Las campañas en contra de la educación pública no retroceden. Todos los meses se suman nuevas declaraciones de los representantes del kirchnerismo en contra de los docentes, de sus organizaciones sindicales combativas, de su forma de trabajo y hasta de su ética profesional, que tienen una extensión desmesurada y que, como estrategia de fondo, tienen la intención de desmoralizar a la población sobre la conveniencia de continuar con el sostenimiento de la educación pública y gratuita.
La tesis que desde los ´90 marcaban como principal estrategia escolar la existencia del “maestro contenedor” que con el ejercicio de su praxis evite los actos de violencia, asista psicológicamente a los niños, los alimente, los contenga,
realizando el trabajo que la “desintegrada familia” se niega a realizar, apenas han variado.
La novedad la encontramos en que ahora, como si todo hubiera cambiado con respecto al infierno “neoliberal” del menemato, el kirchnerismo delira la existencia de un “hombre nuevo” en su país de fantasía, armado en base a los discursos auto referenciales que consideran a la realidad como un complejo construido en torno a un relato.
Hoy, sostienen los voceros del gobierno, es posible trasmitir conocimientos a los
alumnos, sin que el bloqueo provocado por la desnutrición, la desintegración de la
familia popular, las calamidades de la desocupación, la explotación infantil,
conspiren en contra del acto educativo, y esto, en medio de escuelas que se vienen abajo por falta de mantenimiento y de docentes que navegan por debajo de la línea de la pobreza.
El nuevo rol que se le adjudica al docente en la patria kirchnerista, conlleva la
idea que deriva del delirio oficialista de que es posible la construcción de un
nuevo maestro “a la antigua”, que pueda resolver simbólicamente los conflictos que arrastran a que una multitud de alumnos se desarrollen en un cuadro de miseria social y cultural.
Mientras tanto los discursos oficiales le anexan al docente la responsabilidad del
fracaso educativo y de los hechos de violencia escolar. Tanto, es el rencor que guarda el kirchnerismo en contra de los trabajadores del
magisterio: que con sus acciones de lucha complican gran parte de las políticas de
ajuste permanente de los presupuestos educativos -orientadas a distribuir los
ingresos entre los burgueses nacionales, los funcionarios del estado, los oligarcas
agrofinancieros y los acreedores internacionales – que el oficialismo, desde el
autoerigido altar progresista, no tiene ningún pudor en volver a difundir las tesis
de un supuestamente “odiado” neodesarrollismo pronorteamericano, arcaico y regresivo en el plano educativo; es decir en el plano social.
El país de los Kirchner es el país de las campañas
Los ex ministros Filmus y Puiggros declararon en su momento que los docentes
actuales ya no son lo que eran. El primero, rememora con tristeza la época de las
viejas docentes vocacionales, más preocupadas por la trasmisión de saberes y valores que por su propio sustento. La segunda, batió todos los records de oportunismo rentado, cuando horas antes de irse de la Dirección de Escuelas de la provincia de Buenos Aires, inició desde su ministerio público una insidiosa campaña a favor de la educación privada -subsidiada con fondos estatales-
Puiggros, en 2007, no dejó indemne ni una sola línea de lo que escribió durante años en sus libros, desde su nuevo rol de intelectual “progre” devenida en funcionaria y rompehuelgas incentivó a los padres para que mudaran a sus hijos de las escuelas públicas a las privadas, porque, según ella, los educadores públicos “están siempre
de paro”.
Computamos además las declaraciones de Cristina-Kirchner, quien apenas asumida, y
luego abriendo las sesiones legislativas, se lanzó a una desbocada perorata en
contra de las maestras y profesores “que saben menos que sus alumnos”.
Hoy nos iluminamos con las declaraciones del Ministro de educación de la Nación;
Juan Carlos Tedesco, quien evalúa que los “resultados mediocres y muy desiguales» de su campaña destinada a fomentar la lectura en el aula, tienen a los maestros y profesores como responsables del problema. «Si no tienen placer por la lectura, es muy difícil que la transmitan».
Todo esto no deja lugar a dudas, la visión que el kirchnerismo tiene sobre los
trabajadores de la educación argentinos no puede ser más desalentadora: los maestros no leen, no saben, no se comprometen… en conclusión, una verdadera desgracia
cultural.
Pública y privada
Pero el ataque a los docentes argentinos tiene una extensión desmesurada. Es que en
realidad, la intención política de esta campaña trasciende el simple ataque al
maestro; el objetivo se centra en la propia escuela pública y, por supuesto, en
hacer rentable el derecho a la educación.
Las indignadas reacciones ciudadanas, que despertó el incremento en las cuotas en
las escuelas privadas, dan cuenta de que las campañas para desmantelar lo que queda
de público y gratuito en educación, se terminan pagando con lo que sale de los
bolsillos de los ingenuos ciudadanos que viven de los que se les miente.
Hasta hace poco días atrás, asistimos a una verdadera ola de denuncias sobre la
problemática de la violencia en las escuelas del estado.
Debatidos hasta el hartazgo en los medios de difusión, la descripción de los hechos
de violencia escolar, tuvo la intención de demostrar que la rutina cotidiana en el
funcionamiento de los establecimientos públicos, es comparable a lo que acontece en
un campo de batalla.
Las escuelas, denuncian, se han vuelto un escenario: donde los niños les pegan a
otros niños, a los maestros y a los padres de otros niños; los padres, a su vez, les
pegan a otros padres, a los niños, a los maestros, a los directivos de los maestros
y a los inspectores de los directivos y de los maestros. Un caos
El relato, que transformó a la escuela pública en Irak, tuvo su colorario en un
disciplinamiento de los consumidores de educación privada a un ajuste extraordinario
de las cuotas del mes de mayo, de hasta un 45%, lo que terminó rompiendo los
presupuestos familiares.
