“Vengo a aclarar algunas cosas que parece que no quedaron claras el martes pasado” dijo Cristina Kirchner. La tribuna que acompaño al discurso presidencial en Parque Norte no dejaban lugar dudas Estaban presentes todos los funcionarios del gabinete Nacional; los gobernadores, justicialistas y radicales; lo más graneado de la burocracia sindical; la patota anticacerolera de D´Elia. Mire si no, todos candidatos al premio Nóbel a la “humildad”.
La presidenta, en su discurso, hizo referencia a las letras del tango
“Cambalache”: “donde así como Santos Diccepolo, junta la Biblia con
el calefón”, el conflicto por el aumento de las retenciones, juntó a
los piquetes agrarios con los golpistas.
La presidenta sabe de lo que habla. Hebe de Bonafini estaba presente en el
acto; Estella de Carlotto, estaba presente en el acto; diputados
recientemente elegidos que responden a H.I.J.O.S. estaban presentes en el
acto, José Rodríguez del Smata, que denunció a los trabajadores
combativos de la Mercedes Benz y de la Ford a la dictadura genocida,
estaba presente en el acto. Las patotas de D´Elia y Moyano, que piensan
pasarle por encima a los piquetes contra Cristina, estaban presentes en el
acto. Sin duda, en el Norte, la Biblia se encontraba junto al calefón.
Pero Cristina Fernández Kirchner, no hacia referencia a su acto. Para ella, José Rodríguez, es la expresión más acabada del dirigente sindical jugado por los intereses populares, de los cuales la presidenta se dice acreedora.
Pérsico y D´Elia, que pasaron de manifestar que “matarían a todos”
los que se oponen a la política gubernamental, al aplauso rabioso por la
“brillante” alocución presidencial que reivindico “humildemente”
las “manos de trabajo que se ven en los piquetes agrarios” son la
expresión más acabada del pluralismo. ¿Y Moyano? Quien duda, que este
hombre es el paradigma de la “humildad” sobre ocho ejes y que forma
parte de la “dirigencia sindical responsable” -que acaba de firmar acuerdos salariales adecuados a los tiempos que corren, 19% de aumento en
plena crisis inflacionaria-.
Cristina ama la historia, y estaba con ganas de repetirla. El reconocimiento a la burocracia sindical, sonó como el discurso que Perón lanzó a la Plaza aquel 1º de mayo del `74. La diferencia es que “los adultos que crecen y siguen siendo imberbes que gritan” son en este caso los pequeños productores, los caceroleros y todos aquellos que se oponen a lo que la presidenta decida…“humildemente”.
Cristina en un país insólito
Hubo quienes, “cronistas” del progresismo vernáculo, se animaron a
considerar a los argentinos que apoyaron a los piquetes agrarios, como
“seres insólitos” que atentan en contra de sus propios intereses, ya que el diablo, golpista y chacarero, pretende que paguemos con inflación sus “piquetes de la abundancia”.
Las “paginas”, durante días, se han llenado de este tipo de comentarios: “Detrás, la rebelión chacarera de las 4×4, están los grandes pooles de siembra y los golpistas de siempre”, “los pequeños productores son una `especie ingenua´, manejada por la Sociedad Rural Argentina, que desvirtúa cualquier reclamo y los encuadra detrás de una política pro oligárquica”, etc.
Esta vez cambió el tono, la presidenta intentó ser amable, como una forma de descomprimir una situación compleja que sacó a los porteños a cacerolear a la calle.
No tuvo una sola propuesta para los pequeños chacareros, excepto la exigencia de que “levanten los piquetes antipueblo”, propuesta que coincide con la Sociedad Rural, Coninagro, la centroizquierda y…hasta de alguna izquierda!!! (obrera y popular).
¿Que consideran, que las retenciones vuelven al pueblo? La lucha de los pequeños productores trasciende el tema de las retenciones, poniendo en debate la cuestión agraria en el país. Los reclamos chacareros, tienen una orientación diferente a los reclamos de los terratenientes.
Considerar la lucha agraria, sin tener en cuenta las contradicciones que la surcan, y agrupar a los trabajadores y a los pequeños productores del campo con las grande entidades oligárquicas, es renunciar a un aspecto central de la crisis en la que se desenvuelve el proceso de rebelión que recorre el campo.
