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El «neofascismo» vernáculo alza su voz

Sabida es la simpatía de los dueños políticos de El Tribuno por el Proceso. El diario de la familia del senador vitalicio Juan Carlos Romero, un devenido del peronismo a un “alza manos” libertario cada vez más notable, se pone la gorra del grupo del negacionismo cotidiano como algunos otros medios hegemónicos nacionales.

Osvaldo Soriano In Memoriam

Los Osvaldos Bayer y Soriano
Los Osvaldos Bayer y Soriano
Una sola vez pude charlar con el gordo Soriano. Fue en la Feria del Libro del ’84. Estaba solo en el stand de la editorial que lo publicaba; así que aproveché para preguntarle como estaba el existencialismo en Francia, ahora que Sartre había muerto. Él me preguntó por mis lecturas y si conocía a Bret Harte, y debía reconocer que mis conocimientos de la literatura norteamericana era poca (solo algunos novelistas y poetas): “No podes dejar de leerlos”, me dijo con su sencillez.


Se comenzaron a reeditar las obras completas de Osvaldo Soriano. ‘Triste, solitario y final’, tiene prólogo de Eduardo Galeano y ‘Cuarteles de invierno’ de Osvaldo Bayer. De ambos decía en su exilio europeo: “Tristezas, alegrías, esperancitas, incertidumbres, otras miradas, otros estilos, otra lengua: imposible hacer un balance, imposible reír o llorar. Bayer me escribe desconsolado desde Alemania. Galeano desde Barcelona. Otros desde París o Roma. Desamparados con el cordón umbilical en Boedo. No está probado que las distancias te den madurez y en todo caso es una madurez que uno paga cara en angustias”.

Esta diáspora argentina (y Latinoamericana) repetía lo de Julio Cortázar: “Fui 25 años un escritor emigrado, pero ahora soy un escritor exiliado”. La primera novela de Soriano se edita en 1973 y para titularla toma la frase de Marlowe en ‘El largo adiós’: “Hasta la vista amigo. No le digo adiós. Se lo dije cuando tenía algún significado. Se lo dije cuando era triste, solitario y final”.

Los personajes de la mayoría de sus obras son perdedores, por eso sus relatos se cargan aún más de nostalgia, ternura y humor, Stan Laurel y Oliver Hardy (‘el gordo y el flaco) son los protagonistas, junto al detective (del policial negro) Marlowe, personaje creado por Raymond Chandler.

Una sola vez pude charlar con el gordo Soriano. Fue en la Feria del Libro del ’84. Estaba solo en el stand de la editorial que lo publicaba; así que aproveché para preguntarle como estaba el existencialismo en Francia, ahora que Sartre había muerto. Él me preguntó por mis lecturas y si conocía a Bret Harte, y debía reconocer que mis conocimientos de la literatura norteamericana era poca (solo algunos novelistas y poetas): “No podes dejar de leerlos”, me dijo con su sencillez. Después comprendería qué le había sucedido con la literatura norteamericana y especialmente con los cuentos y el policial negro.

La diferencia entre el cuento policial negro ingles y el norteamericano (Aquí lo difundieron ediciones cuidadadas por Borges, Bioy Casares, Piglia, Mignona) era que pasaba de la intriga individual, a los móviles sociales y políticos. Chandler lo explica mejor: “Hammet describe un mundo en que los pistoleros pueden gobernar naciones y casi gobernar ciudades; en que los hoteles y casa de departamentos y celebres restaurantes son de propiedad de los hombres que hicieron su dinero regenteando burdeles; en que un astro cinematográfico puede ser el indicador de una pandilla; en que ese hombre simpático que vive dos puertas mas allá, en el mismo piso, es el jefe de una banda de quinieleros; un mundo en que un juez con una bodega repleta de bebidas de contrabando puede enviar a la cárcel a un hombre por tener una botella de un litro en el bolsillo; en que el intendente de una ciudad puede haber tolerado el asesinato como instrumento para ganar dinero” (Dashiell Hammet, es el autor de “El halcón maltes” y “Cosecha roja”).

