Vaya a “biografías” y encontrará la del general José Félix Uriburu –nuestro salteño que en 1930 inició la serie de golpes militares que asoló la Argentina en el siglo XX- y constatará cómo se lo presenta, lo mismo que a todos los biografiados: como un prohombre que hizo grande a nuestra Salta.
Pero vayamos por partes para analizar este material que por tan republicano y democrático, el propio presidente de la Cámara de Diputados, doctor Manuel Santiago Godoy –y ahora aspirante peronista a la intendencia capitalina- envía todos los años, en CD, a las escuelas y colegios de Salta, para que aprendan las grandezas de este general.
No nos detengamos demasiado en que quien se presenta como director y editor del Portal, José de Guardia de Ponté, no tuvo empacho de ponerse a sí mismo como otro de los prohombres de Salta, y que uno de sus grandes méritos –reseñado en una de las más extensos currículos expuestos en los biografías- fue precisamente haber creado el Portal de Salta.(Ver: www.portaldesalta.gov.ar)
El auto bombo –deporte tan practicado entre los salteños públicos – tiene expresiones mucho más rimbombantes en el Portal: precisamente, el practicado por don Godoy, tan poco afecto a las falsas modestias. Porque en el “maravilloso compendio” que hizo hacer de sí mismo bate el parche con uno de sus indudables méritos: el de haberse inscripto en 1967 en el Profesorado de Historia de la Universidad Nacional de Salta. Pues resulta maravilloso que el joven Godoy se haya podido inscribir en una universidad que aún no había sido creada.
Otro de sus méritos que contribuyó a hacer grande nuestra tierra: ¡haber rendido libre en 1969 una materia de abogacía en la Universidad de Tucumán! Jóvenes de la UNSa y la Católica, ahí tenéis a quién emular.
Por supuesto el doctor Godoy exhibe también el mérito haber impulsado el Portal de Salta. Así el Portal echa incienso al doctor Godoy y el doctor Godoy le echa al Portal, en una humareda insoportable.
Pero la cosa se pone menos cómica cuando el Portal de Salta presenta biografías de quienes, ejerciendo alguna cuota de poder, hicieron grande nuestra tierra saltea. Por caso, la de Manuel Carlés, interventor en Salta entre 1918 y 1919: según Andrés Mendieta, firmante del artículo, en la ponderación de los salteños debería pesar tanto que haya sido propulsor del Panteón de las Glorias del Norte en la Catedral Basílica, como que haya fundado después a nivel nacional la Liga Patriótica, que –Mendieta no lo dice- propuso una salida autoritaria a la crisis de los años 20, con la organización de brigadas que, según las versiones más moderadas que se tienen de la Liga, defendían a palos el orden y la propiedad, la misma táctica que usaban para romper las huelgas y atacar a inmigrantes indeseables. Lo que se llamó después “paramilitares”.
No era de extrañar, entonces, que el portal oficial salteño apañado por el peronista Godoy, presentara también como prohombre de Salta al general Uriburu, a quien se le tributa el primer honor de una foto con el pecho reventado de condecoraciones y, debajo de la nariz, los mostachones tan de uso en aquellos hombres recios.
En el mismísimo sitio oficial de la Legislatura salteña, el “maravilloso compendio” se explaya en los excelsas acciones de Uriburu que contribuyeron –e indudablemente siguen contribuyendo con la ayuda de la memoria oficial- a la grandeza de Salta: el derrocamiento del presidente constitucional Hipólito Yrigoyen el 6 de septiembre de 1930, para llevar a cabo un proyecto de “democracia orgánica” con un Parlamento compuesto por representantes de distintas profesiones y gremios, que el Portal olvidó de calificar como fascista, y quiso en cambio presentar como “doctrina en boga”.
Gracias a Godoy, los alumnos de las escuelas de Salta también pueden tomar nota de otra idea genial que intentó imponer Uriburu y que, dados los manifiestos propósitos laudatorios de todas las biografías presentadas en el sitio oficial salteño, aún sigue contribuyendo a la grandeza de nuestra tierra: “auspició la abolición del voto secreto y universal instituido por la Ley Sáenz Peña, pues ese tipo de sufragio, a su juicio, impedía que el gobierno fuese ejercido por los que denominó los mejores” y permitía, en cambio, que fuera gobernado por el 60% de analfabetos.
Pero el autoritarismo más rancio del que el Portal de Salta hace de reservorio, se deja ver también cuando ensalza la figura del también peronista Juan Carlos Cornejo Linares –Toco Toco-, con la pluma de Mendieta, a quien obviamente también se incluyó en la galería de los hombres de pro. Otra vez, bajo el pretexto de que “detenerse a examinar su labor como escritor… exigiría mucho tiempo” la biografía elude recordar la doctrina fascista, filo nazi, anti judía y totalitaria que quien fue senador nacional justicialista difundía a través de sus libros, lo mismo que sus peroratas contra la “Sinarquía” y su apoyo a las políticas más represivas de Isabel Perón.
¿Será que los alumnos de las escuelas de Salta deberán aprender de sus libros como practicar política en los modelos de Mussolini, Primo de Rivera y el mismísimo Hitler que el propio Cornejo Linares describió con tanta devoción?
¿Será que el autoritarismo más burdo es un sueño que bien guardan muchos pro hombres que se presentan como democráticos, pero que practican no bien les ayudan las circunstancias?
Tal vez sean esas las esperanzas de quienes apañan el portal, pues la biografía de Cornejo Linares comienza con una loa que el Portal no quiso tributar siquiera a Güemes. “La mayoría de los hombres mueren para ser enterrados. Sólo una parte, los elegidos, mueren para resucitar”.
- Andrés Gauffín, periodista
(afgauffin@hotmail.com)