La audiencia sobre el matrimonio homosexual que se desarrolló en nuestra provincia abrió la caja de pandora y desnudó el carácter conservador y retrogrado de una sociedad confesional, y con una dirigencia política y religiosa que apela a lo peor de su historia para dotar de discursos elementales y peligrosos a una sustantiva parte de los que pasaron por la legislatura adentro y afuera.
Las intervenciones mayoritariamente transitaron por dos ejes preeminentementes, que abusaron de la utilización de la palabra “Dios y natural”, junto a la ya conocida de la familia con papá y mamá y estigmatizando cualquier otra forma de organización familiar presentándola como una monstruosidad.
Dios no existe
No hay aquí una reminiscencia ni marxiana, ni un relanzamiento de Nietzche que planteé un debate a fondo sobre esta gran construcción de carácter cultural y no natural que es Dios y que si uno atraviesa diversas culturas tendrá distintas características, y si uno le preguntara a los millones de creyentes cada uno tendrá una caracterización singular de su dios, confirmando la idea de que existe dentro de la cabeza de las personas hecho a su propia imagen y semejanza.
Lo que en realidad quiero afirmar aquí es que los dichos y argumentaciones que por ejemplo señalaban que si se aceptaba el matrimonio de personas del mismo sexo habría que aceptar el casamiento con animales por que hay personas que practican la zoofilia, en la misma línea argumentativa la pedofilia, etc. barbaridades dichas y apoyadas con aplausos y sin una clara y contundente condena social; es la prueba más cabal de la inexistencia de dios, porque no sería posible pensar que haya dado vida a opas tan caracterizados.
Dios existe
Una argumentación lógica en sentido contrario confirmaría la existencia de Dios porque ratificaría la condición de opas de los antes mencionado, pero afirmando que no son opas cualquieras, sino opas perfectos.
¿Qué es lo que está en debate?
Quiero afirmar aquí que el rechazo de una parte importante del establecimiento local ubica el debate no en el terreno argumentativo o de la razón critica, sino en el terreno del poder.
Lo que viene a cuestionar el matrimonio entre personas del mismo sexo es el discurso legitimador del poder como fuente dadora de verdades incuestionables, y esta puede ser la punta de lanza para voltear otros velos vinculados al ejercicio de la dominación política como pueden ser las relaciones de producción, la tenencia de los medios de comunicación, el rol de la iglesia y el de la lumpenburguesía gobernante.
Un componente fundante del poder como la iglesia tiene una amplia ingerencia en esta controversia y es bueno caracterizarla por lo que afirma, pero también por lo que calla.
La iglesia-institución ha sido en un sentido estricto ”La justificación de la crueldad humana”, podríamos señalar rápidamente, las cruzadas, la muerte en la hoguera durante el renacimiento (S. XV) de medio millón de mujeres por ser consideradas brujas, la conquista y colonización de America, la complicidad y consiguiente justificación de las dictaduras militares en Sudamérica, este rápido derrotero la ubica junto a los poderosos y nunca del lado de los que sufren, escudándose en dios, como primer y último argumento evidencian que no tienen razón construyendo un discurso homofóbico, patriarcal, conservador, autoritario, primitivo y fanático para justificarse.
Este ímpetu conservador y ultramontano explica por qué la iglesia y los medios de comunicación hegemónicos han hecho caso omiso de sucesos vergonzantes que involucran a la universidad católica de Salta (que depende de la curia) . Por ejemplo el hecho de sostener a un directivo como Cornejo Torino, procesado en la causa por la voladura de Río Tercero, y por tráfico de armas , o el conchabo de Moner Ruiz, el carapintada que es denunciado como uno de los asesores de los separatistas bolivianos que fueron ultimados por el ejército de ese país y que estaban encabezados por Rosas Flores, o la presencia como profesor de Martín Rodríguez, preso por estar sindicado de participar en sesiones de tortura e “interrogatorio” en distintos campos de concentración de la última dictadura militar. Hay que señalar por otra parte que la institución eclesiástica es financiada por empresas privadas, entre otras el Ingenio San Martín del Tabacal.
Esto explica el aplauso a la ley que obliga a la educación religiosa en las escuelas, la justificación de la existencia de la policía y gendarmería infantil.
Explica también la presencia del Opus Dei en el gabinete provincial, los acuerdos con la Universidad Austral (vinculada al opus) a partir de la contratación de la senadora Liliana Negre de Alonso para desarrollar un plan de “desarrollo estratégico” en los municipios para los próximos 10 años.
A esto le tenemos que agregar una justicia provincial también confesional, basta señalar que el 70 % de los abogados que trabajan en el poder judicial son egresados de la Universidad Católica y es un lugar de conchabo de los viejas familias aristocráticas de doble apellido mentalmente conservadoras y elitistas.
Cuerpos disidentes
Es importante dar la pelea al Estado en la gestación de políticas públicas, en este caso el matrimonio entre personas del mismo sexo; pero esto requiere de una batalla en regla, es decir totalizadora e inclusiva. Esto nos plantea romper con la tendencia de muchas organizaciones populares al achicamiento del campo de identidad confrontativo; alejándose así de la política, que es por naturaleza el campo más amplio de la identidad y la confrontación.
Priorizar las identidades particulares generadas por las formas de vivir en la opresión (desocupado, mujer, homosexual, etc.) fosiliza el desarrollo de las luchas reivindicativas, porque estas no son categorías autónomas, sino son algunas formas de como se vive la opresión en los marcos del sistema capitalista.
Esta batalla es fundamental encararla con vigor, pues ya vemos que no solo exacerba en los poderosos el fanatismo religioso, sino que es claramente cuestionadora de la legitimidad de su poder. De esto se trata.
- Por Leonardo Juárez
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