abogado Matías Duarte, cuando éste lo confrontó con las constancias del expediente. El acta refiere además que la sangre estaba en el asiento delantero, y que había un zapato.
Sobre el final, Mamaní parecía querer responder lo que sus interrogadores querían escuchar, y contradecía más. El presidente lo reconvino: “Fíjese lo que contesta”.
Los dichos del comisario también se contradicen con los de los agentes Bernabé Cruz y Alberto Carabajal, que declararon la semana pasada. El último es quien avisó a la comisaría sobre el Peugeot abandonado. Y los dos sostienen que el radiograma con el aviso sobre Ragone llegó pasadas el mediodía, entre las 13 y 14. Estas “marcadas contradicciones” motivaron que Duarte adelantara que pedirá un careo entre ellos.
- Informe Elena Corvalán