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Turismo y alta suciedad

Basura y malezas
Basura y malezas
“Salta limpia, dos veces linda”. ¿Recuerdan esta frase? Seguramente que sí. Y, ¿qué sensación les produce al leerla? Tal vez un poco de desconcierto o incertidumbre al darse cuenta que hoy esta frase parece olvidada. Este lema surgió con la intención de concientizar a la población salteña de la importancia de cuidar nuestros espacios verdes, de mantener nuestro casco histórico sin restos basurales, de elegir por ejemplo, no tirar un papel de caramelo al piso sino guardarlo hasta encontrar un cesto de basura, de simplemente cuidar la limpieza en la ciudad en beneficio de nosotros mismos y de quienes nos visitan cada día. Esta es nuestra imagen.


Sabemos que nuestra provincia atrae a miles de turistas todo el año. Colonial y moderna, siempre segura y acogedora; su calidez y tranquilidad, la atractiva fisonomía hispánica de sus calles sobre el verdor de sus cerros circundantes y las bondades de su clima templado, dan marco a las más variadas actividades.

Pero he aquí mi planteo. Podemos atraer a los turistas con nuestras bellezas naturales, con la magnificencia de nuestras montañas, con la exuberancia de nuestros bosques, con nuestros museos, con nuestros espectáculos y hasta con exhibiciones de nuestras tradiciones, pero es imposible no darse cuenta que, al mismo tiempo que atraemos a unos cuantos, estamos rechazando a miles de ellos con nuestras calles sucias, con basuras vertidas en los espacios verdes, como el Parque San Martín.

Con las aguas servidas que discurren por nuestras calles como si brotasen del más puro de los manantiales subterráneos, con los perros vagabundos copulando al alba en plena
Plaza 9 de Julio, con choripaneras y carritos sandwicheros establecidos en lugares en donde no hay agua corriente ni servicios sanitarios mínimos, y con un sinfín de otras manifestaciones de falta de limpieza, tanto o más graves que éstas.

La limpieza es la base de toda cultura, y por consiguiente, una sociedad que no tiene a la limpieza entre sus prioridades, no puede presumir demasiado de su cultura.

La belleza de una ciudad no solo es tener atractivos turísticos que visitar, ni contar con la mejor gastronomía, ni con los mejores alojamientos hoteleros, ni haber recibido quizás la mejor atención durante su estadía; todas estas cuestiones son muy importantes a la hora de elegir un destino: alojamiento, atractivos, opciones de actividades en el destino, entre otras; pero cada una de ellas no es el eje central sino que todo se basa en un sistema turístico, que funciona interrelacionado entre sí.

Pero qué pasa si ustedes visitan un determinado destino para sus vacaciones, y durante la estadía en el hotel elegido han sido atendidos de acuerdo a sus expectativas; compraron una excursión y regresaron de ella fascinados con los paisajes que observaron a lo largo del recorrido, con las actividades que la agencia les ofreció, la gastronomía del lugar fue excelente y el clima también propició que la salida fuera un éxito.

Pero al recorrer las peatonales del centro de la ciudad o las calles que circundan donde estaban hospedados, se encuentran con una imagen nefasta, con una gran cantidad de papeles y basura dispersados por los lugares frecuentados; caminan y se encuentran en cada esquina con montañas de residuos, vidrios rotos y bichos desagradables como cucarachas, producto de los desechos abandonados por los múltiples comercios ubicados en la zona céntrica y alrededores.

Seguramente no es una situación agradable a sus ojos y todo lo bueno que le hayan pasado previamente comienza a derrumbarse poco a poco y rápidamente la imagen formada del lugar se va convirtiendo quizás en una mala elección.

La pulcritud, se dice comienza en la casa, así que si los turistas que nos visitan son protagonistas de las malas costumbres que se tienen en la sociedad salteña actual, ¿con qué autoridad moral podremos exigirle a los turistas que cuiden nuestro patrimonio natural o cultural, si nosotros que vivimos en estas tierras, no valoramos lo que tenemos?

Y por qué digo que no valoramos lo que tenemos, porque si así lo hiciéramos, tomaríamos conciencia por nosotros mismos del valor que tiene todo lo que nos rodea.

Y no sólo hablo de valor turístico, el hacerlo por el simple hecho de que el “turista” nos viene a visitar y que va a decir si ve la ciudad sucia, que imagen se llevará. Si bien es muy importante mostrar nuestra mejor cara a los que nos visitan, porque esto también nos ayuda a atraer mayor cantidad de turistas, debemos priorizar lo que es la cultura de la limpieza para nosotros, que somos los primeros beneficiarios.

Nosotros somos los que día a día disfrutamos de los espacios verdes, con nuestros hijos o nietos, a quienes llevamos a pasear los domingos a la tarde, ellos son los que alborotados por la alegría de haber salido en familia, corren y juegan en todo esos espacios. Pensemos entonces en ellos, que feo se los ve jugar en medio de un tendal de basura, que riesgos corren al encontrarse rodeados de tantas bacterias y virus que acechan ante la primera señal de suciedad.

Cuando vamos de compras o quizás solo a caminar por las peatonales o el casco céntrico, ¿a quién le agrada esquivar o pisar la basura que se va acumulando en las calles o que se dejan en los bordes de las veredas?

Ahora bien, estos son algunos de los ejemplos que se pueden mencionar y que forman parte de nuestra vida cotidiana. Entonces reflexionemos sobre todo esto, ¿queremos seguir viviendo en medio de esta mugre? ¿O vamos a cambiar nuestro paradigma y a comenzar a ser más pulcros? No esperemos a que el otro cambie, si él tira el papel entonces yo porque tengo que hacer lo contrario; cambiemos este pensamiento ignorante y comencemos por cambiar nosotros.

No cuesta nada guardar en el bolsillo o en la cartera el papel de un caramelo que acabamos de comer, esperar a ver un cesto y lo tiramos o podemos también llevarlo hasta la casa y recién ahí deshacernos de él. ¿Por qué tirar entonces papeles o restos de comidas en la vía pública? Si cada uno aporta un grano de arena, entre todos podremos lograr que Salta sea de nuevo “la linda”.

Sabemos que no es fácil pero tampoco imposible. Como ciudadana de esta provincia, me encantaría sentarme con el Ministro de Turismo y Cultura, con el Ministro de Salud Pública y con todas aquellas autoridades responsables de mantener y regular la limpieza de nuestra ciudad, para poderles hacer llegar todas mis inquietudes y la de muchos que no se animan a decirlas en voz alta.

Mi intención de reunirme con ellos es proponer nuevas regulaciones municipales y por qué no provinciales. Obligaciones que exijan a todos los comerciantes que se encuentran en el radio céntrico, en un principio, a mantener siempre en condiciones sus veredas; otra sería solicitar la instalación de cestos de basuras en las paradas de colectivos y en las cuadras por cada tres o cuatro comercios, para cargarlos con los desechos residuales diarios; proponer a la Municipalidad que, por lo menos en el centro, los recolectores de residuos circulen más temprano para levantar la basura y así de esta manera evitar la mala imagen que se ve con tantos residuos a la vista.

Si todo esto sucediera y aun así hubiera personas que no entendieran el concepto de una ciudad limpia, se deberían implementar multas por ser tan sucios y ese mismo dinero se debería destinar para el mantenimiento municipal. Si se pudiera lograr que las autoridades le den prioridad al planteo expuesto, Salta logrará un gran paso cultural y los salteños proyectaremos una mejor calidad de vida.

  • Colaboración de Silvina Barbosa y compañeros de curso, dirigida al Ministerio de Turismo.

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