¿Hacemos el vacío al Premio Phersu y miramos para la veredita del frente y entramos a la nueva tiendita a ver que ligamos de la producción “Libélula Azul” para engolosinar el ego de hoy sin mirar el pasado creado por otros y sin ver el futuro que podemos dejar a los que pisan la misma calle?
Domingo 25 a la noche seguramente para el naciente LATEA se extenderá una alfombra roja (signo oficial e inequívoco del espectáculo comercial hollywodense con todas sus cargas simbólicas, justo en la vereda del frente “dicen estar” los creadores del teatro independiente salteño) hasta la Sala “Juan Carlos Dávalos” de Casa de la Cultura.
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En otros tiempos esa sala albergaba a los mismos teatreros desmemoriados que esta noche se empaquetarán para lucir una nueva sonrisa amuecada y por ella circularán olvidados de toda tradición teatral algunos artistas de esta temporada de teatro “in-de-pendiente”.
Dejan pendiente, suspenden en el tiempo, incumplen su compromiso tan declamado con la historia teatral de la provincia y despojados de toda memoria desfilarán con la gracia que los caracteriza por “la alfombra roja” que a horas 20, dará inicio a la ceremonia de entrega de los “Premios La-tea” (Premio a la “LA (bor) TEA (tral)”
Muerto el rey; viva el rey
Debo decir que no he sido defensora de los endogámicos Premios Phersu, distinciones a la labor teatral que patrocinadas por la ya desaparecida sin pena y sin gloria ATESA (Asociación de Teatro de Salta) se acostumbraban entregar a los actores de la ciudad en el último fin de semana de abril de cada año. Si puedo decir que en virtud de los relatos de un abuelo cultor del teatro “popular” y del tránsito en las aulas universitarias he podido conocer la relevancia artística y la labor fundacional en materia de teatro profesional independiente del Grupo Teatro Estudio Phersu de los años 50-60.
Y que por sólo esa labor fecunda y señera encabezada por artistas seriamente comprometidos con su tierra, consigo mismos como profesionales del arte y como ciudadanos de un país que requiere expresiones diversas y anhelos democráticos, he comprendido y valorado que en homenaje a ellos, otro grupo señero del teatro salteño instituyera el Premio Phersu.
Fueron socios fundadores de ATESA- entidad promotora de los Phersu- Daniel Chacón, Rodolfo Fenoglio, Claudia Bonini, Hilda Guzmán de K, Ale Tovi. (Curiosamente el socio número 13 es Claudio García Bes)
Más allá de aquella institución que en 1997 se hizo cargo del teatro salteño, mucho más allá y sin desconocer el valle de buenas intenciones que seguramente habitó en los creadores y mentores de esa iniciativa o de quienes instituyeron el premio en la comunidad actoral, el espíritu de ese galardón es lo que vale, lo que permanece y trasciende moldes.
Espíritu, raíces, orígenes…
El espíritu, la esencia “phersuana” porque hace pensar en la madurez de una comunidad teatral, en un sistema de valores que nos viene para que nos lo apropiemos y habla del reconocimiento de raíces y orígenes de algo nuestro; abreva en el crecimiento posible de una colectividad de artistas unidos por una misma historia… de eso hablo.
No hablo de lo que pasó después con esos premios, ni de las desvergüenzas en las que cayó el premio en los casi cuatro o cinco últimos años, incluída la décima edición celebrada y concretada a destajo por los mismos teatristas que hoy le pondrán el cuerpo a una ceremonia que por más buena voluntad que tenga desconoce el código del teatro independiente desde el vamos. Una alfombra roja habla sola.
La ATESA se desbarrancó este año sin que nadie moviera un dedo significativo, después de haber logrado una seudo sede propia cedida por el Ministerio de Educación de la gestión romerista.
ATESA fue una institución que se inició con verdadero fundamento y con un ideario envidiable en el desierto ideológico que nos atraviesa hoy, desplegó por todos sus costados una solidaridad y espíritu de cuerpo inquebrantable. En poco menos de cinco años ya dio señales de fisuras, que se hicieron fracturas y calcificaciones impenetrables, osteoporosis que fue royéndolo todo.
En el camino quedó un escándalo financiero que Rodolfo Elbirt protagonizó y generó un desprestigio notable en los 116 socios de ATESA y del teatro local. Humanos son y humanos somos.
¿Qué diría la Bonini?
La tan recordada por muchos Claudia Bonini (¿qué diría?), el mismo Claudio García Bes, Jorge Renoldi, los ex Phersu sobrevivientes… todos ellos a su manera, recogieron la semilla plantada por Perla Chacón, Edgardo Darío González, Miro Barraza, José Vides Bautista, Luciano Tanto, entre otros ilustres teatristas de los sesenta; le dieron aire fresco a los premios; todavía recuerdo a su último presidente –Rodolfo Fenoglio– en el festejo de los diez años(2007) apelando al compromiso de todos y augurando larga vida al premio que al año se terminó casi en el ridículo grotesco.
