- Por Reynaldo Sietecase
Hugo Biolcati inauguró oficialmente la Exposición Rural. Se quejó por la corrupción y la pobreza, la exclusión y la imprevisión. No explicó como
bajar la desigualdad sin cobrar más impuestos a los que más tienen. Días atrás fue el anfitrión de la mayoría de los legisladores de la oposición para discutir un nuevo esquema de retenciones. El objetivo es eliminarlas.
El jueves pasado entrevisté en la radio a Pino Solanas, recién llegado de
un viaje, y le pregunté si su ausencia en la convocatoria de la Rural tenía
que ver con que estaba afuera del país. El líder de proyecto Sur se rió y
me dijo: “si estaba en Buenos Aires tampoco hubiese ido”.
Ya expresé en este blog mi posición sobre el tema retenciones –una
herramienta económica indispensable para esta coyuntura del país– y expresé también mi opinión crítica sobre cómo el gobierno fomentó un conflicto insensato con todos los actores del campo sin discriminar entre pequeños y grandes, entre chacareros y pooles de siembra, y de esta manera permitió lo impensable: la sumatoria Sociedad Rural y Federación Agraria.
La soberbia y la prepotencia se impusieron sobre la racionalidad, el gobierno de Cristina Kirchner todavía paga costos políticos por ese desatino. Ahora bien, más allá de la postura que cada quien pueda tener sobre oficialismo y oposición el acto del sábado, permite ver con claridad qué sector representa Hugo Biolcati.
Esta semana, en la revista 23, Jorge Cicuttín recordó algunos datos interesantes: antes de la llegada del peronismo, de nueve presidentes cinco pertenecían a la Sociedad Rural. En el ranking de los más silbados y abucheados en los actos inaugurales de la tradicional Exposición están Hipólito Yirigoyen, Juan Domingo Perón y Raúl Alfonsín. Entre los más aplaudidos: Juan Carlos Onganía, que se paseó en carroza, y Jorge Rafael Videla.
El nombre más significativo que la Sociedad Rural le aportó al
país en los últimos cincuenta años es José Alfredo Martínez de Hoz. El sábado aplaudieron las palabras de Biolcatti, Eduardo Duhalde, Mauricio Macri y Francisco De Narváez (dueño del predio que le cedió generosamente Carlos Menem).
La mayoría de los analistas escribieron este fin de semana que el campo es un importante y nuevo actor político. Es necesario aclarar dos aspectos: no es el campo en su totalidad, cuando dicen el campo se refieren al sector más concentrado del campo, hablan de los patrones, la vieja y reciclada oligarquía agroexportadora. Y no es un nuevo actor, es un viejo actor político: siempre lo fue. Tanto por la vía institucional cuando estaba limitada la participación de las mayorías populares y proyectaban a la Casa Rosada presidentes y ministros, como cuando aplicaron la fuerza y apañaron golpes militares.
No habría que olvidar que los grandes terratenientes estuvieron detrás del asesinato de Francisco Netri, el primer presidente de la Federación Agraria. La única novedad es que este viejo actor de la política nacional expresa con claridad que está decidido a no perder sus privilegios y cuenta con aliados nuevos y obedientes.
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