El pasado 10 de diciembre de 2010, se han cumplido tres años de la gestión presidencial de la Señora Cristina Fernández, y cuarenta y cinco días del fallecimiento de su marido, y ambos acontecimientos marcan claramente un nuevo rumbo del país.
En una suerte de continuidad del trabajo que comenzara el ex Presidente fallecido, la actual mandataria había acentuado una línea de acción que en muchos aspectos significaban avances importantes en lo social, sin sobresaltos mayores para las finanzas del Estado, merced al crecimiento sostenido de la economía, y el mantenimiento y crecimiento de los precios internacionales que generan un ingreso sostenido de divisas.
Pero esta línea de acción sin embargo, muestra en apenas poco más de un mes desde el fallecimiento del carismático líder, que de por sí no era un revolucionario ni mucho menos, la toma de decisiones que muestran claramente un giro importante, con visos de retorno hacia postulados que hasta hace muy poco tiempo, desde la misma Casa Rosada se denostaban como cualidades del neoliberalismo que supuestamente se había dejado atrás para siempre. Veamos de qué medidas se trata.
La primera ha sido sin duda la presencia de la Presidenta en el marco de la Unión Industrial Argentina, en la que trató de “che” y “vos” a los empresarios sentados en la primera fila, entre ellos el presidente de Fiat Argentina, Cristino Ratazzi. Pero el tuteo amigable de la disertante no fue lo más inesperado, sino la propuesta de firmar un acuerdo tripartito entre ese trust empresario, la central de trabajadores de Argentina y el Estado mismo.
Una invitación expresa a un acuerdo corporativista, con la presencia de Hugo Moyano, a quien trata de usted, supuestamente presente en representación de gran parte de los sindicatos del país que deberán firmar ese acuerdo nacional, que los industriales aplaudieron a rabiar, seguramente recordando que en oportunidades anteriores esas propuestas de paz social significaron virtuales congelamientos de salarios, que es el punto crucial que los desvela permanentemente, y además por haberse asegurado que se mantendrán las reducciones de los aportes patronales que les regalara Cavallo. El sostenimiento entonces de otra clara variable neoliberal que se dice insistentemente desde el gobierno que se estaría dejando de lado.
Otra medida que merece destacarse, íntimamente vinculada a ese acuerdo que se viene, ha sido el virtual archivo del proyecto de ley de participación obrera en las ganancias de las empresas, que de la mano de la misma CGT y su asesor letrado Héctor Recalde, había sido puesto en discusión y debate, causando el desagrado y la ira de los dirigentes patronales, no tanto por tener que distribuir dividendos de hasta un 10% en el mejor de los casos y después de deducir impuestos e inversiones, sino porque la cogestión obrera les iba a obligar a mostrar sus balances y la distribución de dividendos.
De ese tema se hablará teóricamente el año entrante, frenándose claramente la tendencia a la participación de los trabajadores en ese marco, que no está demás recordar obedece o debería obedecer a un claro mandato constitucional. A estos dueños de la economía que cada vez que tienen que sortear un piquete les sale como reflejo condicionado el sagrado principio constitucional de libertad de tránsito, no les parece tan sagrado este otro de repartir ganancias. En la cultura capitalista evidentemente hay algunos derechos de la Carta Magna, que tienen más jerarquía que otros.
Casi al mismo tiempo se reedita un pacto de intervención con el Fondo Monetario Internacional, que ahora llega a la Argentina –según la versión oficial- en consulta técnica para el INDEC, pero que significa nada más y nada menos que la vuelta al control de las cuentas fiscales, en una muy clara vuelta de tuerca y retorno a épocas en las que se promocionaba que nunca más vendrían las misiones de esta entidad, porque habíamos pagado todo y de manera anticipada. Estas intervenciones odiosas de los jerarcas de la usura internacional son hoy una realidad, por más que se la quiera disfrazar de visita consultiva.
En la misma senda de conversaciones, la señora Presidenta ha firmado el Acuerdo Nacional de Promoción del Diálogo Social en la Industria Minera, el que supuestamente dinamizará la economía, generará puestos de trabajo, y preservará el ecosistema. Todas palabras huecas, que se contrastan con la reciente historia de la Argentina, donde con leyes mineras permisivas –las mismas sobre las cuales se ha firmado el pacto minero- dictadas en los años noventa del neoliberalismo, las empresas no han dinamizado la economía sino que la han perjudicado llevándose las riquezas no renovables abonando un canon miserable; han deducido de impuestos y gastos operativos los escasos saldos de ese canon; han contaminado groseramente las cuencas adyacentes a las explotaciones, y en términos macroeconómicos no han incidido en absoluto en la tasa de empleo.
