Debió ser tapa de todos los medios gráficos, y adelanto de todos los noticieros de la tele, que con voluntad tan impiadosa especulan con la novedad: el kirchnerismo levantó, sin fecha cierta, su operativo “relanzamiento” programado para el 25 de mayo en la plaza homónima.La presidenta prefirió alejarse de la plaza, en la que su marido, en plena etapa de “we are the champions”, logró juntar el rock y las fanfarrias.
La tapa de los diarios que no fue
Jaqueada por los conflictos agrarios y por una lucha de camarillas
internas, que explotó con más fuerza, y sin tregua, a partir de la
claudicación sin atenuantes del pingüinaje progresista al aparato del
PJ, Cristina-Kirchner esperaba ansiosa y con fe la mañana del 25 de mayo, anhelando por una resolución rápida a la crisis que el gobierno se niega a asumir como propia. El 25 de mayo significaba, por lo menos, anunciar la vuelta al purgatorio, de la que tanto le gustaba hablar a su marido;además señalaba la posibilidad histórica de barajar y dar de nuevo en una maltrecha gestión… de 4 meses de antigüedad!!!
El kirchnerismo, obsesionado por los problemas que le impiden arrancar su
bimotor de “doble comando” que hasta ahora no ha logrado despegar,
divagaba con que un “baño de gente en la plaza”, explotando un
domingo patriótico y acumulando un rejunte de diversos sectores bajo la
promesa de reactivación del desacreditado “pacto social”, le sería
suficiente para retrasar el reloj de los tiempos a aquel jueves 19 de
julio de 2007 cuando, el imaginado pacto con los sectores productivos
fuera lanzado por primera vez como propuesta preelectoral desde el
escenario del Teatro Argentino de La Plata.
En esta oportunidad, la decisión era doblar la apuesta y el escenario
elegido, para meterle una bisagra a los tiempos aciagos que le toca vivir
al gobierno era la Plaza de Mayo. El acto matrimonial fracasó. El clima
está tan enrarecido, que una convocatoria multitudinaria puede terminar
como en San Vicente, a los tiros.
Finalmente Cristina-Kirchner, vuela a la bucólica Salta para gritar su
“aguante”en un nuevo aniversario de la gesta revolucionaria.
Gobernadores e intendentes
Los gobernadores e intendentes kirchneristas, no saben a esta altura, si
avalar abiertamente las políticas de las retenciones móviles a la soja
propuestas por su debilitado patrón o apoyar, cada vez en forma más
indisimulada, los reclamos de las entidades agrarias.
En su reparto de “afectos” operan con una postura esquizofrénica que
no deja satisfecho a nadie, ni a las entidades ni al gobierno.
Los intendentes han visto en los tractores estacionados en los hall de sus
municipios, un mensaje claro de hasta donde están dispuesto a llegar las
trilladoras de los productores.
Los gobernadores quieren negociar con la entidades sin enemistarse con el
poder central; opinan que abriendo el dialogo, evitan seguir desluciendo
la figura presidencial, en un momento en que no aparece ninguna figura de
recambio fuerte que garantice la gobernabilidad por los casi 4 años que
le restan a la gestión.
El kirchnerismo está quebrado y trabaja en los dos frentes: ve con buenos
ojos que bajen los decibeles del ruido de la protesta campera, aunque se
niega a aparecer como perdedor en la pulseada. Que Schiaretti, Urtubey,
Biner o Capitanich, negocien o no, para bajar la tensión en sus
provincias no le plantea demasiado inconvenientes. Que Scioli lo haga en
provincia de Buenos Aires es un síntoma de rendición. Los mandatos son
entonces contradictorios, cruzados, bipolares, porque en definitiva lo que
importa es como vive el electorado, hacia el 2009 los ribetes de la puja.
El gobierno da cada paso mirando a la vidriera, es como esos adolescentes
que aun no se acostumbran a los temblores que producen los cambios en su
cuerpo y entonces necesitan corroborar a cada instante que no se están
degradando.
Gobernar en tiempos de paz y abundancia
Los Kirchner S.A. están demostrado ser un gobierno para tiempos de paz y
abundancia. Cuando las cosas se le complican, toda su solidez de
“progresismo liberal”, se desvanece como el humo en el aire.
El gobierno, viejo aliado de los indultos y de las privatizadoras de los
servicios públicos y las fuentes energeticas, viene de conjunto,
concediendo toda una de reclamos a la patria sojera-ganadera, pero esto no
termina de convencer a nadie.
