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Ascensos vertiginosos en la Policía

Miguel_Ragone_Juicio.jpgEl ex jefe de la Policía Llago Luis de Grazia aportó ayer más datos sobre la corrupción imperante en la Policía de Salta en la década del 70. No respetaban la ley y habían dejado de ser auxiliares de la justicia, y no solo espiaban a militantes políticos y gremiales, sino que también recurrían a otras prácticas ilegales para beneficiar a su club de fútbol. El ex intendente Gerardo Bavio sostuvo que la persecución y represión estuvo dirigida a militantes políticos cercanos a la línea del ex gobernador Miguel Ragone.


Cuatro testigos declararon en el juicio por el secuestro y desaparición del ex gobernador Miguel Ragone, el homicidio de Santiago Arredes y las lesiones a Margarita Martínez de Leal. El coronel (r) Llago Luis de Grazia llegó a Salta en 1979, designado jefe de la Policía, cargo que ocupó hasta 1981. Contó que fue enviado porque había problemas por irregularidades “con un Club Centro Policial”.

Por esto se hizo un sumario. En él se daba cuenta de las acciones de la Policía para que su equipo de fútbol fuera exitoso: “Se detenía a los jugadores del equipo contrario, a los referís”, se cambiaban sanciones por entradas. Una serie de “situaciones completamente anormales”. En estos hechos estaban implicados desde el jefe de Policía, el mayor Juan Carlos Grande (ya fallecido), hasta el resto de oficiales de la cúpula policial, entre ellos Joaquín Guil (que está siendo juzgado en este proceso), Abel Vicente Murúa, Roberto Tacacho, Roberto Arredes.

De Grazia dijo que se le ordenó enviar este sumario al Ministerio del Interior y luego ya no supo más. Los comisarios futboleros no recibieron sanciones y fueron pasados a retiro a fines de 1979, una salida política para sacarlos del medio. Estos mismso comisarios ya habían sido acusados por apremios ilegales y torturas.

El nuevo jefe policial se encontró también con que algunos oficiales habían tenido “ascensos vertiginosos” mientras que había más de 400 agentes que en 20 años nunca habían sido considerados para ascender. En el juicio por el fusilamiento de presos políticos en Palomitas mencionó a Guil, Arredes, Murúa, Enrique Trovatto y Ricardo “Sapo” Toranzos entre los que habían tenido “carreras meteóricas”.

“Evidentemente, no”, respondió cuando se le preguntó si la Policía de Salta cumplía con las leyes. Y “no era auxiliar de la Justicia”.

Por otra parte, De Grazia confirmó que existía un área de Informaciones Policiales, conocida como D2, que hacía un control ideológico, político y gremial. También recordó que existía una “comunidad informativa” entre las áreas de inteligencia de las distintas fuerzas, y que había expedientes secretos en cada una.

En otro orden sostuvo que se respetaba la línea jerárquica y “todos los operativos se informaban a los jefes”.

El apoyo del pueblo

Bavio destacó la popularidad de Ragone. Contó que sectores “de la derecha, peronista y no peronista” se oponían a su gobierno y comenzaron a tramar “algo de más de fondo” ante los frustrados intentos de derrocamiento, abortados por el respaldo popular. “Ya la figura de Ragone les molestaba. No podían sacárselo de encima”.

Sostuvo que había “mucha gente que se oponía a muerte a la figura de Ragone”. Y que por entonces, en 1974, “en algunos grupos la idea de quitarse del medio a Ragone ya estaba germinando”.

Dijo que “había un permanente contacto entre los mandos militares, la Guarnición Salta, el III Cuerpo (con asiento en Córdoba) con los dirigentes” de sectores de la derecha.

Para Bavio “es notorio” que los militantes cercanos a Ragone fueron perseguidos. Recordó en este sentido la suerte corrida por Eduardo Porcel, el ex jefe de Policía Rubén Fortuny, el propio Ragone. La lista de ex funcionarios municipales perseguidos es larga: María del Carmen Alonso, asesinada en Palomitas; Gerardo Gallardo, Segundo Alvarez, Oscar Urrutia, secuestrados y desaparecidos; Eduardo González Paz, asesinado en Tucumán. “¿Quiénes sobrevivieron además del suscripto?”, interrogó, y se respondió: Nora de González, el “Nene” Andrada.

Bavio reiteró que el Ejército “trabajaba al unísono con los sectores de la derecha” a la vez que señaló que ya estaban vigentes los decretos presidenciales que ponían a las policías provinciales bajo el mando de las Fuerzas Armadas.

Ayer concluyó su testimonio Juan Carlos Villamayor, ex secretario de Prensa de Ragone. En consonancia con la excusa de Guil, de que no tenía diferencias con Ragone, seguró que el gobernador reincorporó a este comisario a la Policía.

Operativo

Llago Luis de Grazia ratificó ayer que cuando ya iba a ser pasado a retiro el comisario Roberto Arredes: “Me dijo que murió su hermano durante el operativo” de secuestro de Miguel Ragone.

De Grazia indicó que entendió que al usar el término “operativo” el comisario se estaba refiriendo a una “acción que se debe haber realizado ordenada por un superior”. “El me habló de operativo”, confirmó.

Menéndez, el interrogador

El represor Luciano Benjamín Menéndez, convicto por crímenes de lesa humanidad, volvió ayer al papel de interrogador, esta vez de Gerardo Bavio.

“¿Quién y cuándo lo mataron a Aramburu?”, arremetió el acusado, al que su defensor insiste en llamar general. La reacción del fiscal Horacio Azzolín no se hizo esperar: se opuso a que se pregunte sobre cuestiones que no tienen que ver con el objeto del juicio. El defensor oficial Federico Petrina insistió, dijo que el criterio del Tribunal Oral en lo Federal había sido amplio.

La presidenta, Liliana Snopek, le dio la razón y esta vez las querellas reaccionaron oponiéndose. “Esta pregunta de Menéndez no es otro que un intento de introducir la teoría de los dos demonios para tratar de justificar los crímenes cobardes que cometieron”, sostuvo Matías Duarte, abogado de la familia Ragone. Al final, el Tribunal hizo lugar a la oposición y Menéndez tuvo que prescindir de esta pregunta.

  • Elena Corvalán

    Periodista

    Cobertura especial.

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