Con motivo de las recientes nevadas en la ciudad de Salta, pudimos observar en los medios de prensa nacionales la copiosa precipitación de prejuicios y desinformaciones respecto del noroeste argentino. Frases como “fenómeno muy poco habitual en una ciudad con clima subtropical”, “debe ser la primera vez que esta gente ve la nieve”, etc. se vertieron en los principales canales televisivos de Buenos Aires y hasta fue posible escucharlas de boca de turistas que visitaban a Salta.
El júbilo y la sobreabundancia de información sobre la nieve parte en realidad del prejuicio bien argentino, especialmente porteño, de asociar el frío y la nieve al desarrollo (a causa de una idealización pequeño-burguesa de la Europa civilizada) mientras en general se asocia imaginariamente el calor con un supuesto subdesarrollo y atraso. Es decir, sería más justo y coherente que nevara en la Buenos Aires que continúa, a pesar de sus transformaciones, mirando un poco a Europa que en la localidad de La Quiaca, en la frontera con Bolivia, como si la nieve debiera obedecer a determinaciones subjetivas e ideológicas y no a cuestiones climáticas y geográficas.
Cholulismo y prejuicios
Además del cholulismo criollo y de los prejuicios, se cae en un simplismo originado en un desconocimiento geográfico que dice que cuando más al norte vamos y cuando más nos acercamos a la línea del Ecuador más altas son las temperaturas. Con ese único criterio una ciudad como la Paz, en Bolivia, debería de ser más cálida que Rosario de Santa Fe en la Argentina y se podría hacer creer, por ejemplo, que la ciudad de Buenos Aires es más fresca en verano que la ciudad de Jujuy y que es más lógico y natural que caiga nieve en el obelisco que en la ciudad de Salta.
Si nevó en Salta ¿cómo es que no nieva en la Capital Federal? Hasta se pudo ver gente en la 9 de julio esperando que algún copito solidario viniera a reafirmarle su pertenencia imaginaria a un fantasmático primer mundo con países fríos, paisajes alpinos, cabañas de té, lobos siberianos y trineos. Pero si hasta la navidad en este país se festejaba, bajo treinta y cinco grados de calor, con castañas y nueces como en la vieja Europa.
Otro simplismo inadmisible, originado quizá por la uniformidad del clima, la flora y la fauna que generalmente se observa en las provincias de la llanura pampeana, es homologar las variadas y diferentes zonas geográficas de una provincia como Salta a un solo clima, a una sola flora y fauna.
El famoso viento blanco
No es lo mismo, por ejemplo, la región subtropical al norte de la provincia (el llamado chaco salteño) con altas temperaturas en verano que las regiones del valle de Lerma donde se sitúa la ciudad de Salta rodeada de altas montañas y con un clima templado con una estación seca, o la zona de los valles Calchaquíes o la región cordillerana con clima seco andino donde frecuentemente sopla el llamado viento blanco (tormenta de nieve) y donde encontramos diseminadas no pocas poblaciones.
Pensemos en localidades como San Antonio de los Cobres donde es muy frecuente que en invierno la temperatura baje hasta 20 grados bajo cero. Si algunos comunicadores hubieran leído literatura del noroeste argentino, especialmente los cuentos de Juan Carlos Dávalos, por ejemplo, El Viento Blanco, no caerían en la inexactitud y el prejuicio de decir que en Salta la gente no conoce la nieve.
Cabría recordar además que ciudades como Salta, a más de mil metros de altura sobre el nivel del mar, ubicadas en zonas montañosas, tienen mayor amplitud térmica, es decir, mayores diferencias de temperatura entre el día y la noche; días cálidos o templados con noches y mañanas frías en donde la temperatura baja mucho más que en las ciudades de la llanura central del país.
No hay abrigo que alcance
Respecto de la nieve. Si bien no son frecuentes las nevadas en el centro de la ciudad de Salta (las últimas importantes fueron en el año 2000 y en 1996) es común que en algunos barrios aledaños, como el barrio Grand Bourg, ubicados al oeste de la ciudad suelan esporádicamente caer pequeñas nevadas.
Otra cosa es en los alrededores de la ciudad, en localidades como San Lorenzo (a solo 5 kilómetros de la ciudad de Salta) o Campo Quijano (a 25 kilómetros) o la Caldera (a 25 kilómetros), lugares en donde una buena nevada por año no es extraña. Es decir, los habitantes de la ciudad de Salta, a diferencia de lo que creen los canales televisivos de Buenos Aires, sí conocen la nieve. Mucho más la conocen, y la sufren, los humildes pobladores de la zona andina que deben soportar varios grados bajo cero y correr inclusive el riesgo de morir bajo las ráfagas del implacable viento blanco.
Pero la desinformación periodística sobre la nieve en Salta es en definitiva una cuestión menor y no afecta mayormente la vida cotidiana de nadie. Lo que es preocupante es que con esa misma ligereza y desconocimiento que se evidenció respecto de las nevadas, los medios informativos puedan tratar otros temas como la economía, la política, la cultura, la educación, etc. que sí afectan e inciden decididamente sobre la vida y la muerte de todos. Pero para esos casos no hay abrigo que alcance.
- Antonio Guitiérrez.
Escritor y Psicoanalista
Especial para Salta Libre