La gira del presidente de los Argentinos a los llamados Países Bajos, dejó un sinnúmero de comentarios periodísticos, que van desde la ropa que usó la primera dama, pasando por el papelón de Esteban Bulrrich cuando se refirió a Ana Frank, hasta llegar al consabido llamado al diálogo para que todos juntos saquemos al país adelante.
El visitar ese país, para quienes vivimos la secuencia del nombramiento de todos los CEOS de las empresas multinacionales como funcionarios de primera línea gubernamental, no se nos aparece como una casualidad, sino como una causalidad muy marcada.
La Royal Dutch Shell, que aporta gran parte de los 40.900 euros recibidos en el año 2016 por cada holandés según los datos oficiales del crecimiento del PIB de ese país (http://www.datosmacro.com/pib/holanda), es la firma transnacional que ha colocado al frente del plan energético de Argentina a uno de sus principales ejecutivos.
Juan José Aranguren, que es de profesión ingeniero químico, pasó directamente de la presidencia de la filial argentina de esa petrolera -además de haber sido al mismo tiempo Vicepresidente de Suministros para América Latina de la misma empresa- a oficiar de Ministro de Energía de Argentina.
Recién varios meses después de asumir y con posterioridad a la firma de compras directas de gas desde Chile con la intermediación de la misma firma de la cual era accionista, y del vergonzoso tarifazo que conmocionó al Pais y afectó de manera directa la economía de millones de hogares de ciudadanos que acababan de recibir la devaluación del 40% de la moneda argentina, el insípido funcionario en septiembre de 2016 vendió electrónicamente sus $ 16,3 millones en acciones Royal Dutch Shell PLC clase A.
Ese escandaloso nivel de impunidad llevado adelante por el oficialismo gobernante ante los ojos vista de toda la población, con el rótulo de gestión del mejor equipo de funcionarios de los últimos cincuenta años, es apañado por un conjunto orquestado de la prensa comprada, cómplice y obsecuente, que comparte intereses en esos negociados.
No de otra manera se puede entender que una periodista del diario La Nación llamada Maia Jastreblansky (La Nación 14/09/2016) llamara a esa venta tardía y que evidenciaba en escritura pública el delito de negociaciones incompatibles con la función pública –por lo menos- como “Aranguren vendió sus acciones en Shell para cerrar la polémica” La semántica liberal utiliza polémica en vez de delito.
Por eso el viaje completo, las relaciones diplomáticas con sonrisas fingidas, las cenas y almuerzos fastuosos, las condecoraciones y las firmas de supuestos acuerdos de cooperación –en este caso de aprovechamiento de recursos hídricos- que todo el mundo sabe que solamente son cartas protocolares sin resultado concreto alguno, son solamente la caricatura que esconde el festejo por el cierre de negocios millonarios.
Y la línea de apertura de esos emprendimientos comerciales de orden transnacional, va siempre acompañado de frases cortas y con pretensiones de mensaje revelador. Por ejemplo la grosera frase vertida por Mauricio Macri de que “la conflictividad no alienta las inversiones” que pinta de cuerpo y alma enteros los planes del futuro inmediato del clima interior del país.
Para la mentalidad liberal capitalista concentradora que lleva adelante el plan de ajuste, la devaluación, el aumento del endeudamiento externo, la negativa de apertura de paritarias, los techos salariales, la apertura de las importaciones, y la depresión intencional del mercado interno para el beneficio de los exportadores de bienes primarios y los importadores de productos que hasta hace poco se producían en el País, no deberían generar conflictividad –la queja de nadie- para que vengan los inversores.
Cuando un presidente como el nuestro reclama a viva voz, que los ciudadanos que sufren directamente el ajuste del plan económico liberal que llevan adelante no deben generar conflictividad, quieren hacer creer que esa conflictividad nace de la intolerancia, la grieta, el relato o la intención desestabilizadora de grupos opositores, y no de la realidad de una economía nefasta.
Cuando un presidente como el nuestro quiere llevar adelante la transferencia de recursos del sector del trabajo hacia la especulación inversora extranjera, y esa supuesta inversión extranjera reclama seguridad jurídica, queda claro que la seguridad que piden es la de la tasa de retorno y no la de la normalidad institucional, o la distribución del ingreso per cápita –como en Holanda- que obviamente no les importa en absoluto.
Cuando un presidente como el nuestro se comporta en definitiva de esa manera, debe quedar perfectamente en claro que el rumbo que Argentina ha emprendido de la mano de estos empresarios, está precisamente a contrapelo del interés de las mayorías, y que no se precisa ni diálogo, ni consenso, ni mesas de negociación, ni discursos vacíos.
Si se necesita, sin más demora, resistencia organizada.
- Daniel Tort, abogado y periodista
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