Las codiciadas tierras del Chaco Salteño tienen un gran futuro para los inversionistas; no así para sus habitantes sus pueblos originarios vecinos a la Triple Frontera, que sobreviven de las migajas del Estado, pero también de la ayuda de seres anónimos de enorme corazón solidario.
Este medio llegó hasta Santa Victoria Este, un lugar donde la ausencia del Estado es recurrente y una forma de exterminio. Y cuando el Estado omnipresente es lento también abandona su función.
En Buenos Aires se piensa que los salteños son ajenos a la pobreza y precariedad en la que viven las comunidades originarias que habitan el Chaco Salteño. Este testimonio periodístico da cuenta que a los salteños también nos preocupa el implacable destino de nuestros pueblos originarios de la etnia wichi.
Es así que sin saber nada los encontramos. Sin pactar difusión alguna sobre su cruzada solidaria, estaban en Santa Victoria Este, trabajando y organizando su jornada solidaria con la comunidad wichi de Las Vertientes.
Hacia un territorio distante
El grupo de misioneros que se organizaron para llevarles algo de alivio, trabajan varios meses en silencio y el anonimato recolectando donaciones para wichis que viven en las márgenes del Río Pilcomayo cercanos a la Triple Frontera.
Llegaron en una caravana solidaria salteña luego de recorrer casi 500 km, y se apretaban para partir hasta Las Vertientes, una comunidad wichi, en la que viven alrededor de 90 familias.
Era el último fin de semana largo del año. Este medio periodístico luego de pedir los permisos de rigor, se unió a la caravana del grupo misionero llamado “Jesús Buen Pastor”, conocido como “Pastorcitas”, que trabajan también con la Parroquia Nuestra Señora del Huerto de Villa Mitre.
Para esta cruzada solidaria organizada por primera vez a la zona, se unieron con las Monjas Misioneras de Santa Victoria Este. El objetivo era evangelizar, pero también acercar alimentos, ropa y zapatos para niños y adultos de familias wichis de varias comunidades.
Calor sofocante y sin agua
Desde la localidad de Santa Victoria Este, la comunidad wichi de Las Vertientes, está distante a mas de 50 Km, todo por un camino de polvoriento de tierra y de difícil acceso. Sus habitantes viven casi todo el año bajo el calor sofocante, en el verano hay picos que sobrepasan los 40 grados. En esta época se siente menos el calor por falta de lluvias, luego para el verano con las lluvias y la humedad es un horno.
“Aquí cerca del Pilcomayo no les falta agua turbia y contaminada, sí el agua potable”, nos dice un criollo amable. Se refiere a que en la zona las comunidades están asentadas, sobre las márgenes de Río Pilcomayo, en el límite con la provincia de Formosa, muy cerca de la triple frontera, Paraguay, Bolivia y El Chaco Salteño, Argentina.
Al Pilcomayo se lo ve calmo. Una calma que precede a la bravura de la temporada pluvial que se avecina en pocos días más cuando llegue diciembre. Sus habitantes wichis, chorotes, chulupíes, tobas, y tupu-guaraníes, como todos los años están temerosos de quedar aislados y para estas épocas es lógico que reclamen ayuda en víveres y asistencia, que del Estado llega muy poco.
Salta Libre, junto a Nuevo Diario y Canal 7 Salta, medios de la capital salteña, llegaron a la zona antes de las lluvia y con un vehículo 4 x 4, única forma de acceder al poblado por los dificultosos caminos de ripio y tierra, para testimoniar por fortuna, que los salteños también son solidarios con el flagelo en el que están inmersos nuestros indígenas wichis.
Catálogo de ausencias
Se pudo comprobar en este viaje que desde cualquier paraje, ante alguna enfermedad, llegar un puesto sanitario o a un hospital es una odisea casi imposible. Por esta y otras razones todos los años se mueren niños, adultos y mujeres embarazadas, ni que hablar de los ancianos.
Condenados por la pobreza y la ausencia del Estado, los pueblos originarios van camino al exterminio, porque todavía nadie les provee de los elementos básicos para su susbsistencia: preservación de su tierra, agua, salud y educación, en su lengua y cultura.
El panorama en el lugar es de una carencia casi total, a los que se suman otros los flagelos externos como: el despojo de sus tierras de posesión ancestral por el conflicto con los criollos, los desmontes a manos de empresas hidrocarburíferas y madereras, los desalojos y alambrados.
