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La causa de la desaparición hace 13 años de María Cash tomó un nuevo impulso a partir del análisis de los testimonios falsos y contradictorios del camionero detenido Héctor Romero, a quien la Justicia lo imputó por el homicidio calificado con alevosía.

“La Policía me lo ha matado”, acusó la viuda de Luciano Jaime

Informe Megajuicio

“Irma Rosa, viuda de Jaime”, se presentó la primera testigo de la jornada de la víspera en el megajuicio que por delitos de lesa humanidad se lleva a cabo en Salta. Irma Rosa Chica rompió un silencio de más de 30 años para dar su testimonio ante el Tribunal en lo Federal. Acusó a los ex jefes policiales Joaquín Guil, Roberto Arredes, Enrique Trovatto y Abel Vicente Murúa de ser algunos de los autores del homicidio de su marido, el periodista y militante peronista Luciano Jaime, cometido entre el 12 y el 14 de febrero de 1975.

Guil está siendo juzgado por el secuestro y asesinato de Jaime. Arredes, recién comienza a ser investigado. Murúa y Trovatto están fallecidos.

“La Policía me lo ha matado. En ese entonces estaba un grupo, yo me acuerdo de 4 nombres pero era un grupo, que era una mafia que estaba metida en la Central (de Policía). Había sucuchos así, ahí picaneaban, torturaban a la gente”, aseguró Chica. Dijo que estas prácticas se aplicaban a los presos por razones políticas y los presos comunes, como en 1982 le pasó a su hermano, quien fue detenido acusado falsamente por un robo y sufrió la tortura.

Sobre la desaparición de su marido, Chica recordó que el 12 de febrero, cuando no regresó de su trabajo en el diario E Intransigente, se preocupó mucho porque no era común que no le avisara. Por eso comenzó a buscarlo esa misma noche. Al otro día difundió un comunicado de búsqueda de persona. El 15 la llamaron de la Central para que fuera a reconocer la ropa que supuestamente se había encontrado con los restos del cuerpo de Jaime, sometido a una explosión en el paraje El Encón Chico. “Entro y nada más ver la ropa, la reconocí”. “Me puse tan mal que empecé a gritar, porque yo me di cuenta quiénes lo habían matado”.

Chica aseguró que una vez Jaime le confió que habían llamado al diario preguntando si él estaba trabajando, dijeron que sí: “Ah, bueno, ya no va a trabajar más”, fue la respuesta. En otra ocasión en que estaba cubriendo un allanamiento, un hombre le advirtió: “Cuidesé porque lo andan siguiendo”. Y como un mes antes de su muerte, fue detenido en la Central y fue liberado en la Federal.

Chica recordó que su marido le dijo que vio en la Jefatura a Eduardo Fronda, el militante peronista que apareció asesinado el 8 de enero de 1975, sobre el que Jaime hizo la cobertura en El Intransigente y que al parecer fue uno de los motivos de su muerte. “La Policía le tenía bronca a él, le tenía una bronca espantosa, porque no podía pegar un soplido y ya se enteraba él, se enteraba de todos sus chanchullos”, aseguró.
Añadió que después del homicidio supo que Jaime se preparaba a exiliarse en Cuba, y que su salida se demoró porque pretendía ir con ella.

Chica fue secuestrada, unos seis meses después. Un grupo de hombres, ella está segura que eran policías, irrumpió en su casa a eso de las 2,30, le robaron joyas y libros que eran de Jaime y se la llevaron; “semidesnuda”, la arrojaron en la caja de una camioneta que usaba el Ejército, le taparon la boca con trapos y la sacaron hasta un monte, por la zona de Atocha, donde le exigieron que se pusiera de rodillas y comenzaron a alejarse apuntándole con armas largas tipo ametralladoras PAM: “Me encomendé a Dios porque yo no tenía culpa de nada, siempre he sido pobre”, recordó antes de largar el llanto.

Pidió disculpas y siguió: “Doy gracias a Dios que no me mataron. Me dejaron tirada ahí. Si me mataban, bueno. Porque ellos eran dueños y señores de la vida de la gente. (…) Han hecho lo que se le ha dado la gana. ¿Por qué (mataban a la gente)? Por sus ideas. Entonces no se puede tener una idea. Hay que ser como ellos, maleantes, asesinos. Jamás en la vida he visto una cosa tan aberrante así”.

  • Informe Elena Corvalán

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