La reciente invasión a Libia por parte de la Otan con el objetivo de derrocar a un régimen no favorable a los intereses de los Estados Unidos y de sus aliados y obtener un dominio en la región y la apropiación de las reservas de petróleo, muestran la falta de límites del neoliberalismo en el mundo. Las excusas con las que se invade a los países son mendaces: proteger a la población civil, evitar la fabricación de armas nucleares, reestablecer las democracias, etc.
La estrategia actual de los Estados Unidos es la siguiente: hacer rancho en nido ajeno. Se montan sobre algún reclamo genuino de algún sector de la población (apertura democrática, aumento de salarios, combate a la corrupción, etc.), infiltran a los grupos juveniles y a los sectores descontentos y financian técnicas Otpor para acelerar los cambios y producir la caída de los supuestos dictadores. En realidad los países de la Otán no se han preocupado en lo más mínimo por la situación de otros países que viven realmente situaciones de opresión, matanza de civiles, etc. Si invaden Libia, Irak, etc. Si prometen inclusive invadir Irán, Venezuela, etc. no es porque busquen evitar el sufrimiento en el mundo, sino lisa y llanamente por una intención de apropiación de las reservas energéticas y de expansión en las regiones.
El asunto es que existe un peligro concreto: que jóvenes bien intencionados, intelectuales, sectores de la clase media críticos a los gobiernos de sus países, puedan, si no están alertas, caer bajo las trampas de las técnicas Otpor: sus reclamos muchas veces genuinos y razonables, pueden ser utilizados y terminar sirviendo, si no se realizan con precaución, racionalidad y cordura, a los intereses desestabilizadores y destituyentes del neoliberalismo y a los fines imperiales.
La trampa sería la siguiente: se trabaja en principio para aumentar la democracia, para combatir las corrupciones, para correr a los supuestos dictadores, etc. y se termina abriendo las puertas al ingreso del imperialismo, es decir, siendo dominados por los negociados del neoliberalismo que implica la devastación de los recursos naturales de los países, el empobrecimiento, la exclusión, la falta de distribución de los ingresos, la ausencia de soberanía, la concepción de un mundo para unos pocos. Es la manera más paradójica y ridícula de vender un país, es como ir por lana y terminar esquilado. Dicho de otro modo: es una obligación ética criticar a los gobiernos, exigir, oponerse, reclamar mayor transparencia, mayor democracia, etc. pero hay que saber cómo hacerlo, tener cuidado, analizar para quienes se trabaja, evitar servir a intereses antinacionales.
Dado que este es un tema de total actualidad, recomiendo ver mi nota “Desestabilización y manual Otpor” que escribí hace unos meses.
Ver: Desestabilización y manual Otpor
- Antonio Gutiérrez
Psicólogo y escritor