No sé si les pasa a todos los periodistas, pero en este momento yo confieso que sufro incertidumbre o desasosiego en el oficio que abracé desde el 1978. Mi pasión periodística hoy está en crisis.
Este 7 de junio dado mi estado quiero reflexionar a propósito de releer un libro del periodista Carlos Vernazza (1941-2015), responsable de que este oficio para muchos en Salta como a mí se haya convertido en una verdadera pasión durante casi cuatro décadas.
“El Profe”, fue primero mi profesor de historia en la secundaria, luego mi estricto jefe de redacción en El Tribuno y finalmente mi amigo de la vida. En este difícil momento recurrí a sus entrañables enseñanzas releyendo una selección de sus entrevistas como autoayuda salida a esta particular sensación de saturación y confusión, frente a lo que se dijo y ya es un hecho: “el periodismo tradicional ha muerto”.
La razón no es otra que la galopante transformación tecnológica en el mundo, que le puso flores a nicho de los medios gráficos y digitales, como a todos los profesionales del oficio antiguos y actuales. El lectorado ya no se informa por los medios tradicionales, cuando quiere enterarse de algo y “googlea” o le pregunta directamente a una Inteligencia Artificial (IA).
¿Cuál es el destino del periodismo? ¿Los medios masivos van camino a la extinción? Son las preguntas aún vigentes sin respuesta. “La tarea del periodista es cada día más compleja, más exigente, porque la información fluye sin detenerse jamás”, escribió Vernazza en el 2004 para su libro “El Periodismo, esa pasión” (En el 2005 dio a luz), como legado para la prensa salteña.

Allí hay conceptos y opiniones de una serie de entrevistas realizadas en los años 2001, 2002 y 2003, de grandes personalidades de la época, pensadores, periodistas, políticos, escritores, humoristas, educadores, historiadores, editores, etc, que hizo para la revista de ADEPA, donde fue subdirector,
Esta selección de artículos es riesgosa o caprichosa pero cuyo afán intrínseco del “Profe” fue preguntar, expresar con libertad, algunas de las ideas propias y ajenas, que hoy a la distancia es como que “la canción es la misma”.
Sobre su premonitorio trabajo Vernazza remata en el prólogo: “Dentro de esta compleja e insaciable realidad, la contribución que uno pretende es insignificante. Apenas queda un consuelo, una pequeñísima satisfacción: El haberlo intentado con pasión”. ¿La clave puede ser o estar “en morir en el intento”?
Para los aferrados a las nuevas herramientas de información (redes) les aviso que dudo que este libro, a pesar de que en esos años ya existía Internet en el país, no creo que este libro haya sido digitalizado hasta la fecha.

La canción es la misma
He aquí un panorama de que la problemática de alguna forma sigue siendo el mismo, hoy como hace más de 20 años, según pude ver en estas reflexiones extraídas del libro del “Profe”:
- “El periodista no es un fiscal” (Roberto Pablo Guareschi, uno de los editores de Clarín).
- “Hicimos un diario para periodistas y le dimos la espalda al público” (Jorge Fonteveccia, editor de Perfil).
- “Hay que hipnotizar al entrevistado” (Jorge Halperin, editor de El Gráfico).
- “Los diarios deben sorprender” (Luis Clur, directivo de Clarín, La Opinión y La Nación).
- “Sufrimos una ola de banalidad por causa de la TV”, sobre la calidad de la libertad de expresión. (Guillermo Jaim Etcheverry, pensador, conferencista y columnista de La Nación).
- “Ser periodista en Colombia es vivir con mucho miedo” (Armando Neira, columnista de El País de Madrid).
- “A los periodistas jóvenes les falta pasión” (Miguel Angel Bastenier, subdirector de diario El País).
- “La risa es comunicación, sólo el humor inteligente despierta sonrisa” (“Landrú”, Juan Carlos Colombres).
- Una vida de 52 años dedicado a dirigir un suplemento cultural en el Norte argentino (Daniel Alberto Dessein, La Gaceta). Algo que hoy nunca pasará.
- “Los periodistas de hoy son aguerrido y desprejuiciados” (Mario Diament, Máster de Periodismo en la Universidad de Florida).
- “La Argentina actual es siniestra” (María Elena Walsh, poeta, escritora).
- “Vivimos de rodillas” (Félix Luna, historiador).
- “Soy un animal político” (Víctor Hugo Morales, periodista).
- “Los intelectuales estamos en deuda” (María Esther de Miguel, escritora).
