La actualidad política salteña y el virtual lanzamiento del conocido panorama pre electoral con miras a los comicios legislativos del año 2013, ha vuelto a poner en marcha un escenario cruel que desnuda la evidente puja de intereses personales para la construcción de poder. Se suceden una y otra vez los agravios, las especulaciones, las adulaciones, los excesos de calificativos y las promesas, las justificaciones de lo injustificable y todo el folclore que caracteriza ese ambiente donde no cabe la lealtad, la amistad, ni la palabra empeñada.
Con una falta evidente de originalidad, los postulantes lanzan globos de ensayo con los nombres de los futuros contendientes de una obra teatral de final anunciado: cualquiera fuera el resultado en uno u otro sentido, el cambio de autoridades electas servirá para que nada cambie.
Incómodo por el inoportuno recuerdo periodístico en algunos medios de las promesas incumplidas en las que empeñara su palabra, el joven gobernador de la Provincia de Salta ha salido en distintos ámbitos de prensa a tratar de explicar que, cuando borrando con el codo lo que firmara con la mano -respecto de no designar familiares en su gestión- nombró a su esposa y hermano en sendas funciones ejecutivas, en realidad se trataba de gestos de desprendimiento porque eran tareas ad honorem que no le han costado un solo peso a la Provincia. Resulta así, que según su óptica no se ha faltado al honor de la palabra personal sino que se ha aportado el sacrificio de dos ciudadanos. Una especie de auto legitimación absurda de una conducta objetivamente reñida con la verdad.
El ejercicio de los cargos oficiales sin parientes ni cónyuges debe respetarse para no faltar a la ética de tener en funciones a los cercanos o íntimos –cobren o no cobren un sueldo- para que la administración de la cosa pública sea una cuestión democrática y administrativa y no un tema de familia. Ello sin dejar de mencionarse que la esposa del mandatario utilizó indebidamente las aeronaves de la Provincia y habitó mientras ejercía la intervención del municipio de Payogasta una coqueta suite en un hotel de lujo, hábitos ambos que costaron una buena cantidad al erario.
La temprana postulación del hermano del gobernador en las futuras candidaturas, mientras esta vez desempeña un cargo con nombramiento a dedo y con jugoso sueldo, es una muestra de ese ejercicio nepotista del poder. La curiosa pretendida explicación de por qué esta vez no es ad honorem el desempeño, la ha dado el mismo gobernador decretando por su sola objetiva opinión que se lo merece. Así nomás, por su solitaria y vacua opinión.
El impuesto candidato por su parte no pierde oportunidad de recordarnos que ha sido juez, como si eso fuera un aval o garantía de eficiencia que lo habilite contable y financieramente para administrar ciento ochenta millones de dólares, y ejercer en los hechos el Ministerio de Hacienda de la Provincia. En su prepotencia grupal, los integrantes de la familia Urtubey creen que nadie se da cuenta de que la novel actividad del hermano Rodolfo le sirve para exponerse convenientemente con los viáticos oficiales ante la población de los lugares donde visita las obras que se están llevando a cabo, y con ello se promociona convenientemente en su candidatura sin aportar un solo peso propio.
La ventaja abismal respecto al resto de los que quieran competir en el sistema es así muy notable. Cuando se conozcan los resultados previsibles el día del comicio, seguramente afirmará que ha ganado lealmente porque la gente lo eligió. También nos recordará que así es el sistema democrático, donde todos tienen la oportunidad de participar. Cada vez resulta menos comprensible que la mayoría de la ciudadanía crea en la legitimidad de este modo de designar sus dirigentes.
El próximo 8 de octubre se cumplió ciento diecisiete años del nacimiento de Juan Domingo Perón, el 17 del mismo mes, sesenta y siete de la gesta conocida como “El Día de la Lealtad”, y el 27, el segundo aniversario de la muerte de Néstor Kirchner. Todas ellas muy buenas oportunidades para que esos actores puedan seguir montándose en el recuerdo de sus dirigentes, poder cantar la marcha partidaria –previo repaso de la letra para no tener que disimular cuando pasa el estribillo- y generar un clima festivo para que el 17 de noviembre en el Congreso Ordinario se formalice dentro de la sede partidaria lo que previamente se ha acordado por afuera.
Ese día, el gobernador hará un tardío pero expreso alineamiento al gobierno nacional y se declarará ferviente kirchnerista de la primera hora –algo se anticipará el 27 de octubre- porque conociendo que la intención de voto presidenciable no le alcanza ni para empezar, comenzará sin sonrojarse a pergeñar su tercer mandato. Así nomás, sin explicación alguna de que otra vez más volverá a faltar a su palabra. Los doce años de su mentor y antecesor fueron una vergüenza, en cambio los de él seguramente son necesarios, hasta imprescindibles pensará el falaz mandatario, mientras insiste –parodiando la muletilla nacional- en que éste es un modelo de inclusión y de desarrollo sustentable.
Como nadie lo contradice, y todos los presupuestarios –y los que aspiran a serlo- aplauden cada alocución, es muy probable que hasta él termine creyendo en lo que afirma. Y la historia se volverá a repetir, mientras en Salta la oposición brilla por su ausencia sumergida en internas indescifrables o asimilados por el mismo poder gobernante merced a reparto indiscriminado de cargos y postulaciones por doquier.
Así los que hasta ayer eran radicales o renovadores ahora sin explicitar sus preferencias se limitan a manifestar que comparten el mismo proyecto de inclusión y de desarrollo sustentable. Más vale que repitan el libreto o se quedan afuera, eso en el ejercicio autoritario y cuasi familiar del gobernador es la regla número uno y todos los que quieran participar lo deben tener muy presente.
- Daniel Tort, abogado y periodista
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