Ante los insistentes rumores de que su detención pactada es cuestión de tiempo, el anunciado absurdo debate judicial contra el periodista Sergio Poma comenzó ayer a las 18 y se prolóngo hasta pasadas las 22. En el medio, las torpes secuencias orales del juez, la pasmosa seguridad representante del acusador, el ridiculo papel de testigo impuesto de un escribano, frente a una serie de intentos de prescripciones procesales de la defensa. “Dado a lo avanzado de la hora”, el magistrado Héctor Martinez miró su reloj y determinó el receso de una semana. Así, la agonía de la posible encacelación de Poma se prolongará hasta la nueva sesión del jueves 30 de agosto, a las 17.30.
Sorprendido y visiblemente emocionado el periodista Sergio Poma llegó a la Ciudad Judicial con sus abogados. No esperaba tanta adhesión de tanta gente ni un edificio tan policializado. El segmento de gente era calificado entre oyentes, amigos abogados, militantes de Derechos Humanos, representantes de partidos sociales, de izquierda, sindicalistas, politicos, docentes y periodistas de medios locales y corresponsales nacionales, que expresaban su solidaridad con la presencia y la paciente espera.
En este marco de expresiones de solidaridad y fuerza ante su desventajosa situación, Poma hizo su ingresó para enfrentar el llamado “juicio del absurdo” inclinado al poder más absoluto de Juan Carlos Romero. A sus espaldas más retumbaba en el edificio las voces al unisono de un centenar de personas que lo aplaudían y gritaban casi con bronca “¡..libertad, libertad, libertad..!”.
Asi dio comienzo la primera parte del juicio, en la sala grande del subsuelo donde ingresaron las primeras 60 personas y otro tanto, quedó fuera de la sala esperando con expectativa noticias o algún resultado que finalmente no llegó.
La sesión se dividió en dos partes. Entre la primera y la última parte, previo a la continuidad del debate y al esperado veredicto, se produjo un un largo e inesperado cuarto intermedio que terminó en el aburrimiento de las personas presentes en la sala. Este extenso período hasta el retorno del juez dio lugar a una serie de insólitas especulaciones sobre lo que estaría provocando su demora.
¿Fábulas a cerca del poder?
Una de las más ocurrentes escuchadas en el entorno a la espera en el estrado judicial fue: “El juez está consultando a su mando natural y procura conseguir que lo atienda, lo cual no era tarea fácil ya que en esos momentos se estaba ocupado en Africa, cazando indefensos Ñus, que cruzaban por miles asustados, ese peligroso río de las llanuras africanas, a la merced de cocodrilos hambrientos y pirañas..”. Luego explicaba que a esta altura era inconveniente resolver que haría con Poma, ante la posibilidad de perderse semejante espectáculo típico en Africa, que ocurre una vez al año y es el único en su tipo…”.
Retomado el trámite judicial, la ultima parte de la sesión de ayer volvió a ser confusa, tediosa y llena de incidentes. Una colega que observaba las intervenciones del juez correccional y de Garantías de 1º Nominación, Héctor Martínez, dijo que al escuchar su entrecortada oralidad y espantosa dicción, se imaginaba “estar asistiendo a su peor clase de derecho penal”. Otro cuadro particular fue la pasmosa tranquilidad y sospechosa seguridad del abogado del gobernador Dario Palmier en cada una de sus intervensiones contrarestando los argumentos a la defensa.
Final trunco
La labor de los abogados de Poma, Pedro García Castiella y Daniel Tort, se concentró en contrarestar los atropellos del abogado acusador para apresurar una resolución del juez. Además cuestionó con insistencia la labor notarial del escribano testigo en el momento de labrar el acta de grabación de los dichos de Poma y tras una serie de recursos basados en prescripciones procesales, y reservas de casación, el juez finalmente resolvió pasar a un receso hasta el jueves de la semana que viene.
Camino al inesperado final trunco, la “actuación” del escribano Gustavo Alvarez con su ridiculo papel de testigo que intentó demostrar infructuosamente la legitimidad de su actuación notarial sobre el episodio de la grabación del “casete”, junto al Sr. Marcelo Federico Córdoba el supuesto apoderado de Juan Carlos Romero que los abogados de la defensa asegraban que nunca tuvo un poder o mandado general para actuar como apoderado, sino dos poderes especiales para otros actos y pidieron se pida la constacia de su inexistencia en la Registro Notarial Público de la Ciudad Judicial. Luego de un berborrágia casi inentendible el juez rechazó el pedido y dio por concluida la sesión de la fecha, sin dictar sentencia para prolongar la agonía de un proceso que a esta altura gana certeza la frase: “se presume caso juzgado”.