El sistema de salud de la Provincia de Salta mantiene un déficit estructural que a través de los años se ha ido agudizando, y basta concurrir al hospital San Bernardo de nuestra ciudad capital y comprobarlo.
Los sucesivos parches que se imponen en las distintas gestiones ministeriales, más dedicadas siempre a salvar las apariencias que a aportar soluciones concretas, ponen en evidencia una crisis que afecta a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.
Quienes pertenecen el sistema formal de empleo y están comprendidos en el sistema nacional de obras sociales, o sin estar en ese esquema legal cuentan con recursos suficientes propios, pueden optar por los servicios de medicina privada y obtener una calidad distinta de prestaciones.
Pero quienes mantienen situaciones de empleo informal, son cuentapropistas empobrecidos, o desempleados y en general todo el estamento que por distintas razones no pertenece al sistema económico formal con el nivel más bajo de ingresos, deben inevitablemente utilizar los servicios públicos de salud.
En un Estado bien estructurado y organizado, que atienda con los recursos de los que más tienen las necesidades de los que menos tienen, se lograría un equilibro asistencial digno, recuperándose en parte la odiosa desigualdad social, haciendo menos pesadas las situaciones de enfermedad, que desde la pobreza se sufren con mayor intensidad.
Para esto se debería contar con nuevas infraestructuras inmobiliarias, mayor inversión en quirófanos y atenciones de alta complejidad, y un presupuesto adecuado que atiendas las necesidades básicas de los más necesitados.
Pero también –y considero que este aspecto es el de mayor importancia- se debería contar con una decisión de orden moral y social de los profesionales de la salud, que en su gran mayoría demuestran cada día la total falta de compromiso y sensibilidad con los ciudadanos pobres que deberían atender y que deliberadamente abandonan.
Basta concurrir al horario de ingreso en los distintos establecimientos hospitalarios y centros de salud, para comprobar que con total descaro gran parte de los profesionales (médicos, odontólogos, bioquímicos, etc.) realizan a la vista de todos, el marcado digital del horario para simular desempeño de tareas, e inmediatamente volver sobre sus pasos y ausentarse a sus actividades privadas. A esto se le conoce como “poner el dedo”
Idéntica malsana actividad se observa al horario de salida en que regresan para volver a registrar el mentiroso pulgar y generar la paga de una jornada que parcial o a veces totalmente, no se ha cumplido. Personalmente he visto casos en los que ni el motor del automóvil detienen para consumar ese acto ilegal.
Esta actividad es conocida por los distintos niveles gerenciales de los nosocomios de la Provincia, y es un hecho frecuentemente denunciado desde distintos sectores, sin que ninguno de los responsables directos o indirectos del sistema se hagan cargo.
Durante la pasada gestión del Dr. Hugo Sarmiento Villa en el Hospital San Bernardo se instaló ese sistema digital para control de horarios, y lo que debería haber sido un acto administrativo normal y hasta desapercibido, generó una movida profesional que hasta amenazó con renuncias masivas.
Los señores médicos, odontólogos, bioquímicos y otros profesionales de la salud en vez de sentirse avergonzados por la evidencia de haber tenido que instalar un sistema de control de horarios que no se cumplen, se ofendieron y enojaron. ¡Cómo iban a tolerar que se les haga cumplir el horario¡ ¡Increíble¡
Esta conducta objetiva de desvergüenza y atropello a los derechos de todos, terminó transándose en las sombras en aquélla gestión y el sistema de control quedó de adorno tecnológico porque se marca ingreso y egreso pero no permanencia, simulando estar cuando no están porque nadie controla el horario intermedio.
El actual gerente del Hospital San Bernardo también hace la vista gorda y tampoco ha tomado hasta la fecha medida alguna, porque bastaría con una simple disposición de orden administrativo: instalar pantallas digitales en varios sectores, con la obligación de marcar cada hora cumplida.
Resulta írrito y abusivo ver a los profesionales –principalmente médicos- atendiendo en clínicas y sanatorios privados o en sus propios consultorios en el mismo horario en que deberían estar atendiendo pacientes en el hospital, con una remuneración cobrada por servicios que no prestan.
Estos actos de corrupción diaria no parecen existir para los distintos colegios de profesionales que tienen el deber legal de sancionar las faltas de ética, y tampoco parece interesarle al ministerio del área, que paga mensualmente por horas profesionales que la mayoría de los profesionales no prestan en realidad.
Pero lo que más objetable aparece es la dejadez e insensibilidad de esos profesionales, parados sobre una situación de privilegio corrupto y con ventajas comparativas obtenidas al margen de sus obligaciones básicas que son habitualmente incumplidas, generándose ingresos en la parte privada mientras se subvencionan ilegalmente con remuneraciones estatales.
Por enésima vez ponemos a disposición del gobierno de la Provincia de Salta, sin costo alguno, nuestro proyecto de reforma integral del sistema de salud, que comienza por imponer la incompatibilidad absoluta para ejercer en la esfera pública y privada a la vez.
Es hora de dejar de hablar de eficiencia, de calidad de servicios y de gerencias de atención a los pacientes, cuando para atender a los mismos y darles eficiencia bastaría con imponer dedicación exclusiva en cada especialidad, otorgando remuneraciones dignas a todos los profesionales de la salud, que estén dispuestos a no hacer de su título universitario, un mero acto de comercio espurio.
- Daniel Tort
tdaniel@arnet.com.ar