Y me pregunto: ¿Qué pasó? ¿Qué pasó que se venden las joyas de la abuela? ¿Cómo puede ser que los mismos que ayer fundaban la ATESA y eran miembros de fierro ahora están en la veredita de la otra casa (este no es un enfrentamiento a los organizadores de LATEA).
No se trata de marcar una rivalidad con las expresiones del teatro ni con los gustos del público, ni con las ansias de los nuevos productores de los premios al teatro, no. No me interesa mirar hacia fuera sino ver hacia dentro de una actividad que se golpea el pecho con el oficio, el compromiso y la tradición de años de teatro.
Un vacio al Phersu
Se trata de la historia de una familia- la familia del teatro salteña -ésa a la que tanto apelan en las palabras los artistas cuando quieren decir lo que parece que no sienten en verdad-, la historia de unos tipos sesenteros que se plantaron con la mirada hacia el futuro y formaron público, se formaron profesionalmente en la estética de esa época- no importa si va o no va ahora- vale que nos heredaron un apellido íntegro- o que la historia del teatro a mi me lo trasmitió integro- y un oficio y una práctica de resistencia inteligente que no es poca cosa en una sociedad como la nuestra.
Phersu “plantó una pica en Flandes” decían ellos y me decía Graciela Balestrino. Puede cuestionarse ahora el sentido de aquella frase polémica de la eufórica Perla Chacón y atravesada de teatro isabelino pero… ¿Qué hacemos ahora nosotros con eso cincuenta años después? ¿Matar al padre? ¿Hacemos como que nunca existió? ¿Hacemos como con la Peña Española o como con las tres salas que de golpe y porrazo se perdieron en la ciudad?
¿Hacemos el vacío al Phersu y miramos para la veredita del frente y entramos a la nueva tiendita a ver que ligamos de Libélula Azul para engolosinar el ego de hoy sin mirar el pasado creado por otros y sin ver el futuro que podemos dejar a los que pisan la misma calle?
Un premio escencial
Me parece el premio Phersu dejó de pertenecer a ATESA… Teatro Estudio Phersu ya tuvo un gran fracaso: perdió aquella noble y generosa iniciativa de la casa propia en calle San Martín y Jujuy sin que a nadie se le caiga un pelo (podrá pensarse que la inoportunidad histórica hizo lo suyo también)
Phersu pasó a la historia del teatro argentino, a la memoria del teatro salteño, a todos los que vivieron aquella época y añoraron sus espectáculos y sobre todo su ideario, se trata de eso.
El Phersu es de la gente, del público, del actor o del creador que se reconoce, aunque sea de sesgo, en el pasado, en quienes ven en aquellos fundadores una huella genética.
La Secretaría de Cultura podría tomar esa posta- si los teatreros no se convencen- y continuar el rumbo; darle continuidad a una iniciativa de ATESA que no pudo tampoco, que no se dio otra vez, que se abandonó o se corrompió en el tránsito de los egos porque después de todo humanos somos… no sé.
La cosa es que las joyas de abuela o lo que ellas rememoran y significarían para las nuevas generaciones de creadores teatrales- no sean de nuevo una pérdida más. Que se cierre o se diluya sin que nos hagamos cargo en serio.
El galardón extraviado
Si no conocen quienes fueron los actores del Grupo Phersu existen gracias a la universidad y a otros investigadores del árido espacio documental de Salta en materia teatral, publicaciones valiosísimas de lo que fue Teatro Estudio Phersu, de lo que hizo y lo que significó para el teatro y la cultura salteña este grupo de artistas.
La continuidad está ahí. Phersu está esperando. No se enfrenta a nadie. Tiene una senda marcada, el camino se hace andando decía el poeta y las raíces reclaman una nueva agua.
Este puede ser el compromiso de la Secretaría de Cultura y Turismo. Se pueden reformular las estrategias para evitar la pérdida y resucitar el galardón extraviado. Seguramente la unión de unos cuantos puede volver a crear la energía y quebrar a fuerza de fe y resistencia la delgada línea roja por la que hoy sangra Phersu.
La historia dirá lo que pasó u obviará el comentario ahogando lo que quedó de Perla Chacón y sus actores de Phersu. ¿Será a rey muerto, rey puesto? ¿Será bueno el cambio siempre? ¿Será mejor resistir?
¿Y construir, reconstruir la joya que heredamos y evitarle el nuevo fracaso y evitarnoslo?.