Mientras la Salta real de la Argentina que duele muestra la miseria estructural de un Estado ausente que genera muertes, la parafernalia superficial del chusmerío barato solo se ocupa del casamiento del gobernador.
Páginas y páginas colmadas de detalles rayanos con la imbecilidad, conforman el mediocre contenido de la prensa local y gran parte de la nacional, más preocupada por el número de los invitados a la boda que por la cantidad cierta de los desnutridos.
El evento que la futura primera dama de la Provincia anunciara hace pocas semanas como una reunión íntima, alcanza ahora más de cuatro centenas de comensales, y se ha transformado claramente en otro evento político de la campaña presidencial del gobernador.
Y tanto es así, que como parte de esa estrategia y ya reafirmado en el poder por otro período de cuatro años, en marzo, en Casa de Gobierno y de acuerdo a la agenda política que marca los tiempos y los oscuros acuerdos entre los actores de este drama, se reunieron en amistoso reencuentro Juan Manuel Urtubey Mera Figueroa y Juan Carlos Romero Di Gangi, reafirmando una objetiva vieja alianza.
Este último al salir del amistoso cónclave, afirmó sin rubor alguno: “El kirchnerismo dividió al país, enfrentó a los argentinos y fuimos parte de esas consecuencias” .
Por su parte el versátil ministro de gobierno local el Lic. Juan Pablo Rodríguez Messina ratificó el contubernio diciendo muy suelto de cuerpo: “La Argentina de hoy va hacia las coincidencias. Celebramos el encuentro” .
La impunidad que otorga el ejercicio malsano de las estructuras del poder, permite así a quienes hasta ayer se endilgaban despiadados mandobles por transitorias diferencias, asumir sin tapujos que más importante que el honor y la dignidad son los negocios, y todo lo que pasó en realidad ha sido culpa del krichnerismo. La típica excusa del medio pelo argentino, la culpa es siempre de otro.
Atrás han quedado todas las disputas y los aprietes del pasado, y las numerosas causas judiciales impulsadas por el primer mandatario aprovechando la docilidad de la justicia, son ahora otro peso muerto para los armarios de la Ciudad Judicial.
Esta estampa perversa de los dueños del poder económico y político, demuestran otra vez más que solamente los improvisados e inadvertidos ciudadanos del llano todavía discuten sobre ideologías e inclinaciones partidarias. Ellos, sólo sobre negocios e intereses.
Los vínculos empresarios del presidente de la Nación con el ex mandatario salteño son conocidos, con emprendimientos rurales en los departamentos del norte provincial, con un desvío del Río Bermejo incluido para asegurar la rentabilidad.
Y el rápido y frenético acercamiento del actual gobernador con el gobierno nacional, con los que, al pertenecer al mismo estrato social elitista y oligárquico se siente mucho mejor que con los anteriores, identifica a los dos con esos intereses de clase.
Y mientras los acólitos lectores de los diarios y revistas cholulas, estarán detalladamente al tanto del menú que se degustará en el almuerzo y de la marca de los vinos que terminarán de limar las asperezas, ellos, a los postres, planificarán sus futuras candidaturas y mandatos.
Como la misma Isabel Macedo Obarrio se encargó de anunciar, a la ceremonia civil de casamiento sólo estarán invitados los íntimos, título con el que se mide ahora al constructor de Finca Las Costas, y habitante vecino de una injustificable mansión a pocas cuadras de allí, en la exclusivísima zona de Castellanos.
Y de esa -para algunos- inesperada asociación en miras a repartirse nuevamente el poder en Salta, con “Júcaro” ahora jugando en el Senado de la Nación de crítico del macrismo, y “Juanma” de incondicional allegado de última hora.
Así entonces en el 2019, aunque cueste creer que el argumento pueda volver a repetirse y tener resultados, nos presentarán otra vez la alternativa del conservador y del progresista, que se opone a las privatizaciones.
Ese que de pronto se volvió federalista y que se para ante el gobierno nacional, tal como quiso improvisar con sus pocas dotes histriónicas ROMERO DI GANGI en la sesión del Senado nacional de esta semana, desperdigando exabruptos contra MACRI para la tribuna, pero votando en definitiva el proyecto oficial. Pura “cháchara” sabía decir el vejo SAADI.
Otra vez la cantinela de afirmar que son peronistas, que el pueblo les duele, que sólo piensan en el progreso de todos nosotros y en los infantes wichís que dejarán de morirse una vez que le dejemos tener por enésima vez el gobierno.
Cuando el malbec haya hecho su trabajo en la siesta del sábado 24 de septiembre, entre bromas propias del momento, ninguno de ellos reparará en que hasta para tapar los actos más obscenos de abuso del poder usaron las mismas absurdas excusas.
Sólo por citar dos puntuales hechos de corrupción -porque de lo contrario enumerar todos sería una tarea titánica- mencionaremos aquéllas cuando el ex gobernador fue fotografiado pescando con el helicóptero del 911 y cuando el novio-gobernador fue igualmente retratado usando el Lear 45 para ir a ver a Los Pumas.
En una increíble reiteración montada al amparo de la falta de organismos de control, ambos dijeron que eran escalas técnicas de las aeronaves, al regreso de gestiones oficiales, que fueron aprovechadas para el esparcimiento sin costo. Un cuento barato y sin mucha imaginación.
Podemos recordar también, como Juan Manuel Urtubey escribió el libro “Sembrando Progreso” , una mediocre recopilación de datos y de elogios desmesurados para Juan Carlos Romero, y éste ahora, muchos años después, con cara de tardío reconocimiento, ha expresado que apoyará su candidatura presidencial.
Resulta entonces para todos nosotros un panorama temerario, porque aparece como costo adicional de ese apoyo para pretensiones nacionales, que la contrapartida sea nada menos que tengamos que volver a tolerar otros doce años de romerismo.
La pretensión del joven gobernador de ser presidente, una vez más se presenta como un ególatra y descarado proyecto personal, que con desdén hacia todo lo demás, nos condenará a los salteños al peor de los escenarios.
–Daniel Tort, abogado y periodista