No se entiende cómo se pretende lograr acuerdos beneficiosos con empresas que desde los favores recibidos en la Década Infame de La Rata, están saqueando el patrimonio nacional, al amparo de una política neoliberal que con estos acuerdos, se reedita.
En el plano internacional se ha reconocido, final y tardíamente al Estado Palestino, pero con limitaciones más que evidentes para favorecer las pretensiones del Estado de Israel. Se trata de un documento emanado de la Cancillería Argentina que demuestra claramente la preferencia. Por ejemplo, solamente se reconoce el estado de límites fijados en 1967, y no el reclamado por Palestina sobre el trazado de 1947.
Esto implica una renuncia al 80% del territorio original, y la resignación a ocupar solamente las franjas de Cisjordania y Gaza, se menciona más veces a Israel que a Palestina, cuando el documento supuestamente es de reconocimiento de éste último; y se utiliza la terminología clásica imperialista, hablándose de conflicto palestino-israeli, eludiéndose mencionar que existe un país invasor y uno invadido; uno genocida y otro arrasado, y finaliza ratificando el derecho de los Israelíes de ocupar esos territorios. Una clara toma de posición internacional que ratifica la adhesión explícita de la gestión Kirchner, de lo cual no es ajeno el Canciller Héctor Timerman, de extracción sionista, ligado a los sectores más reaccionarios de la extrema derecha israelí.
Frente a la masacre del pueblo Qom en Formosa, la señora Presidenta no solamente no ha condenado esos hechos, sino que en la celebración del día del militante, tuvo de invitado a su mesa nada menos que a Gildo Insfrán. Para que la contradicción sea más profunda, en la página virtual de “La Cámpora”, a cargo por ahora de su hijo Máximo Kirchner, se tuvo como personaje principal a este responsable político de los asesinatos. Como se aprecia no existen visos de que se esté profundizando nada, excepto el repentino giro a una posición claramente derechosa.
No es un dato menor tampoco, que el dirigente Roberto Martino siga preso por manifestarse en contra de la celebración del 61º Aniversario de la creación del Estado de Israel, que convocara el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la embajada de Israel. Es un preso político, por pensar distinto, por oponerse el sionismo internacional, y en plena democracia. El poder de la DAIA y el objetivo favoritismo de la Presidenta para con ese sector social, mantienen a éste luchador del Movimiento Teresa Rodríguez desde hace casi ocho meses en prisión. Una vergüenza que lastima, y que pone en evidencia que el progresismo que predica la Presidenta está, por lo menos, en crisis.
Finalmente se sigue jugando a las prebendas sociales presentándolas como conquistas del ausente progresismo, tales como la ayuda extraordinaria a jubilados para fin de año, y el pago de asignaciones familiares a empleados transitorios, que implica solamente una erogación de 202.000.000 de pesos, contra 7.000 millones de dólares que se entregarán al Club de Paris. Los fondos especulativos extranjeros tienen más predicamento que los sectores vulnerables de la Nación. Es un hecho.
Este cambio de timón es rápidamente advertido por todos. No es casual que Hugo Chavez y Evo Morales no hayan estado en la Cumbre Iberoamericana. El cambio de posición que comentamos se muestra más evidente aún, cuando se repara que ante la propuesta del Presidente de Ecuador Rafael Correa, de que se repudie la política exterior Norte Americana conocida por medio de la red Wikileaks, la Argentina votara en contra.
Tanto se ha corrido de posición la gestión Presidencial, que ahora se reflota la idea de promover a la candidatura vice presidencial, acompañando a la primera dama, a personajes de la talla de Jorge Taiana, de aceitados contactos norteamericanos por su anterior función en ese país del norte, o del represor de comunidades originarias Jorge Capitanich, o del gobernador de San Juan, que oficia de gerente de la Barrick Gold José Luis Gioja. En esa grilla también se cuenta el gerenciador de los pools sojeros mediterráneos Juan Schiaretti, y hasta nuestro gobernador de Salta, muy cercano a Jorge Brito y el monopolio llamado Banco Macro, también ligado al Opus Dei, que se jactaba cuando era legislador nacional de operar para la embajada de EE. UU. y el grupo Wall Mart. (Chango Mas)
Mas allá de las buenas intenciones de las llamadas bases del peronismo Kirchnerista, que pueden tener apetencias ciertas de profundizar un modelo, es claro que la actual conducción sin Kirchner, está tomando un camino muy distinto del que predica, y en ese doble discurso se reedita todos los días la estrategia del tero, de cantar desaforado lejos del nido, para distraer la atención de los bien intencionados. Quienes crean en esta dirigencia, tendrán que estar muy atentos para poder diferenciar los vientos de cambio, de los simples cantos de sirena.
- Daniel Tort
Abogado y Periodista