Periodistas, familiares e integrantes del Movimiento Obrero Campesino y Estudiantil Popular (MOCEP) recordaron el miércoles 15 de febrero a Héctor Luciano Jaime, periodista asesinado el 12 de febrero de 1975 en el marco del plan sistemático de eliminación de personas iniciado antes del golpe de estado del 24 de marzo de 1976.
El homenaje, organizado por la Asociación de Periodistas de Salta (APeS), se hizo frente al monolito y la cruz que recuerda al periodista, levantado en El Encón Chico, jurisdicción de La Silleta, en el departamento Rosario de Lerma, donde la siesta del 14 de febrero de 1975 fueron encontrados los restos de Jaime.
El periodista fue secuestrado el 12 de febrero de 1975, a las 20,30, cuando regresaba a su casa luego de una jornada de trabajo en el diario El Intransigente. Por dos días nada se supo de él hasta que el obrero rural Mariano Padilla encontró sus restos en una finca en El Encón Chico. Este hombre avisó al dueño de la finca, Alberto Camacho, y éste a su vez informó a la Policía.
El periodista había sido hecho explotar. Los peritos determinaron luego que la muerte se había producido entre las 21 y las 23 del mismo 12 de febrero. En la causa en la que se investiga este hecho, abierta recién en 2005, hay testimonios que dan cuenta de que recibió amenazas y había señalado al entonces jefe de Seguridad de la Policía de la provincia, Joaquín Guil, como responsable si le pasaba algo. Guil y quien fuera jefe de la Policía, Miguel Gentil, están procesados por este hecho.
Jaime estaba enfrentado con la cúpula policial porque como redactor de la sección Policiales venía dando cuenta de los atropellos cometidos por los comisarios represores. “Fue periodista que con toda consecuencia defendió la democracia, la libertad, la dignidad, los derechos humanos y la justicia”, señaló el MOCEP en un comunicado.
Este partido, en el que milita un primo del periodista, el ex dirigente del peronismo revolucionario Armando Jaime, recordó asimismo que “Luciano Jaime desde su columna en el diario El Intransigente desafiaba al poder defendiendo la causa de los pueblos, denunciando sus injusticias y sus crímenes. Su última denuncia fue cuando demostró públicamente que Eduardo Fronda, asesinado en San Lorenzo (el 8 de enero de 1975), previamente había estado detenido en la Central de Policía de Salta. Su consecuencia, su firmeza, su valentía, su entereza moral, le costó su propia vida”.
En el acto se leyó además un texto del periodista polaco Ryszard Kapuscinski, extraído de su libro “Los cínicos no sirven para este oficio”. “Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos”, sostiene entre otras consideraciones.