Desde Salta capital unos 500 kilómetros nos separan para llegar a esa comunidad en un punto extremo de la apacible Santa Victoria Este. Salta Libre la recorrió con un vehículo 4×4 de los santafecinos, Carlos Fuentes y José Antonio Gonzálbez, quienes también trajeron la camioneta cargada de donaciones desde su provincia.
Todo se sumó junto al cargamento del grupo de misioneros. Se llegó con juguetes, golosinas, zapatillas, alimentos no perecederos y ropa, a niños, mujeres y ancianos de esa inhóspita zona del departamento Rivadavia.
Una misión solidaria
La ayuda a la zona llegó para dos comunidades en la jornada del sábado 18 y domingo 19 de noviembre. La mayor parte entregó a unas 400 personas de la comunidad de Las Vertientes, que dirige el cacique Timoteo Ñato.
Desde la localidad de Santa Victoria Este, la caravana de camionetas tuvo que atravesar los desolados y polvorientos parajes ubicados al sureste del poblado: El Tigre, La Gracia, La Estrella, Km 2, Misión La Paz y La Bolsa.
Son solo unos 50 km, pero es más de una hora de viaje el camino instransitable. Para la cruzada solidaria se aprovechó el último fin de semana largo, porque demanda alrededor de unas 12 horas de viaje ida y vuelta. Por ello la partida fue el viernes 17, para retornar el domingo 19 de noviembre, a la noche.
El trabajo más arduo fue de la cuarta jornada misionera que emprendieron desde la parroquia en la que cumplen sus tareas evangelizadoras y solidarias, las Hermanas Pastorcitas “Nuestra Señora del Huerto de Villa Mitre”.
El cargamento para llevar a Las Vertientes fue recolectado por 10 instituciones entre parroquias, colegios y clínicas. El lugar donde se concentración las donaciones fue el Colegio Belgrano y la casa parroquial de las Pastorcitas de Villa Mitre.
Las donaciones fueron entregadas con la colaboración del párroco de Santa Victoria Este, Luis Gómez de la Iglesia San Ignacio de Loyola, en un trabajo conjunto con el convento de las monjas de la Misión Santa Victoria, que también tiene un comedor comunitario.
Las escenas en el seno de la comunidad fueron entre crudas, dolorosas pero de una entrega admirable de amor por parte de un grupo familias misioneras salteñas que llegaron al lugar con sus hijos, y trabajaron todo el fin de semana largo, para apenas contrarrestar ese cúmulo de carencias de los pueblos originarios para cuya supervivencia digna, el esfuerzo fundamental le corresponde al Estado.
Tres niños desnutridos
No faltó en este tiempo en medio de la comunidad Las Vertientes, la queja de su cacique Timoteo Ñato. “Aca hay muchas necesidades, nadie del Gobierno viene porque dicen que es muy alejado, estamos al límite con Formosa”, indica.
Aunque ahora parece que avanza una obra nacional con el Plan Belgrano, de una escuela y un complejo deportivo, por lo que les llegará también la energía eléctrica, “desde Salta no llega nadie, pedimos que vengan con un poquitos de donaciones para las época de lluvias porque acá quedamos aislados. No hay trabajo, no hay calzados, mi gente no tienen ropa”, afirma.
“Hoy estamos contentos. Ayer escuché radio y sabíamos que iban a venir un poco de ayuda para nuestra comunidad de 90 familias, cada uno con 10, 6 o 5 chicos. Aquí hay unos 450 niños”, comenta el dirigente wichi.
Como sabe que somos de la prensa, no se olvida de contarnos que “en la comunidad hay tres chicos desnutridos hace tres años, de apellidos: Eliseo, Herrera y Sandoval”. Asegura que ya pidió ayuda pero no llega. “Están así desde que nacieron. Dos de los chicos tienen tiene 3 años y no pueden caminar, el otro tiene dos años y medio”, señala.
A la inexplicable situación agrega que “la Municipalidad les envía una bolsita cada mes, y el intendente Moises Balderrama, sabe que los niños están desnutridos, pero no hace nada”, concluye resignado.
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Contactos para donaciones:
La hermana Mariana Basualdo, de la orden Jesús Buen Pastor, son conocidas como Pastorcitas . Recolectan donaciones para sus campañas misioneras en el Colegio Belgrano centro de la ciudad de Salta, en la Casa de la hermanas Patorcistas o en la Parroquia Nuestra Señora del Huerto, en Villa Mitre, atrás de la cancha. Por Facebook se las encuentra como “Hermanas Pastorcitas Vocacional” .
Informe y fotos: José Acho
info@saltalibre.local
VIDEO – Canal 7 Salta