-*Carlos Humberto Saravia
Dirigente UCR Salta
Ante los intentos de desestabilizar el “Acuerdo Cívico y Social” por parte de un reducido sector de dirigentes capitalinos, me veo en la obligación de reivindicar a la casi totalidad de correligionarios que orgánicamente, y en toda la geografía provincial, han acatado las decisiones tomadas por el Diputado Nacional Miguel Giubergia. La intervención fue solicitada de manera casi unánime por el sector orgánico y la coherencia nos impone colaborar con su derrotero, signado por cronogramas electorales vertiginosos.
El presidente del Comité Nacional Gerardo Morales solicitó que se tradujera en Salta el acuerdo que vincula al radicalismo con la Coalición Cívica y el Socialismo y hemos contribuido a cumplir con esta manda, construyendo una alternativa al gobierno justicialista que no concluye en los comicios de este año, sino que se proyecta a la
elección gubernativa de 2001.
Las contradicciones del “Movimiento de Reivindicación Alfonsinista”, que lidera José María Farizano, lo han llevado a renegar del frente para luego buscar una candidatura proclamando el predominio de la notoriedad añeja por sobre el compromiso militante continuo. Olvida, convenientemente, que su ausencia fue también notoria durante casi una década, cuando las expectativas de todos los radicales salteños estuvieron rezagadas y la las elecciones las afrontaron los estoicos y los idealistas.
Insólitamente han desconocido los acuerdos con las fuerzas partidarias que confluyen con la UCR y, mientras se declama la necesidad de mejorar la política interna, se niegan a realizar aportes solidarios e intentan cerrar los caminos de participación electoral a otros afiliados.
A la intransigencia que busca captar a los ingenuos le opusimos el diálogo integrador, en la inteligencia de que los pasos del radicalismo deben obligatoriamente contemplar a la totalidad de los sectores y lugares.
Frente a estas posturas oportunistas, y las maliciosas versiones que instala este sector en los medios de comunicación, seguimos respondimos con apoyo incondicional a los candidatos a diputados nacionales y el armado de listas en todo el interior en contacto permanente con la dirigencia activa.
Está claro, entonces, que las elecciones se ganan trabajando y que la reivindicación de la figura de Raúl Alfonsín no puede ser abstracta, sino un reflejo de la vocación de diálogo y la tolerancia que lo distinguieron. Los que no lo entiendan, seguirán buscando solamente un sueldo en la Legislatura Provincial.