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No toca botón

jpg_Olmedo_Militar.jpgEn la jerga popular, ya se sabe, el término “botón” remite a la pertenencia a cualquier fuerza de seguridad, pero desde una perspectiva de desprecio o desconfianza. Otra variante del mismo término, más aguda, utiliza el término botón para asociarlo a la alcahuetería o el buchoneo.


“No toca botón” era el nombre de uno de los programas de mayor rating en la historia de la televisión argentina. Y también era la frase con que el genial cómico rosarino Alberto Olmedo, anunciaba la tanda publicitaria reclamándole a la inmensa audiencia que no cambiara de canal.

En esa época no existía el control remoto y los televidentes preferían quedarse sentados esperando que pasaran los avisos para volver a concentrarse en los personajes corporizados por Olmedo y otros grandes actores como Javier Portales y Ernesto Bianco, repitiendo los libretos escritos por Gerardo Sofovich.

En estos tiempos, otro Olmedo se vincula con la misma palabra, pero desde un ángulo muy distinto: “Olmedo botón, el servicio militar hacelo vos”. Así dice un graffiti escrito en varias paredes de esta ciudad, en obvia alusión al proyecto que impulsa el productor sojero y flamante diputado nacional por Salta, Alfredo Olmedo, para restaurar el servicio militar obligatorio.

En la jerga popular, ya se sabe, el término “botón” remite a la pertenencia a cualquier fuerza de seguridad, pero desde una perspectiva de desprecio o desconfianza. Otra variante del mismo término, más aguda, utiliza el término botón para asociarlo a la alcahuetería o el buchoneo.

Como se ve, todo muy lejos de aquella perilla que el Olmedo actor arengaba no tocar cuando dilapidaba histrionismo con su ininteligible “rucucu”, debajo de la galera y los bigotazos de su querible personaje ucraniano.

El mismo día en que debía jurar como diputado en el Congreso Nacional, Olmedo se gastó un vuelto para publicar en El Tribuno una solicitada color a toda página (por lo menos 20.000 pesos, según la tarifa política). Allí recordó haber sido impulsor como senador provincial de los proyectos para la sanción de la Ley de Discapacidad y del Ordenamiento Territorial.

Pero también aprovechó el descomunal aviso para volver a pregonar el impulso al polémico proyecto, que según confiesa, le fue sugerido por su tía de 80 años y que él enarbola como la solución a todos los males que hoy aquejan a jóvenes y adolescentes vinculados con la droga y la delincuencia.

El servicio militar en la Argentina fue derogado durante el gobierno de Carlos Menem, luego del asesinato del conscripto Omar Carrasco, en un cuartel del sur del país, víctima de un castigo brutal impulsado por un oficial y llevado a cabo por dos soldados.

El crimen de Carrasco llevó al límite la experiencia cuartelera que muchos jóvenes relataron acerca de su paso por la conscripción obligatoria. El término “colimba”, con que se denominaba la incorporación a la milicia acumulaba las silabas de “corra, limpie, barra” y enumeraba las actividades que los soldados debían realizar como factores principales del aprendizaje militar.

Sin embargo, el trato hacia los colimbas no sólo implicaba someterse a tareas de instrucción y trabajos de limpieza, sino que la disciplina y formación, llevaba según innumerables relatos a situaciones de humillación y sometimiento, en las cuales la violencia no estaba ausente.

El ejemplo mas contundente son las torturas sufridas por los soldados que combatieron en Malvinas, por parte de oficiales que arrugaron con los ingleses pero que eran expertos en estaquear y hambrear a chicos de 18 años que con la mínima instrucción fueron llevados a pelear contra la máxima potencia bélica del mundo.

De ese período, también son los reportes de soldados desaparecidos en los mismísimos cuarteles, donde en algunos casos, como en Campo de Mayo o el Tercer Cuerpo de Ejercito, funcionaban los más tenebrosos campos de concentración utilizados como parte de la represión ilegal aplicada por la dictadura.

Al margen de esos ejemplos extremos, muchos de quienes lograron sortear la conscripción recuerdan con tristeza que en el servicio militar también “se aprende a robar” para recuperar las cosas de las que se fue despojado por otro conscripto en una cadena interminable. Y al final para muchos, la sensación de su paso por el servicio militar era el de haber tenido “un año perdido”.

