«Quiero recordar no solo a Hilda, que fue estudiante de esta Universidad”. Ramón Verón comenzó de esta manera un repaso por algunas historias personales que dan cuenta del compromiso y la pasión de los años 70. Hilda es Hilda Yolanda Cardozo, salteña, nacida en Talavera, licenciada en matemáticas y estudiante de ingeniería química en Rosario, de donde fue secuestrada el 13 de mayo de 1978.
Hilda fue una de las homenajeadas en el acto realizado el miércoles 30 de mayo, organizado por la Asociación Docentes e Investigadores de esa casa de estudios (ADIUNSa) para recordar a los estudiantes, docentes y otros trabajadores de la Universidad Nacional de Salta desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar.
Hilda era militante del Frente Revolucionario 17 de Octubre y en 1973 apoyó la candidatura a gobernador de Miguel Ragone, luego también desaparecido.
El 13 de mayo de 1978, cuando estaba junto a su compañero, Ramón Verón, en Rosario, Hilda fue secuestrada a la edad de 26 años. Estuvo alojada en la Fábrica de Armas Domingo Matheu, en Rosario. De allí fue trasladada a la ESMA y a La Perla, en Córdoba.
Su compañero, que también sufrió la detención ilegal y las torturas, no ha dejado de perseguir justicia, igual que el padre de Hilda, Francisco Cardozo, fallecido en 1998.
Ayer Ramón recordó la juventud y la presencia de Hilda, una manera de recordar sus ideales también, los que la llevaron a trabajar en barrios humildes.
Verón destacó la importancia de que cada año se sumen “caras nuevas” al reclamo de justicia. “Mucho tiempo fuimos invisibles”, recordó.
Ratificando las afirmaciones de Verón, entre los oradores del acto estuvo Daniela Arjona, jovencita, breve, se acercó al micrófono para dar a conocer la adhesión al homenaje de la agrupación estudiantil ADN Rebelde. “Creemos importante estar acá y seguimos en la lucha por juicio y castigo”, dijo.
La secretaria general de ADIUNSa, Carmen Hernández, abrió la rueda de oradores reseñando algunas “deudas” de la Universidad Pública, como que continúe vigente la ley nacional de educación superior, sancionada en 1995, durante el gobierno de Carlos Menem.
También consideró “bueno” que se lleven a cabo los juicios por las desapariciones de la UNSa, pero lamentó que la querella de esta Universidad en el juicio que comenzó el pasado 21 de mayo haya quedado reducida a una presencia simbólica, dado que las autoridades universitarias actuales no tuvieron el cuidado de que se presentaran en el plazo establecido. Hernández dijo que están esperando una respuesta sobre esto.
En el megajuicio que comenzó el 21 de mayo, ante el Tribunal Oral en lo Federal Criminal de Salta, se investigan –entre otros crímenes de lesa humanidad- las desapariciones de Silvia Aramayo y Gemma Fernández, docentes universitarias; de Víctor Brizzi, trabajador no docente, desaparecido cuando cumplía el servicio militar obligatorio, y del estudiante Carlos Estanislao Rojas.
Cristina Cobos, esposa de Brizzi y miembro de la Asociación de Derechos Humanos Lucrecia Barquet, y Mirta Torres, ex presa política e integrante de Familiares, recordaron los comienzos de la Universidad Nacional de Salta.
Al final se hizo un recorrido por las aulas que llevan los nombres de los desaparecidos de la Universidad.