Faltan apenas dos semanas para la finalización del año 2012, y con la llegada de la Navidad y los festejos por el año nuevo me resulta inevitable volver al recuerdo de un nuevo aniversario de la muerte de quien me honrara –injustificadamente- con su cariño incondicional, el periodista y amigo entrañable Sergio Poma.
Un primero de enero del año 2008 fallecía luego de una prolongada enfermedad dejándonos a quienes tuvimos la fortuna de estar cerca, enseñanzas invalorables sobre el periodismo radial, sobre el arte de la comunicación social, y por sobre todas las cosas, compartiéndonos el sabor exquisito que se desprendía de su naturaleza de luchador incansable.
Recuerdo que enterado de su condición de enfermo terminal, desoyó sin dudar las sugerencias de reposo y de retiro a una vida sin estrés que le podría tal vez haber proporcionado una mejor calidad de vida y una eventual mejor fortuna con su tratamiento. Por el contrario, intuyendo su próximo final redobló esfuerzos para enfrentar la persecución política y judicial que llevaba adelante el entonces gobernador Juan Carlos Romero, y contrariando los consejos de sus asesores en lugar de ejercer la defensa de su persona continuó hasta el último aliento con su posición de acusador. “Prefiero ir preso a decir que Romero es honesto”, nos repetía defendiendo sus convicciones.
Entre las denuncias que realizaba Sergio Poma al entonces gobernador y que le generaron las causas judiciales con que el mandamás y un obediente magistrado lo perseguían, estaba la del uso y abuso indiscriminado de las aeronaves de la Provincia de Salta. Esta conducta por supuesto que era negada una y otra vez por el venal funcionario. Según lo afirmaba en sus demandas, las acusaciones eran falsas y afectaban su imagen, su conducta republicana y su honor.
En esta semana que finaliza fueron exhibidas fotos del helicóptero que debería estar siempre afectado a emergencias, siendo utilizado por el impresentable ex gobernador, su ministro de la Corte de Justicia, el abogado Gustavo Ferraris, y otras amistades en una excursión de pesca que se quiso presentar como un alto para descansar durante una supuesta agotadora gestión oficial en día sábado, estupidez carente de ingenio que por supuesto nadie creyó y que prueba sin lugar a duda alguna, que lo que Sergio Poma denunciaba era totalmente cierto. También lógica e inevitablemente esos documentos prueban que Juan Carlos Romero no tiene imagen, ni conducta republicana, ni honor.
En medio de este sainete de mal gusto y ante la contundencia de las pruebas que lo exponen como un mentiroso y un personaje beneficiado ilegítimamente con los bienes del Estado, tuvo que salir a escena su vocero oficial el periodista Fernando Palópoli, quien en realidad se encuentra contratado por el Senado de la Nación para tareas legislativas y no para el desmanejo de la enésima y descabellada nueva campaña política del personaje. Y en su torpeza comenzó negando los hechos, para después tener que dar lugar a la realidad y reconocerlos.
Y como broche de oro de la inconducta, carencia de imaginación, ausencia de decoro y falta de vergüenza, el mismo Juan Carlos Romero apareció en los medios con pretensión de dar explicaciones. ¡Ay! Si Don Ata lo hubiera tenido a la mano le hubiera espetado su famoso “No aclare Paisano, que oscurece”. Quien tenía alguna duda sobre la impostura del senador nacional la despejó escuchando sus tartamudeos.
Tal vez en esta rueda insensible y perversa de la degeneración de la política, donde personajes como el frustrado querellante de mi Amigo se maneja como pez en el agua, las secuencias de vida y los mensajes de alguien como él les resulten inentendibles. Y hasta es lógico porque sus parámetros de vida y de egoístas apetencias personales pertenecen a otro esquema, a otra escala de valores, a otras miserias, a otras vanidades. Son en el fondo ilustres nuevos millonarios gestados a la sombra de los negocios del poder, es decir, pobres de pobreza absoluta.
A veces me gusta pensar que mi amigo está cerca. Fantasear con la idea de que me escucha, me guía y se ríe conmigo. Y en ese instante melancólico cuando la ausencia de su voz y el silencio del estudio de radio me devuelven a la realidad, alcanzo a comprender la grandeza que implica el no darse por vencido hasta en el peor momento de la vida de un hombre. Y recuerdo que postrado en una habitación de hospital y habiendo asumido que estaba cerca su final, con un casi imperceptible hilo de voz me dijo que se moría en paz, y con ganas de seguir luchando.
Hoy seguramente amigo, donde quiera que tus desvelos transiten, estarás dichoso de saber que tus verdades se han hecho evidentes y que tus ganas de seguir luchando están intactas. Y que resultaron trascendentes tus utopías que nos ayudan a seguir caminando. Hoy seguramente Amigo, estarás riendo como lo hacías siempre, franca y abiertamente, y siempre hacia adelante.
- Daniel Tort, abogado y periodista
tdaniel@arnet.com.ar
- Foto: FM Noticias