“Que me devuelvan las seis que me faltan…!!!” grita el tipo indignado cuando alguien se encarga de explicarle que a cada hombre le corresponden siete mujeres. Algo parecido ocurrió el viernes 2 de marzo en los colegios cuando los docentes se enteraron que la presidenta informó a la Asamblea legislativa que los educadores gozan de tres meses de vacaciones… “que me devuelvan los 2 que me faltan..”.
“Definitivamente la presidenta se comió el mito de las tres meses” rumiaban los pocos kirchneristas que aún quedan entre los trabajadores de la educación, tratando de justificar la provocación presidencial lanzada por cadena nacional en contra de los maestros en huelga, “la presidenta no está bien informada” declaraban otros que tienen la doble responsabilidad de ser “representantes” de los trabajadores y ministros sin cartera de las patronales.
Sin duda Cristina Fernández sabe perfectamente bien que los docentes tienen 40 días de vacaciones; ella está al tanto de esto, porque el brutal ataque a los docentes forma parte de la rutina de sus mensajes inaugurales en la legislatura desde hace cinco años. Tuvo tiempo de averígualo y de meditar en profundidad lo que se disponía a anunciar.
C. Fernández tiene una cruzada particular en contra de los 98 mil docentes argentinos. Y, tanto por el espacio elegido para la provocación, como por la audiencia que la escuchaba y aplaudía no podemos dejar de analizar que esto no fue al azar; no fue parte de un exabrupto emocional provocado por una viudez inesperada, como tampoco producto de una colusión hormonal tiroidea.
Cristina Fernández, supo desde el principio sobre la ola de repudio social que generó el aumento que se decretaron diputados y senadores de la mano de Ciccone-Boudou y del terrateniente, devenido en representante popular, Julián Domíngue; atacar a los maestros en el ámbito del Congreso Nacional significó un reconocimiento y un espaldarazo al insulto que significan los siderales sueldos de los representantes populares en relación a los miserables salarios docentes.
No fue al azar de ninguna manera, fue una declaración meditada y estratégica, sin dudar tampoco, sobre la repercusión mediática y social que tendrían sus palabras: semejante provocación montada en el marco de una huelga del magisterio que alcanza a 10 provincias, no haría más que generar un debate nacional; eso lo busco y eso consiguió. Desalojando, como beneficio colateral, del primer lugar en la información la masacre de Once que comprometen a su gobierno hasta los tuétanos; los informes secretos “X”; el repudio social a la megaminería; el caso de su vice que busca hacerse millonario, como ella, teniendo la manija de la máquina de billetes; el tarifazo declarado y otras expresiones relativas a la lucha social que vienen minando su imagen.
Fernández de Kirchner con esto pateó el tablero, señalando que los gremios oficialistas que acompañan su cruzada “nacional y popular” deben someterse abiertamente a las necesidades del estado y romper con la lógica antigua de “la carpa blanca”; esto se lee fácilmente: “muchachos –les dice la presidenta a sus compañeros de ruta de Ctera y los frente gremiales provinciales- a ver si se dejan de joder con medidas de lucha. Si Uds. quieren formar parte del modelo, cosa que declaran todo el tiempo, cortenlá con la discusión salarial, disciplinen de una vez por todas a sus bases y empecemos a hablar de los pibes”.
La provocación de Cristina Fernández cobra así una amplitud extraordinaria que deja paralizados a los dirigentes burocráticos y a la propia base docente adicta al kirchnerismo. La presidenta no sólo habló de los “tres meses de vacaciones” -como si se tratara de una doña que barre la vereda mientras se ofende por los papelitos que dejan las masas en sus movilizaciones- hablo básicamente de rebajarle el salario a los maestros metiendo mano en el Fonid (incentivo docente) y de renovar el contrato transitorio con la burocracia sindical bajo la condición de una entrega absoluta.
El estado –dijo- quiere dejar de hablar de salarios con los gremios y empezar a hablar de las condiciones de trabajo: los tres meses de vacaciones; de las cuatro horas con estabilidad, de la injusticia que significa que ganen igual, por igual trabajo, docentes distintos, etc. Es decir, una ofensiva en regla en contra de las condiciones laborales de los trabajadores del magisterio para adecuarlas a la “sintonía fina” del ajuste.
Para eso recurre a un recurso burlón, mentiroso y canalla: la estadística. Habla de aumentos superiores al 600 por ciento, cuando el básico docente está por debajo de la línea de indigencia; y el neto, con los pagos en negro, apenas supera la línea de la pobreza. Habla de privilegios históricos “bueno…las cosas siempre fueron así frente a la obligatoriedad de las ocho horas de trabajo del resto de los trabajadores los docentes trabajan cuatro horas” ¡¡¡ y esto lo dice frente a una asamblea que reúne los tipos más privilegiados del país!!! Sus socios políticos.
Sin duda los docentes nos disponemos a enfrentar tiempos difíciles. La respuesta de los sindicatos cristinistas en la provincia de Bs. As. en el día de ayer fue más que simbólica: suspendieron las asambleas convocadas y cerraron las puertas con doble llave para impedir el debate entre las bases docentes.
No quieren ver lo que tienen frente a sus ojos. La ofensiva antidocente cobra forma, es una estructura que día a día se va llenando de carne podrida sacada del libreto derechista histórico y los dirigentes le ponen candado a las puertas de los sindicatos.
Hasta hoy, el martes que viene hay un paro nacional convocado por Ctera, la asamblea clausurada por la lista celeste de La Plata sesionó igual pese a la censura gremial oficialista y marcó un camino: movilizarse el martes próximo al Ministerio de Educación Nacional para repudiar el discurso antidocente presidencial, la rebaja salarial y lucha por un sueldo digno de 4 mil pesos de básico.
Los docentes somos los primeros en indignarnos con los privilegios, somos concientes de nuestra propia precariedad en cargos suplentes, provisionales permanentes, espacios curriculares sin situación clara de revista. Somos concientes de nuestra propia auto explotación trabajando dos y hasta tres cargos.
La presidenta, también conoce esta situación; ella misma declaró que hay 98 mil docentes para más de un millón y medio de cargos, sin darse cuenta que con esto declaraba su propia burrada sobre las cuatro horas de trabajo. Hay que aprender a dividir antes de manipular los números como si fueran opinión pública. ¿o no, doña?
- Daniel Cadabón