Fue una “mojada de oreja” al gobierno. Algunos funcionarios e intelectuales saltaron como ‘leche hervida’. Luego tuvieron que apaciguar las cosas. El anuncio de Mario Vargas Llosa en la Feria del Libro trajo las repercusiones que se hicieron internacionales a través de los medios. El tema fue instalado. Le sirvieron en bandeja a ‘Varguitas’ (así fue bautizado el último premio Nobel de Literatura por sus antiguos ex-amigos) ponerse en el centro de la escena. A su juego lo llamaron. Va a hacer su fiesta.
Son conocidos sus debates en nombre del neoliberalismo conservador desde la época de Bush. representando una clara línea política de la derecha norteamericana y española.
Este es un año político. Así que las fundaciones que lo traen para inaugurar la Feria del Libro 2011 no lo hacen inocentemente. Estas son las reglas del mercado justamente en una exposición de libros y cultura cada vez más mercantilizada. Por allí cada año pasan cerca de un millón de personas y se ha convertido luego de la Feria del Libro de Frankfurt (Alemania) y Guadalajara (México), como una de las más importantes.
El error cometido desde los funcionarios, que comenzó con la opinión del director de la Biblioteca Nacional y luego de otros intelectuales, fue criticar la apertura de ‘Varguitas’ como una ofensa a la inteligencia y el honor de los argentinos. Esto sirvió para que todo el holding y el monopolio de Clarín y el español Prisa, se le fueran encima con su clásico- cliché: ‘falta de libertad de expresión en la Argentina’,
Del otro lado, el aparato de medios del Estado no se hizo esperar (comenzando por ‘6,7,8’, diarios y radios afines) llevando a intelectuales- hoy funcionarios- a opinar, escribir y debatir la cuestión. Un escritor- invitado en el programa de la productora de Diego Gvirtz (Duro de Domar, 6,7,8 y TVR)- comparó la situación de Vargas Llosa con el tratamiento que el peronismo le hacía a Borges. Y daba en el punto de como se mezclan las cosas.
Vargas Llosa es un gran escritor, especialmente sus primeras novelas y cuentos. Adhirió al marxismo cubano, en la época del boom latinoamericano. Después se peleó con Gabriel García Márquez (algunos dicen por diferencias ideológicas otros por mujeres) y Fidel Castro. Se travistió de moralista y juez queriéndose hacer el ‘Albert Camus’ (en el que solo se le parece ahora en haber ganado un Nobel como el escritor argelino-francés).
Fue candidato a presidente por su país de origen, Perú; luego se hizo ciudadano español y ahora vive en Inglaterra. Hace giras por el mundo como esos pastores evangélicos, auspiciado por las corporaciones financieras.
En sus debates políticos solo sabe repetir el cassette de economía ultraliberal: la no intervención del Estado y la inversión de capitales privados. Algo que nos impusieron a los argentinos por los 90 dejando al país como lo dejaron: la riqueza concentrada en pocas manos.
Por eso Varguitas habla en contra de los ‘populismos’ Latinoamericanos. Hay que dejarlo hablar, porque sino se sentirá censurado, el tema es que la gente debe saber que no habla como hombre de letras (‘La fiesta del chivo’ es el título de una de sus novelas), habla (sus artículos aparecen aquí en el diario La nación)) como hombre político, aunque quiera hacerse el filósofo. Sobre ello uno podrá responderle. Mario Benedetti en un tono jocoso decía: “A Varguitas hay que leerlo, no escucharlo”.
- Carlos Liendro
http://huespedesdepaso.blogspot.com
http://cinearteveounavoz.blogspot.com
www.pulsacion.org.