Esto debería dejar por lo menos dos enseñanzas:
Primero, que esquivarle el cuerpo, por parte de la ciudadanía, a los problemas de la
educación pública, no es para nada barato.
Segundo, que cuando la ciudadanía opta por la educación privada, abandonando la
escuela pública a su suerte y condenándola en términos similares a los usados por
los promotores del oficialismo, el único resultado que se logra es el clic-caja para
los pulpos privados de la educación, subsidiados por el estado.
En el sideral aumento de las cuotas en las escuelas privadas, vemos la puesta en
práctica de las nuevas leyes educativas del kirchnerismo; en las declaraciones
antidocentes de sus funcionarios vemos otro tanto.
La maestra kirchnerista
El oficialismo, insiste en señalar un determinado perfil para el educador que se
necesita en estos tiempos nacionales y populares. Todas las declaraciones de los
funcionarios son coincidentes en un punto: maestras eran las de antes. Así lo hizo
saber el exministro Filmus el año anterior, cuando acusó que antes las
maestras“enseñaban mejor porque tenían una mayor vocación de servicio”, ya que, “en
su gran mayoría pertenecían a las clases acomodadas”.
Queda claro que este acto educativo vocacional, donde la maestra aparece desapegada
a su propia existencia por la vocación de enseñar, no sólo es reivindicado
profundamente por los representantes del kirchnerismo, sino por la propia
burocracia de los gremios docentes y hasta por una porción muy importante del
imaginario social.
Ahora bien ¿qué se reivindica, cuando se reivindica la “vocación docente” de la
maestra kirchnerista?
En principio, que al no depender de maestros asalariados, el acto educativo se
transforma en un acto que brota como una acción caritativa: “la señora de bien,
civilizada” – que prefieren los oficialistas- es el paradigma de una maestra con un
accionar casi religioso y cargado de filantropía.
Por su pertenencia a un sector social acomodado, la maestra kirchnerista, “baja” a
las escuelas pobres con la misión de formar a “sus segundos hijos” mediante la
portación de evangelio magisterial que ella sabe y que no necesita de ninguna
construcción colectiva.
El aula se transforma, la maestra kirchnerista es la que sabe y los alumnos los
continentes que se tienen que llenar de aprendizajes.
Esta visión casi mística del proceso de enseñanza-aprendizaje, evocativo de la
“tabula rasa” quita al acto educativo toda la tensión inherente, que coadyuva en
todo proceso pedagógico-didáctico.
Las acomodadas maestras vocacionales, a las que alude el kirchnerismo, se
transforman de esta manera en la útil herramienta que les permita, a los poderosos,
la realización de una tarea civilizadora entre los sectores populares.
El consejo de esta “segunda madre”, pura vocación, a sus alumnos es el de “ustedes
también pueden, la democracia nos permite a todos una realización cultural y social
por medio de los aprendizajes”, toda una charada destinada a la justificación de un
sistema de injusticia enteramente clasista.
La educación en valores de respeto a la propiedad, de conciliación y
fundamentalmente de resignación al status quo, que la acomodada maestra kirchnerista
tiene el deber de trasmitir, gozan de la gravedad y el dramatismo de la “pedagogía
del hipócrita sobre el oprimido”, ya que proceden de un sujeto que ha logrado una
posición por formar parte de la elite. Es la postura del que se muestra como ejemplo
a seguir, no desde el punto de vista laboral sino desde el punto de vista
socioeconómico y que se rinde ante la evidencia de la libre concurrencia.
Este “Ustedes también pueden”, como no abarca, ni podría abarcar bajo las reglas de
una economía capitalistas, a todos, queda enteramente reservado a una minoría.
Es
esto lo que lo transforma en el culto al esfuerzo individual. Los que lleguen serán
aquellos que mejor se adapten a las reglas del mercado; la educación, es el acto
previo a las ofertas del mercado sobre la fuerza de trabajo.
La escuela kirchnerista esta pensada como un ámbito de adoctrinamiento, donde la
“señora acomodada” de los funcionarios, que se destaca por su accionar
“humanitario”, le hace un favor público a sus alumnos al acompañarlos desde los
palotes al ABC y en la trasmisión de un currículo de conocimientos socialmente
útiles y convenientemente seleccionados. Se pierde de esta manera el concepto de la
educación como derecho y obligación del estado para con los ciudadanos. Para el que
pueda pagar habrá escuelas, para el que no, trabajo esclavo.
La imagen de una educación crítica, reflexiva y vinculada a la realidad social, que
haga concientes de sus necesidades a los hijos del pueblo con una pedagogía del
oprimido, se da de frente con el espejo magisterial que redescubre el oficialismo en
las viejas tesis del desarrollismo pronorteamericano.
La maestra kirchnerista, es una maestra neutral en la lucha de clases. No es
asalariada, con lo cual no contiene vasos que la comuniquen con la lucha de los
asalariados. Es una “pedagoga maternal y apolítica”que enseña a sus “segundos hijos”
lo que bajen las distintas gestiones ministeriales.
En realidad, la maestra kirchnerista, es un exceso de fantasía oficial; provocada
por el resentimiento y el temor que despierta en los gobernantes y en la burocraciagremial de los docentes, la lucha de los trabajadores del magisterio.
«Tenemos resultados mediocres y muy desiguales» declara el Ministro Tedesco,
mientras señala a los docentes argentinos. A esta altura, ya no sabemos si habla de la educación pública o de la gestión de los eclécticos kirchneristas que lo
acompañan en la comparsa “nac & pop”.