Quiero creer que se trata antes que de un signo de intolerancia racial o religiosa, de otra vandálica demostración de resentida enemistad para con los bienes culturales públicos, toda vez que esa recordación fue concretada -en 1998- por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Federación Sefaradí Latinomericana en forma conjunta.
Nacido en Tudela (Navarra) hacia el año 1070 y muerto a las puertas de la ciudad de Jerusalén cantada y añorada en sus versos de inspiración “sionida” en 1141, Judah Leví, como se lo conoce también en Occidente; médico, filósofo y poeta, representa una de las mayores cumbres del medioevo hispano y de la literatura judía peninsular junto al malagueño neoplatónico Ibn Gabirol: Avicebron, y al granadino Moisés Ben Jacob Ibn Ezra: Ben Ezra.
Judah Levi, según Marcelino Menédez Pelayo, fue “poeta lírico de los más excelsos y sublimes entre los predecesores de Dante”, al tiempo que destacó la influencia ejercida por su libro “Cuzary” –suerte de filosofía religiosa- sobre el beato Raimundo Lulio.
Precisamente el polígrafo santanderino incluyó en el tercer tomo de “La ciencia española” su propia versión del “Himno a la Creación” de Judah Leví -a quien los árabes llamaban Abul Hassán el castellano-, compuesta originalmente en hebreo y donde se advierten reminiscencias peripatéticas y alejandrinas, por la llamada “dirección alejandrina” del aristotelismo tributaria de los comentarios de Alejandro de Afrodisia.
Antes y en Alemania, Enrique Heine, juzgó que el tudelano “tuvo el alma más profunda que los abismos del mar”. Algunas de sus estrofas y jarchas, en general con disposición acróstica, fueron traducidas asimismo por Ramón Menéndez Pidal y por el arabista Emilio García Gómez.
Finalmente no puedo dejar de memorar que cierta vez, al pasar con Bernardo Ezequiel Koremblit frente a la placa de mármol negro hoy rota en varios pedazos, el escritor recitó de memoria alguna de esas composiciones que victoriosas siguen atravesando los siglos, las lenguas y los continentes.-
- Carlos María Romero Sosa, abogado y escritor.
Su último libro es “Destiempo de tranvías” (Proa, 2012)
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