Ni a los ganaderos, que exigen una mayor apertura de los mercados
internacionales de las carnes y propician un renunciamiento patriótico al
bife–vía incrementos de precios-, por parte del pueblo argentino para de
esta manera engrosar sus saldos exportables.
Ni a los dueños de los pooles sojeros, que en su pretensión de retornar
al 10 de marzo exigen una rendición sin condiciones al gobierno y que
para demostrar de hasta donde son capaces de llegar, sin mayores
escrúpulos, se han colgado al pecho una escarapela forastera: la
argentina.
Ni a los pequeños chacareros, que descreen, con razón, del régimen de
compensaciones ofrecido por el gobierno de los Fernández y siguen
amuchados con las sociedades rurales, CRA y Coninagro, como aquel, que con
desesperación, se aferra a un salvavidas de plomo cuando esta apunto de
ahogarse.
Nadie les cree
Nadie cree en el gobierno y esto se hace particularmente ostensible entre
los sectores medios, que ya especulan con la aplicación de un nuevo
corralito, ante la corrida cambiaria que obliga al Central a una cotidiana
sangría de fondos para mantener el dólar convertible.
La angustia de la clase media es un retrato de cómo se vive esta etapa de parto.
La falta de una alternativa política independiente a los polos que forman
las entidades agrarias por un lado y el kirchnerismo por el otro, es lo que
ha llevado a los sectores medios una toma de posición que se resuelve en los propios términos capitalistas de la coyuntura.
En un polo, encontramos a los que siguen a la abonada de todos los
programas televisivos en cable y que ven en la movida rural, orientada por el tono profético y oráculario de la Carrió, como el método que
permitirá democratizar algunos modos de la gestión de Cristina-Kirchner
y con eso se conforman, “la economía está bien, lo que falla son los
modos republicanos” tranquiliza la amiga de Grondona y Majul y Morales
Solá y Bonelli y…
En el otro, los que condenan la historia genocida de la oligarquía vacuna
y terrateniente y que han comenzado a desvariar en una loca carrera
oficialista, que los está llevando a la utilización de argumentos cada
vez mas fascistas.
Horacio Verbitsky, ha llegado a saludar la utilización de grupos de
choque del kirchnerismo en Santa Cruz, como una acción legítimamente
defensiva de un gobierno constitucional. De allí, a considerar a los
comandos de organización peronistas, la juventud sindical y la CNU, como
embriones de la autodefensa popular setentista en contra del “agresor
gorila y antiperonista” hay un paso. (pagina12; domingo 4/5)
Pero, si con esto no alcanzara, la pluma oficialista más ilustre y mejor
pagada del país, ha descubierto ahora una “Argentina invisible”
(pagina12, domingo 11/5) en donde “20 millones de argentinos son de
origen indígena mientras apenas 16 pueden remontar sus ancestros a
Europa”, una apuesta étnica que le sirve al periodista para divagar
sobre una posible resolución política del conflicto que los “blancos
oligarcas” sostienen en contra del gobierno de Cristina: “acelerar la
integración del país a un continente que rechaza las tradiciones de sus
colonizadores blancos”.
Para Verbitsky, la actual crisis no se resuelve en términos de clases
sociales sino en términos étnicos. Y para esto recurre a la
manipulación genética, como si con eso hubiera descubierto otra cosa
diferente de las que ya se saben: el progresismo centroizquierdista cuando
se siente acorralado por la realidad no tiene prurito en acudir a cualquier
falsificación.
El debate entre la pequeña burguesía porteña contiene en realidad algo
de patético.
La discusión sobre el carácter progresista o no del gobierno actual,
puede servir para despertar el interés intelectual en algunos sectores
ilustrados, pero es absolutamente insustancial a la hora de hacer
política.
El cuadro de confusión que ha generado la actual crisis, ha dado lugar a
un conjunto de medidas desesperadas, que no se explican sin tener en
cuenta el brete en que esta metido el oficialismo.
Mientras algunos grupos se movilizan a las puertas de los supermercados,
reclamando que bajen los precios y terminan solicitando bolsas de
alimentos a los “especuladores internacionales”; otros, organizan
charlas a la juventud, que tienen en Guillermo Moreno su principal
expositor teórico y se comprometen a conformar un cuerpo de inspectores para-oficiales que apriete a los almaceneros. No faltan aquellos que haciendo gala de una audacia de oficina, proponen que el gobierno emule a Evo Morales y que convoque a un referéndum que garantice derrotar en las urnas al “Poder Blanco”.
