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Nada más lindo que la familia unida

Urtubey-Cristina_2-2.jpgEl kichnerismo ganó en Salta. En Salta ganó el PJ no K. En el país de las medias verdades todo es en función del cristal con que se mira. Para algunos periodistas Juan Manuel Urtubey era un gobernador kichnerista hasta que obtuvo su reelección con casi el 60 por ciento de los votos. A partir del contundente triunfo del domingo pasado, devino en “independiente del gobierno nacional” y en “gobernador disidente”.


El dirigente salteño no hizo nada para potenciar esas lecturas. Sólo dijo lo que venía diciendo: expresó su adhesión al proyecto político que conduce Cristina Kichner; le agradeció el apoyo que le brindó en los últimos años (que se tradujo en forma concreta en obra pública y subsidios). Pero también aclaró que “no es un delegado del gobierno nacional” y calificó a Hugo Moyano como “piantavotos”. No es tan difícil de entender. La fidelidad de Urtubey tiene como límite sus propias aspiraciones. Se vivieron algunas escenas de peronismo explícito.

En este intríngulis Urutbey se parece a Daniel Scioli. Al igual que el gobernador de Buenos Aires, expresa una coincidencia indudable con el proyecto kichnerista. También en sintonía con él, reconoce el liderazgo de la presidenta pero no pierde oportunidad de expresar cierto grado de independencia de la Casa Rosada. No sólo se trata de ambición política. Ambos gobernadores creen que si no levantan determinadas barreras corren el riesgo de ser “arrasados” por aquellos a quienes llaman “talibanes”. El ala dura del gobierno suele darles razones para estar en guardia.

Scioli recibe una zancadilla semanal y Urtubey soportó el apoyo que el gobierno nacional y Hugo Moyano le brindaron a su rival Walter Wayar. Por esa razón cuando terminó el escrutinio no tuvo piedad y calificó al camionero de piantavotos. Eligió la frase justa para pegar dónde más duele: el líder de la CGT viene reclamando que un sindicalista acompañe a la presidenta en la fórmula presidencial.

Los principales escuderos de Moyano se turnaron para saltarle al cuello al norteño. El jefe de los taxista, Omar Viviani, y el titular de los judiciales, Julio Piumato, lo acusaron de gorila. “Lo que molesta es la descalificación no la crítica”, se lamentaron en privado. Facundo Moyano aseguró: “ya se va a dar cuenta del error que cometió”. Con todo, decir que Urtubey está en la vereda de enfrente del gobierno por ensayar estas fintas con Moyano es una falacia.

Considerarlo un soldado de la causa K, un error de la misma magnitud. Cuando se aquieten las aguas, el gobernador de Salta sabe que tiene cuatro años para lograr que su provincia no siga asociada a la desnutrición y el desamparo. Sólo así su sueño presidencial tendrá alguna sobrevida y podrá seguir destratando a los sindicalistas.

Mientras tanto, los que cuentan qué pasa y tienen la responsabilidad de explicarlo, deben comprender que Moyano y Urtubey; D´Elia y Scioli marchan por el mismo camino: la ancha avenida del peronismo. Más allá de los bocinazos y los gritos, cuando no existen dudas sobre quién conduce la caravana, nadie se cruza de carril.

La necesidad tiene cara de alianza

Cerré la columna política de la semana pasada en Diario Z con esta frase que parafrasea un conocido refrán popular. Los resultados de las tres primeras elecciones del año impactaron fuerte en la oposición. El oficialismo recuperó Catamarca, logró un “empate técnico” en Chubut y ganó Salta. En pocos días, Julio Cleto Cobos decidió abandonar su carrera presidencial con críticas a Ricardo Alfonsín y a la UCR; Mario Das Neves está inhallable; Felipe Solá estudia disputar la gobernación en lugar de la presidencia; Pino Solanas se cruzó públicamente con Claudio Lozano y podría competir en la Ciudad, y Mauricio Macri volvió a llamar a un acuerdo opositor. El jefe de gobierno porteño se manifestó, además, dispuesto a “un renunciamiento histórico” de su aspiración nacional si Dios y la Patria se lo demandan. Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta, bien gracias.

La pelea entre Pino y Lozano sorprendió a todos. En un ataque de sinceridad el cineasta dijo: “La macana es que Lozano da poco, da bajo”, en referencia a las encuestas de intención de voto en la Capital Federal. El economista de la CTA respondió con munición gruesa: “yo podría decir que él se baja (de la candidatura nacional) porque mide bajo”. La incomunicación entre los dos dirigentes sólo es parangonable con la distancia que separa a los socialistas Hermes Binner y Rubén Giustiniani, a punto de enfrentarse en una interna feroz. ¿Escaparán al triste destino del progresista argentino?

Macri, en cambio, habló de concordia. Enumeró seis puntos para establecer consenso sobre políticas de Estado: educación, pobreza, un pacto fiscal, infraestructura, trabajo y seguridad. La conferencia de prensa del líder del Pro arrojó un dato sobresaliente: hasta las fuerzas de la centroderecha incorporan a la educación pública gratuita y de calidad, el combate contra la pobreza y la obra pública, entra sus prioridades.

El nuevo intento frentista de Macri cosechó la adhesión de Cobos y Eduardo Duhalde, así como el previsible rechazo de los dirigentes que se ubican en el denominado espacio progresista. Alfonsín criticó que se hablara de blanqueo y se sorprendió ante la propuesta de reactivar los ferrocarriles, en especial el Belgrano Cargas, administrado por Franco Macri.

Macri insiste en una oposición unificada con un solo candidato que salga de las primarias. Los radicales Cobos, Sánz y Oscar Aguad ven con buenos ojos un acercamiento con el PJ disidente y con el Pro. Duhalde es el padre de esta idea: un “frente amplio”, muy amplio, con todas las fuerzas anti kichneristas. Alfonsín se entusiasma con sumar al GEN, al Socialismo y a Proyecto Sur, aunque no rechaza explícitamente al PJ Federal, no quiere saber nada con Macri.

Las eventuales alianzas de Stolbizer sólo abarcan a alfonsinistas y otras fuerzas de centroizquierda, de Binner a Solanas. El líder de Proyecto Sur aspira a conformar una tercera fuerza con Binner, Juez y Stolbizer pero rechaza abiertamente un acuerdo con el PJ o la UCR. Binner no irá con Macri a ninguna parte, quiere constuir un frente progresista con Solanas, Stolbizer y Alfonsín. Elisa Carrió no se imagina en ninguna alianza ni pequeña ni amplia. Todo eso pasa. Se puede decir cualquier cosa de la política en Argentina, menos que es aburrida.

  • Reynaldo Sietecase, periodista
  • Nota publicada en Diario Z edición 14.04.2011

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