La testigo Nelly Sauad, que era vecina de la familia Mosca Alsina, en la calle Martín Cornejo de esta ciudad, habló ayer de la insistente búsqueda del padre del joven estudiante Carlos Enrique Mosca Alsina, secuestrado y desaparecido el 4 de agosto de 1976, a la vuelta de su casa.
El testimonio de Sauad, de 81 años, fue tomado en su vivienda por una comitiva integrada por la jueza Marta Liliana Snopek, el fiscal Ricardo Toranzos, sus ayudantes, y la secretaria de Derechos Humanos del Tribunal Oral en lo Federal Criminal de Salta, Denise Blajean.
El secuestro y desaparición de Mosca Alsina es uno de los delitos de lesa humanidad , en perjuicio de 34 personas, por los que el Tribunal Oral de Salta juzga, desde mayo del año pasado, a 17 hombres, miembros del Ejército, la Policía de Salta, el Servicio Penitenciario Provincial y un civil.
Sauad recordaba poco del secuestro del estudiante: dijo que otra vecina le había contado que lo había visto entrar al quiosco. Se sabe que el joven había ido a comprar cigarrillos. Al parecer, esa fue la última vez que lo vieron en el barrio. Nunca más se supo de él, a pesar de la insistente búsqueda de su padre. En este sentido, como otros que declararon sobre este hecho, la testigo recordó la conmoción en la familia del joven: además de destacar que el padre no cesaba de buscarlo, recordó que la madre “no apareció más” porque la había ganado la depresión. Sauad también sostuvo que la Policía nunca fue a indagar sobre este hecho.
Por la desaparición de Mosca Alsina están siendo juzgados dos represores emblemáticos del terrorismo de Estado en Salta: el ex jefe de Seguridad de la Policía, Joaquín Guil, y el ex jefe del Ejército, Carlos Alberto Mulhall.
Los testimonios que se escucharon en agosto del año pasado indican que el joven pudo haberse convertido en un blanco del terrorismo porque, cuando estudiaba abogacía en Tucumán, compartió vivienda con los estudiantes Rubén Manoff, Gustavo Imberti y Jaime Kulisevski, y, solo por un breve período, con Sergio Gonoraski. Los tres primeros tenían militancia estudiantil y en el Partido Socialista de los Trabajadores (MST) y en diciembre de 1975 sufrieron un atentado en su casa, luego de que alojaran a un militante de la Juventud Guevarista que era perseguido y finalmente fue asesinado.
Este hecho convenció a Manoff, Imberti y Kulisevski de que debían salir de Tucumán y de Salta. Mosca Alsina, que no tenía militancia alguna y creía que por ello estaba seguro, decidió quedarse con su familia, y continuar sus estudios en la Universidad Católica de Salta. Se sabe que en ese período él y Gonoraski fueron presionados por Guil con el propósito de que convencieran a sus compañeros para que se presentaran en la Policía. Manoff está convencido de que “Mosquita” fue secuestrado por esta amistad.
Al dolor de la desaparición del joven, se suma en este caso el hecho de que los secuestradores extorsionaron al padre sacándole dinero a cambio de supuesta información sobre el paradero del chico, y porque reiteradamente lo engañaron generándole falsas expectativas de que iban a liberarlo.
El debate continuará el próximo 29 de este mes, con una larga lista de testimonios. El Tribunal tiene previsto escuchar los alegatos en agosto, cuando se podría conocer la sentencia.