Parece ocioso señalar que las soluciones de mediano y largo plazo para los problemas que aquejan a los más jóvenes, no se van a acabar con la retórica y la disciplina cuartelera. Las causas son mucho mas profundas y deberían ser atendidas con políticas de prevención y contención que incluyan a la familia, no como el altar sagrado que pregona Olmedo en el cual él mismo no ha logrado comulgar, sino como el primer eslabón de una cadena de inclusión social, integrada con la educación, la salud y el trabajo.

Para ello además habría que instrumentar una equitativa distribución de la riqueza, algo que el gobierno KK pregona, pero no ejecuta (según el propio INDEC, la brecha entre ricos y pobres es mayor a la del año pasado: el 10 por ciento mas rico se queda con el 32,9 por ciento del ingreso, en tanto que el 10 por ciento apenas pobre apenas percibe el 1,3 por ciento).

Para Olmedo estos datos no parecen tener mayor importancia. Incluso no tiene claro siquiera si el servicio que pregona incluiría a la mujer, porque lo que esboza son sólo títulos y frases hechas como la que le tiró su tía.

Aún así, Olmedo, se sentó a la mesa de los almuerzos de Mirtha Legrand (otra erogación importante por el cubierto, según trascendió) para blandir su idea con las mismas frases que viene repitiendo desde que lanzó su candidatura. Así logró convencer a un electorado seducido con ls premisas de Tradición , Familia y Propiedad (Dios, Patria, Hogar), envuelto en la bandera argentina, cantando Aurora y regalando autos en los actos de campaña.

A su favor, no se puede decir que Olmedo sea un cuadro de la derecha conservadora. Su solidez intelectual es comprable con el libro Gordo de Petete. Más bien parece un paracaidista de la política, acostumbrado a concebir sus caprichos, disfrutando de los placeres de la vida mundana en lo más alto de la pirámide social como heredero de los cuantiosos negocios agropecuarios de su padre.

En ese marco, la diputación nacional de Olmedo, no es sólo un mérito de su marketing de campaña, sino del fracaso de los partidos tradicionales, atomizados en mil pedazos como el PJ, o diluidos en promiscuas alianzas (PPS-UCR) donde la ideología fue desplazada por fines electorales. Fue además la alternativa frente a los políticos desgastados y repetidos, que desde hace 20 años ocupan bancas o cargos ejecutivos, sin haber devuelto nada al pueblo que los eligió.

En los quince minutos de fama que le otorgó la Legrand, Olmedo repitió lo que dice siempre: que su proyecto castrense no implicaría una prestación bélica sino un servicio social y comunitario. También reiteró el sonsonete de que en ese periodo los jóvenes se encarrilarían bajo la premisa del respeto a los mayores, la valoración de los símbolos patrios y la veneración de la familia, teniendo a Dios como único referente.

La Legrand, obligada a escuchar y preguntar por el espacio concedido al pintoresco legislador, (Olmedo parece portar una sonrisa permanente), no dejó pasar la ocasión para descreer de su cruzada militarista y enrostrarle su perfil “desmontador” de 5.000.000 de hectáreas en Salta.

“Hay que producir alimentos para el mundo”, exageró Olmedo, cuya familia posee miles de hectáreas en varias provincias, principalmente dedicadas al monocultivo. Además, con su empresa Ecodesarrollo, es el socio principal de la UTE que obtuvo la concesión de 50 años de Salta Forestal (330 mil hectáreas en Anta), durante el gobierno de Juan Carlos Romero, obligado a pagar un canon ridículo por su explotación y con exenciones impositivas de privilegio.

Pese a todas las prebendas recibidas, según una inspección reciente del Ministerio de Trabajo, la empresa no cumple con premisas básicas de contratación de personal y mantiene en condiciones mas que precarias a los pastajeros que lograron permanecer en la zona.

Con todo ello, Olmedo ocupa ahora una banca en el Congreso Nacional siendo el jefe de su propio monobloque, lugar que utilizará para defender “los intereses del campo” y agregar otro mojón a su lista de actividades como piloto, corredor de autos y asiduo concurrente de la Balcarce, entre otras. Ya asegura que en 2011 competirá para ser Gobernador de Salta.

Dueño de una abultada billetera, Olmedo es de los que creen que así como financia propaladores afines que se creen grandes, todo se puede comprar, hasta los votos.

Promotor de la política con “raspadita”, este año fueron los autos y los ciclomotores. En la próxima campaña tal vez sean casas o silobolsas repletas de soja. Pero la historia está llena de casos donde los arribistas desaparecen por la propia volatilidad del electorado. Y tal vez en esa oportunidad, los votantes lo consideren descartable y contrariando lo que pedía Olmedo -el cómico- se animen a cambiar de botón.

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