Los mas enloquecidos le plantean al kirchnerismo recurrir a los
“malones” redescubiertos y seleccionados genéticamente, para
sustentar la gobernabilidad popular. Un verdadero desquicio que demuestra que el kirchnerismo está para gobernar en tiempos de paz.
Ninguno, pone en consideración que una verdadera representatividad
popular se encuentra en la toma de decisiones soberanas, como la
nacionalización de Sidor por parte del presidente de Venezuela; Hugo
Chávez.
El debate progresismo si-progresismo no, aun en términos burgueses,
encuentra en la practica política una respuesta que las polémicas
intelectuales escamotean.
Si el gobierno quiere enfrentar el “poder blanco sojero” que
nacionalice las tierras, las semillas, los fertilizantes, el comercio
interior y el exterior; que nacionalice los puertos empezado por los de
sus propios aliados (Urquía); si quiere reivindicar a la mayoría
indígena nacional que reparta las tierras; si quiere distribuir la
riqueza que suspenda el pago de la deudas y los subsidios a los
capitalistas desangrando el salario de los trabajadores y los jubilados.
¿Devaluar o no devaluar? esa es la cuestión
Los oligarcas, los acopiadores y latifundistas le exigen un renunciamiento
total y sin condiciones al gobierno, tanto en la modificación de las
retenciones móviles a la soja, como en la puja por las futuras políticas
de devaluación monetarias.
Los camperos de la Sociedad rural, pese a los grandes lazos que los unen
con los industriales, prefieren un dólar estable y un euro caro. Los
insumos que compran son, en su mayoría, norteamericanos; los mercados en
que venden son europeos y asiáticos.
Los industriales, por su parte, piden una devaluación del peso que lleve
al dólar a 4,50$ los que les traería un doble beneficio. Por un lado,
encarecerían las importaciones y harían competitivas sus exportaciones,
por el otro, generarían un proceso de inflación interna que seguiría
transfiriendo los ingresos populares a sus arcas insaciables.
Los empresarios de la “burguesía nacional” que el kirchnerismo venia
a redimir, vuelven a su vieja cantinela de que “las reglas de juego no
están claras” y que en esas condiciones ellos no firman ningún pacto
social. Con lo cual colocaron el operativo “relanzamiento” del 25
frente al pelotón de fusilamiento.
El levantamiento del acto de relanzamiento tiene una gravedad inusitada. Porque no permite al gobierno salir de la parálisis en la que se
encuentra, en momentos en que se le hace imperioso implementar, el con consenso de la burguesía, un cambio de “modelo” que empiece con untarifazo a los combustibles líquidos, gaseosos y a la energía
eléctrica, por el cual las petroleras vienen sumando desabastecimiento,
de estación de servicio en estación de servicio.
La falta de consenso entre los de arriba, instala otra cuestión, la tan
temida reacción que pueden levantar los aumentos de precios entre los
trabajadores y la ciudadanía en general, que últimamente anda medio
díscola con cualquiera de las propuestas que bajen del ejecutivo.
El gobierno está paralizado y la oposición es rehén de la coyuntura.
Las opiniones se encuentran repartidas entre retenciones si o retenciones no, mientras tanto, nadie se le anima al balance de que lo que se cae es el “modelo político económico” que venía dándole de comer a unconjunto de oportunistas, cuya dieta durante estos últimos 5 años era en base a porotos de soja.
Paradojas
El presente argentino atraviesa por una fase paradójica: el kirchnerismo,
que acaba de regenerar el peronismo quiere volver la rueda de la historia por lo menos 8 meses atrás, es decir, quiere volver a ser lo que fue antes de ser pejota.
El pejotismo, que lucho durante años para que Néstor Kirchner abandonara los delirios de la transversalidad y se sumara al redil, ahora que acaba de lograrlo, encuentra a su “hegemónico líder” envuelto en un despelote de proporciones, que vuelve a mostrar al partido en las encuestas con menos adhesión que la lograda en épocas en que perdió el gobierno a manos de la Alianza de De la Rúa.
Los sectores empresarios, la famosa “burguesía nacional que iba a sacar
a la argentina de la fase de postración histórica a la que nos llevaron
las políticas neoliberales” no quieren firmar un acuerdo con la Casa
Rosada en medio de una disputa que no le da ninguna garantía de
confianza.
El peronismo que asomaba como la única garantía de gobernabilidad hasta el presente, demuestra que no está preparado para pilotear una crisis, que ya se ha transformado en una crisis de representatividad del, que como se dice, “el único partido históricamente capaz de gobernar el
país”.