La violencia en el futbol no es algo que inventaron los sufridos hinchas de Racing cada vez que los amenaza el descenso, ni los de Boca cuando balean a los de River y viceversa, ni los de Newell`s cuando se tirotean entre sí, ni los de Laferrere cuando corren a los JJ.Urquiza, entre los arrabales de la Primera C.
Los hechos violentos datarían de muchísimos años atrás, mucho antes incluso que el Alumni F.C. se transformara en el precursor del football en la Argentina.
Su origen tiene que ver con los pagos de su precursor, Alexander Watson Hutton, un lord inglés que armó el primer equipo en el Buenos Aires English High School, en la última década del siglo XIX y cuya epopeya fue retratada en el cine por Jorge Rivier y Pedro Quartuchi.
Según relató a la BBC de Londres la antropóloga Liz Crowley, de la Universidad de Manchester, los hechos violentos tendrían su origen en el siglo XIII, cuando los partidos se jugaban con más de 200 jugadores en cancha y no importaba cuantos goles se marcaban sino cuantos rivales se mandaban al hospital.
Estos juegos se transformaban en verdaderas batallas campales entre los jóvenes de los pueblos vecinos, ante la mirada impasible de los árbitros que por entonces no tenían el dilema de la doble amonestación o la roja directa, porque no existía reglamento alguno.
Entre los jefes de las hinchadas de entonces, según publicó The Times, en 1898, habría existido un Di Zeo londinense, llamado Patrick Hooligan, cuyo apellido habría dado origen etimológico al término con el cual se identificó a los vándalos ingleses que azotarían varios mundiales desde 1966.
El mote también le serviría a la prensa oficial y a los portavoces del Palacio de Buckingham para identificar a quienes no sólo defendían los colores del Manchester United o el Liverpool, sino también a quienes se asociaban para incurrir en robo a mano armada, lesiones en banda o percibir subsidios oficiales destinados a los desocupados.
Las similitudes con el término barra brava, acuñado por primera vez en la Argentina por el diario La Razon, en octubre de 1958, son evidentes. En realidad, el primer calificativo utilizado fue barra fuerte, luego del asesinato del joven Mario Linker, tras el partido jugado entre River Plate y Velez Sarsfield.
Por estos días, los barrabrava volvieron a estar en el centro de la escena, luego de que aparecieran cantando sus habituales estribillos entre los asientos del avión que condujo al equipo argentino a Sudáfrica. Y mas aún, cuando se registró la partida desde Ezeiza de unos 80 de la autodenominada asociación de hinchadas unidas, de reconocida y estrecha relación con el kirchnerismo.
Ese dia, dos de los barrabrava que se embarcaron para Pretoria, se ocultaron detrás de las máscaras de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su esposo, el diputado nacional y ex presidente, Nestor Kirchner.
Su presencia fue notoria en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, ya que ambos ostentaron su fachada ensayando pasos de baile y una que otra morisqueta para captar la atención del público y de las cámaras. En la búsqueda de resultar anónimos en el medio de su violenta celebridad, los barras KK no hicieron mas que alimentar la versión de que el viaje de estos hinchas podría haber sido financiado por alguna caja vinculada al oficialismo.
La historia de las rifas, las kermeses y los ahorros en los últimos cuatro años, no se la cree nadie. Los opositores mas radicalizados arriesgaron que ante la discrecionalidad de uso de los fondos públicos de este Gobierno, el costo del pasaje bien podría haber salido de las reservas del Banco Central, la plata de la ANSES, los aportes de campaña de la mafia de los medicamentos, los fondos de Santa Cruz o los gastos por los festejos del Bicentenario.
Cuando en este país a mucha gente no le alcanza lo que gana ni para tomarse unas vacaciones de una semana en algún modesto hotel sindical de las sierras de Cordoba, 250 sujetos, según se calcula, la mayoría con prontuarios y antecedentes delictivos, sin trabajo conocido, consiguió embarcarse rumbo al país africano, habiendo previamente enroscado con esos protectores plásticos, varios bombos y según se dijo, una larguísima bandera con la inscripción Kirchner 2011.
De esta manera, el oficialismo podrá garantizarse un banner extra en la interminable ristra de spots que satura la transmisión del “futbol que pagan todos”, con su repetido latiguillo de las “obras para todos” y “esto también lo hiciste vos”.
Cuesta creer que la mayoría de estas personas haya podido sortear los controles de Aduana y Migraciones y hayan sido autorizados a viajar. Del mismo modo que es inentendible que pese a sus antecedentes, hayan obtenido salvoconductos judiciales. A cualquier mortal con una probation en marcha, concurso de acreedores o daños en riña pendiente, le temblarían hasta las valijas para salir del país.
Sin embargo, apenas arribados a Johanesburgo, un operativo entre agentes de la Policía Federal y sus pares sudafricanos, impidió la entrada de medio centenar de estos hinchas, invocando sus antecedentes delictivos. Otros permanecieron demorados. El resto fue deportado a la Argentina, pero tuvieron que volverse en otro avión porque el comandante de la nave que los llevó no los quiso tener entre el pasaje por temor a represalias. Transformados en mansas ovejitas, los que lograron permanecer se alojarán en colegios donde ofrecerán realizar trabajos comunitarios. A otros ya se les prohibió siquiera acercarse a los estadios donde se disputarán los partidos.
Las desmentidas por cualquier relación del oficialismo con los barrabrava, abundaron. Maradona y Bilardo, dijeron no tener nada que ver, pese a que un hincha los identificó y dijo que la relación viene desde el mundial del ´86.
Grondona, nuevamente puso cara de pocker y Aníbal Fernández, atajador oficial de penales, obviamente dijo que es un invento de Clarín, entre otros medios. No es la primera vez que los marginales viajan a ver un Mundial. Siempre estuvieron y su traslado también fue asociado con prebendas de los dirigentes deportivos y políticos de toda laya.
Lo cierto es que esta vez, ante el cierre de los envíos de soja a China, las dificultades para cumplir con la cuota Hilton, el fracaso del canje de deuda y las trapisondas comerciales de Guillermo Moreno para defender la “producción” nacional, los barrabrava se transformaron en un nuevo producto de “exportación”. Un comodity, con frondozo prontuario, como valor agregado.
- Héctor Ali
Periodista.