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Un represor en la UCASAL

El capitán Rodríguez preso
El capitán Rodríguez preso
El “capitán Rodriguez” decía a sus alumnos de la UCASAL sobre la dictadura que debían dejar actuar a la Justicia. Y la Justicia actuó. Hoy el profesor Martín Rodríguez está preso. La noticia apreció en Pagina/12, el domingo 14 de febrero. El profesor de la cátedra de Relaciones Internacionales no solo fue acusado por los hijos de un diputado desaparecido, sino que quedó preso luego de declarar en una causa por delitos de lesa humanidad.


El ex capitán del Ejército, de 63 años, declaró el viernes 12 de febrero de 2010 en el juzgado de San Martín de Buenos Aires, a cargo de Juan Manuel Yalj, en una causa iniciada por Pablo Llonto, abogado de los hijos del ex diputado Diego Muñiz Barreto. Quedó detenido y alojado en el penal de Marcos Paz, provincia de Buenos Aires.

El periodista Diego Martínez de Página/12 escribió que Martín Rodriguez, capital del ejército, declaró y fue preso. El relato cayó como una “bomba” en el seno de la UCASAL, donde se sospecha que allí enseñan y conviven otros militares acusados de participar en los crímenes de la dictadura.

El relato de Pagina/12 comienza: “Su nombre de guerra era Toro, pertenecía a uno de los grupos de tareas más temidos”, contó hace años el ex sargento Víctor Ibáñez. El capitán se había reciclado como docente de la Universidad Católica de Salta. Quedó detenido en Marcos Paz.

Hace treinta años, como capitán del Ejército, Martín Rodríguez interrogaba a secuestrados en Campo de Mayo. Tras el retiro se recibió de licenciado en Ciencia Política en la Universidad Kennedy y se radicó en Salta.

Otro DT preso

Fue entrenador de rugby del Jockey Club y dirigió la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad Católica, que encabeza el arzobispo Mario Antonio Cargnello. Una investigación de Pablo Llonto, abogado de los hijos del ex diputado Diego Muniz Barreto, permitió identificarlo.

Ayer (por el jueves 11 de febrero) , con 63 años y media vida impune, se presentó bolsito en mano en el juzgado de San Martín, a cargo de Juan Manuel Yalj. Dos horas después salió con esposas, que mostró con odio ante el fotógrafo de Página/12, y ya pasó su primera noche en el penal de Marcos Paz.

Martín Rodríguez,
Martín Rodríguez,
“Su nombre de guerra era Toro, pertenecía a uno de los grupos de tareas más temidos”, contó el ex sargento Víctor Ibáñez años atrás. “Terminó procesado por un asunto de robos de autos. Entre sesión y sesión de tortura les hacía firmar a los prisioneros un formulario de transferencia para quedarse con los vehículos”, recordó el ex guardia de El Campito.

La segunda pieza la aportó Juan José Fernández, secuestrado junto a Muniz Barreto en febrero de 1977. Ambos pasaron por las manos de Luis Patti y luego fueron trasladados a El Campito.

El 6 de marzo, adormecidos, fueron arrojados al fondo de un arroyo en el interior de un Fiat 128. Fernández sobrevivió y, antes de exiliarse, declaró ante un escribano. Dejó constancia de un diálogo telefónico que escuchó en cautiverio:

“Habla el capitán Rodríguez, comuníqueme con el coronel Sambrano”, grabó en su mente.

Luego el capitán transmitió información arrancada bajo torturas. Con esos datos, Llonto preguntó al Ejército cuántos capitanes Rodríguez había en Campo de Mayo en 1977. Respuesta: uno. Citado a declarar, Ibáñez no dudó al ver la foto del represor. “Era el más salvaje”, agregó.

Ayer (por el jueves 11 de febrero) a las once, con barba crecida, remera y saco gris, Rodríguez se presentó ante el juez. Ante la ausencia del fiscal Jorge Sica, declaró sólo ante Yalj y su secretario. Tres horas después salió esposado. “No vas a tener perdón”, le gritó Juana Muniz Barreto, que perdió a su padre cuando tenía quince años. Rodríguez se subió al patrullero y, a diferencia de Luis Patti, que se cubría las esposas, mostró las suyas para la foto.

“El corazón me latía fuerte –contó luego Juana–. Ahora siento paz: la satisfacción de haber logrado algo por lo que venimos batallando hace tiempo, la tranquilidad de saber que ya no está entre nosotros como un profesor respetable. Siento haber cumplido con mi deber de hija. Pensé todo el tiempo en mi papá, en lo feliz y agradecida de haberlo tenido quince años, en el orgullo que siento por su valentía, y estoy segura de que él estaría orgulloso de su hija”, confesó.

“También pensé en mis hijos: éste es el mejor legado que puedo dejarles”, concluyó. Llonto se mostró satisfecho “porque en un mes, después de años de investigación, cayeron dos de los torturadores más salvajes de Campo de Mayo”. El otro es Carlos Somoza, alias Gordo, ex interrogador del Batallón 601.

Actúo la Justicia

Rodríguez nació el 14 de marzo de 1946 en Posadas, Misiones. Cuando se produjo el golpe de Estado era teniente primero. En diciembre de 1976 ascendió a capitán, grado que anteponía a su apellido y que permitió identificarlo. En 1976 y 1977 alternó destinos entre la Escuela de Servicios General Lemos y el Comando de Institutos Militares.

Sus calificaciones a fines de 1977 demuestran que tenía un óptimo concepto por parte de sus superiores. “Un brillante oficial que prestigia al instituto”, escribió el coronel Eugenio Guañabens Perelló, que ahora afronta su primer juicio por crímenes de lesa humanidad.

El decano de la Facultad de Derecho de la UCA salteña, Armando Isasmendi, se enteró de la detención por Página/12 y dijo ignorar la citación judicial. “Sabíamos que estaba por declarar y estábamos a la expectativa de ver qué sucedía”, admitió segundos después Martín Andrés Rodríguez, homónimo y director de la carrera de Relaciones Internacionales.

–¿Lo sorprende la noticia?

–Y… sí, uno sabe que son militares de esa época, pero dice “son profesores”, mejor no meterse en esos temas.

–¿Muchos militares como profesores?

–Sí, la UCA tiene relación con Ejército y Gendarmería. También por el perfil de las materias: geopolítica, estrategia.

Un ex alumno consultado por Página/12 recordó a Rodríguez como “una persona querida, muy correcto”. “No era un defensor de los derechos humanos pero tenía posiciones racionales –recordó–. Muchas veces comentaba cosas de la dictadura pero nunca hablaba de su propio rol. Sólo decía que debía actuar la Justicia.”

  • Diego Martínez Periodista de Página/12

    Correo: dmartinez@pagina12.com.ar.

    Fotos Rolando Andrade de Página/12

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