Los aterrizajes en la pista privada de Inversora Juramento en Joaquín V. González guardan sorpresas. Allá por 1993, la avioneta en la que El Tribuno me envió a entrevistar a Jorge Brito debió abortar in extremis la maniobra de aterrizaje y apuntar la nariz al cielo cuando una vaca del feedlot saltó los alambrados y se plantó en medio de la pista.
El Tribuno nunca lo informará todo cuando toque temas como Macro o Brito. Esta vez ni siquiera utilizó la usada frase “por causas que se tratan de establecer” para evitar hablar de las causas, pero es posible que otra vez una vaca díscola y harta de los encierros del feedlot y del mismísimo alimento de siempre y sin deseo alguno de terminar sus días en congelada en el frigorífico, haya decidido cortar no la ruta sino la pista, justo cuando llegaba el jefe.
Dejemos a la res y a sus rebeliones. Uno puede preguntarse también si con tanta vaca alrededor es inteligente hacer funcionar una pista de aterrizaje, por más alambrados que pongan, que a fuerza de encierros las vacas terminan sabiendo por dónde fugar.
Uno piensa si alguna autoridad oficial de peso y dispuesta a hacer valer su autoridad evaluó sus condiciones, o si en Argentina el que puede se construye una pista como le dé la gana y listo.
Uno también se pregunta , en otro ámbito, si la finca de Inversora Juramento presentó alguna vez una evaluación de impacto ambiental de los feedlot , si una autoridad ponderó esos informes y si por si acaso una vez le ordenó a Brito hacer tal o cual modificación en el tratamiento del agua, por ejemplo, para evitar contaminaciones en los ríos de la zona.
O si, por el contrario, Brito y compañía utilizaron el remanido argumento de que “hemos invertido tantos millones” y “creado tantísimos puestos de trabajo” para excusarse de normas y controles.
¿Y quién controla al Macro?
Es cierto que en 2014 unos obedientes legisladores justicialistas le han dado a Urtubey -a pedido del Macro, supongo- , una ley que facultó al gobernador a extenderle el plazo de la concesión del manejo de todo el dinero oficial de la Provincia por diez años más.
Uno se pregunta entonces cómo, porqué, la Provincia, digamos mejor porqué Juan Carlos Romero, Juan Manuel Urtubey, le han eximido a Brito de la obligación de presentarse a licitaciones públicas y de competir con otros bancos –ahora que estamos en plena etapa capitalista- para quedarse con el manejo del dinero de todos los salteños, y cobrar encima algunos dividendos, que nunca sabremos cuántos.
Porqué Brito tiene coronita.
Uno se pregunta, por ejemplo, si este capitalismo versión argentina que un Romero, un Macri, o un mismo Brito dicen que ya no se pueden cuestionar, no se mueve sólo por la búsqueda del lucro, sino también por la prepotencia.
Qué bárbaro, lo que puede hacerte pensar una vaca rebelde.