Sucedió en el ¨14 la escisión del inmenso territorio que comprendía las actuales provincias de Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, la aliada Nación Comechingona hasta el río Cuarto, Jujuy, Tarija, Orán, Santa María y su capital, nuestra Salta, por decisión arbitraria de la oligarquía centralista del puerto privilegiado.
La gobernación de Lerma quedó entonces reducida, todavía enorme, a las tierras de Salta, Tarija, Santa María, Orán, Jujuy y hasta por adhesión de su Cabildo, con el Puerto de Cobija sobre el Océano Pacífico.
Divide y reinarás -feroz adagio maquiavélico- la tiranía unitaria despojaba a Salta de la inconmensurable Tarija, a favor del Alto Perú. Y esos mismos en 1.834 separaron a la actual Jujuy.
Sabida es una hipótesis de unidad argentina: Los Estados Provinciales tienen su nacimiento histórico anterior a la Nación misma, pero es menester enfatizar que jujeños, tarijeños, oranenses, santamarianos y cobijeños allende la cordillera constituyen un pueblo común, social, cultural, económica, regional, anímica e históricamente.
La sensible unidad espiritual y acreedora de intrigantes y conspiradores porteños, como lo siguen siendo después de decenas y centurias de descaro e ignominia. Para muestra basta un Néstor Kirshner dejando plantados a 14 gobernadores peronistas en la Casa de Salta a fines de abril del año bicentenario.
Tan perceptiva es la unidad de almas en esta inmensa región de Sudamérica, a pesar de la competitividad deportiva o futbolística, el sentido inescindible es necesario recordar y reivindicar.
Tal es la identidad íntima, que dos Gorriti, hijos dilectos de San Salvador de Jujuy, fueron en el siglo XIX gobernadores de Salta. El marqués del Valle de Tojo, Coronel de las vanguardias de Yavi en la guerra de la independencia del imperio español y otro Gorriti ilustre jujeño, también Coronel del Ejército del Norte.
- Néstor Peyret – Salta 2.010.