- “En nuestro país no se tiene en cuenta a los pensadores” (Alejandro Dolina, periodista, filósofo, intelectual).
- “Por el avance tecnológico, nunca como hoy las radios, viven acorraladas económicamente” (Antonio Carrizo, periodista y locutor).
- “No soy un francotirador” (Hemenegildo Sabat, dibujante).
- “El diario de papel no desaparecerá” (Francesca Ambroguetti, Agencia de Noticias ANSA).
- “Me detuvieron por pensar” (José García Hamilton, periodista, historiador y abogado).
Al igual que mi pasión vive una crisis de desconcierto, doy por sentado que el oficio del periodismo nunca claudicará, pero hoy más que nunca está en una crisis que lo obligará a transformarse.
¿Cómo sería esta transformación?
Como editor responsable de dos medios digitales, pioneros en Salta, con más de 20 años cada uno (saltalibre.net y calchaquimix.com.ar) el dilema es cómo emplear las nuevas tecnología que se nos presenta. Y para no pecar de sabelotodo, mi estado hoy es que tengo más que preguntas que certezas.
¿El desafío sería saber replantearse como informar? ¿Debo dejar atrás las herramientas clásicas del periodismo? ¿Cuáles servirán; cuáles debo archivar?
Está visto que hoy lo que tiene repercusión no es lo que se publican en los medios digitales, sino lo que se postea en las redes mediante un twitt, un posteo en Facebook o en Instagram.
Es abrumador ver como una noticia nace, crece y muere en cuestión de minutos. En consecuencia, poco vale hoy una información certera o una entrevista exclusiva. Actualmente la importancia radica cómo difundirlo en ese inmenso mar de las redes con de verdades y mentiras de orígenes inciertos.
¿El diario como envoltorio de huevos?
“Vos que trabajas en un diario, me podés traer diarios viejos”, me dijeron durante años amigos almaceneros del barrio. “Es para envolver los huevos”, me recalcaban. Esto ya no pasa más. El papel de diario es un bien escaso en los almacenes. Los huevos te lo dan ahora en una bolsa de polietileno.
Los lectores de diario de papel son de una generación en extinción. El mar de información, pedidos o entretenimiento hoy se encuentran en el móvil; donde uno para bien o mal, encentra un “delivery” de cruda realidad, misceláneas, información, comida o electrodomésticos.
Las redes mandan y la noticia es un sucedáneo al que se llega por azar o de una forma lúdica y el común de los lectores casi nunca sabe si lo que está leyendo es joda, mentira o real.
Este ciudadano se convirtió en un consumidor voluntario de información porque le surge por algoritmo informático, cuando se entretiene interactuando en las redes, buscando una app, una radio, o un streaming. Aquellos que buscan una noticia son minoría actualmente.
¿Debemos los periodistas someternos al designio moderno de entretener informando? O lo que es peor: titular una nota con interrogantes o planteando una incógnita para buscar el famoso “clickbait” del usuario para que entre a ver el contenido que espera y casi nunca obtiene porque fue inducido por engaños, solo para sumar bits a la página. ¿A esto se reducirá hoy el periodismo?
Estoy seco de creatividad para estos nuevos menesteres, quizás por esta crisis de pasión. No puedo adecuarme al requerimiento de las nuevas tácticas de mal informar. Aun me niego a creer que los informadores actuales de la realidad (como un artista o músico) sea cualquier internauta, o el llamado “Bots” de la IA, e incluso los “Influencers”, dueños hoy cada ámbito del “Mainstream” (corriente principal) por su masivo “Phantom”, lo que sería la masividad de subscriptores.
Las noticias que antes aparecían naturalmente en los periódicos o noticieros están desplazadas a un segundo plano, y los periodistas porvenir tienen por delante un gran desafío para revertir con esa creatividad que no encuentro, este retroceso en el rigor informativo que impone este nuevo universo tecnológico.
Hoy creo que no basta solo con tener esa pasión. De verdad, el gran público busca en la actualidad informarse por las redes como entretenimiento, algo así como una forma de bajar su stress tomando un miorelajante, lo que pulverizó al periodismo tradicional.
Al mismo tiempo que por todo lo descripto confieso que atravieso una crisis de pasión periodística, considero también que el lectorado actual está un poco más pelotudo…
José Acho, periodista editor.
PD: Querido profe, donde estés espero una señal. En memoria de un maestro del periodismo salteño.
Fotos: reproducción de originales enviadas por Marisu Tolaba.