El “no fumo” que se intuye detrás de las consignas “¡n chacareros, ni oligarcas, ni gobierno.. trabajadores!” podría mutarse en: “¡ni chacareros, ni oligarcas, ni gobierno.. consumidores! Lo que objetivamente los aleja del humo de los piquetes y los acerca a parque Norte.
Los piquetes chacareros han logrado generar un cuadro de fuerte confusión, una especie de Unión Democrática al revés, apenas disimulada por la consigna de “Ni con el gobierno, ni con los oligarcas”. Sin embargo, después de lo de ayer en el “Norte”, no quedan dudas que esta bipolaridad discursiva, y actuada, acompañará la situación política nacional por largo tiempo.
Cambió el tono, pero el perro sigue igual
Cristina no sólo aclaró, amplió. Desde el principio de su discurso la presidenta prometió aclarar y… lo hizo, vaya si lo hizo.
Volvió a acusar a los piqueteros agrarios de extorsionadores, a los caceroleros de golpistas, a las protestas de “revólver en la cabeza” y así de seguido.
Pero fue más allá que esto. Delineó toda una política de estado con respecto a los conflictos que se vienen y legalizó la posibilidad de que el instrumento patotero sea utilizado para enfrentar con grupos de choque a los reclamos futuros.
¿Qué pasaría -pregunto a su entusiasta auditorio- si mañana se cierran los peajes, se corta el gas o el agua, por reclamos sectoriales? Para responderse “no me van a extorsionar, no a mí, sino al pueblo argentino”.
Cristina, -en nombre del pueblo argentino- está dispuesta a considerar
extorsivas a las medidas que paren las escuelas, los hospitales, el Poder
judicial, los servicios públicos. La presidenta, “humildemente”, decreta: que cualquier expresión de protesta en contra de sus políticas se declaran “una extorsión al pueblo argentino” y que, por supuesto, no se va a negociar con aquellos que le pongan “un revólver en la cabeza”, aunque, para cumplir con
esto viole la propia Constitución Nacional y toda la legislación laboral
vigente.
Desde su discurso “en el Norte” cualquier protesta es extorsión; cualquier corte de ruta es en contra de los intereses del pueblo; cualquier manifestación a favor de una reivindicación sectorial, es golpismo.
Si los piqueteros anti-K, queman gomas sobre una ruta son violentos, mientras que las patotas sindicales son responsables. Se avecinan tiempos difíciles aunque se disfracen de dialoguistas.
Todos en contra de los cortes
«Este gobierno no está en contra de los hombres y de las mujeres, pequeños productores que trabajan con sus manos el campo. Les quieren hacer creer que queremos ir por ellos. Pero [los dirigentes] no piden por los pequeños productores, piden por la totalidad de la eliminación de las retenciones, los de los pooles sojeros también, los de los grandes productores también», denunció la presidenta, antes de reunir a sus funcionarios con estos sectores de espaldas a los productores movilizados, a los que se le exige “levanten los cortes”
A partir del discurso de Cristina en Parque Norte, se asiste a un verdadero operativo dialoguista, que agrupa, desde la iglesia hasta los pooles sojeros. “El presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, era considerado por el Gobierno, hace apenas diez días, el dirigente más sensato del sector. Lo fue hasta que Miguens les aclaró que podría hacer muy poco o nada, sin nuevas cartas en la mano. La Sociedad Rural es, entre las organizaciones agropecuarias, la más reacia a los paros y los piquetes, métodos que históricamente impugnó en los otros sectores
sociales”. (La Nación).
Las reuniones secretas con las entidades del campo, dejan afuera a los chacareros, que a fuerza de piquetes luchan por su subsistencia. El kirchnerismo, prefiere sentarse con los Grocopatel, los Miguenz, los Biolcati… ellos, amasan fortunas, evaden las cargas impositivas, acumulan la tierra, especulan en contra de los intereses populares, apoyaron en el pasado el exterminio del indio y en un presente más cercano a todas y cada una de las dictaduras militares. Pero, no promocionan los odiados piquetes “antipueblo”. La presidenta fue clara, “no tengo nada en contra de aquellos que hacen dinero”.
Solamente, le molestan los que estorban que “la caja” siga creciendo.