Esa literatura en Norteamérica arranca después del crack de 1929, y sigue durante la gran depresión económica del `30. Cualquier semejanza con los `90 no es mera coincidencia. Hammet, Chandler, Caldwell, el mismo Faulkner mostraban un mundo de corrupción, de violencia, opresión, y abuso.

Soriano supo combinar sus apuntes de Laurel y Hardy, con una parodia de admiración hacia el policial. Uno queda atrapado, en su lenguaje directo y de frases cortas, en sus diálogos, en la ironía, para entrar a ver que el autor (periodista) se transforma en protagonista junto al detective; ellos (Soriano y Marlowe) en sus peripecias, son el Gordo y el Flaco.En 1976, el golpe de la dictadura criminal lo encuentra en Bélgica.

Allí escribirá dos nuevas novelas: “No habrá mas penas ni olvido” y “Cuarteles de invierno”. Ambas son llevadas al cine, ganan premios de literatura y son traducidas a más de quince idiomas. Luego vendrán “A sus plantas rendido un león” y “Una sombra ya pronto serás”, y se convierte en el escritor mas leído y que más vende.

Esto generó en los ambientes de la intelectualidad vernácula una especie de desprecio. En una charla que estaba dando en Filosofía y Letras (UBA) alguien le preguntó que estudios tenía. Respondió que llegó hasta tercer año. Muchos universitarios lo consideran como un escritor menor.

Osvaldo Bayer salió muy bien a responder, que varios de nuestros grandes escritores argentinos no eran bachilleres y cita a Sarmiento, Borges, Arlt. En 1984 aparecen: “Artistas, locos y criminales”, en 1988 “Rebeldes, Soñadores y Fugitivos” donde compila escritos que habían aparecido en revistas y diarios.

Su preocupación literaria tenia que ver con sus memorias y sus orígenes.
Si la esencia de su escritor está en su infancia, él nos hubiera seguido atrapando porque había vivido una infancia de muchos lugares (San Luis, Córdoba, Río Negro, Tandil, Buenos Aires).

Había nacido en Mar del Plata el 6 de enero de 1943. Luego se encontrará con el cine, el periodismo, la literatura. Como periodista trabajará desde 1970 como colaborador en diversos medios, hasta llegar al diario “La Opinión”, de Jacobo Timmerman
“Cuarteles de Invierno” se filmó dos veces (una producción italo-alemana y otra en Argentina.)

Recibió un premio en Italia, y como él comenta: “la idea era poner en un mundo autoritario y dictatorial a dos personas que, por su oficio, están aparentemente fuera de la política”. Un boxeador y un cantor de tangos son contratados por los militares, para los festejos de Colonia Vela.

Era una directa alegoría a lo que sucedía en el país con el Mundial de Fútbol del 78. En el manejo de los militares, luego de la desaparición y muerte de miles de argentinos, buscaban tapar con un festejo lo que seguía sucediendo. Es su obra más negada. Nadie quiere recordar lo que sucedía entonces. Como un personaje que está en la novela solo es el Loco el que habla (…….) “¿Los ve ahí?” – Cuando salen de misa- todos, todos! tienen un familiar desaparecido pero se callan”.

Una profunda síntesis de lo que sucedió en nuestro país. Sigue siendo el mejor libro que se escribió sobre la dictadura en forma de novela. Soriano se refería a ese periodo de esta manera Si mis novelas sirven para conoceros un poco mejor, para no olvidar ese tiempo infame, yo seré felíz . Cuando un escritor se enfrenta a su época siempre corre un riesgo, pero esa es parte de su responsabilidad. Por eso el poder nos odia tanto. “
Tengo un amigo de la infancia (no es universitario), que es muy buen lector y muy critico de lo que escribo (no le gusta que escriba en primera persona) siempre fue el termómetro de algunos autores que leemos. Es fanático de Soriano, por su escritura (sin tantos análisis lingüísticos) y mas que nada por las historias que dejaba el Gordo “El corresponsal” era un personaje que había creado, ya viviendo en Bs. As., relataba con un dejo de absurdo, ironía porteña y mucho humor, qué estaba sucediendo en el país en la década del ´90.

¡Que vacío ha dejado como cronista! Cuanto pudo haber comentado, hacernos reflexionar y reírnos de nosotros mismos, poniendo en juego aquella frase que decía “No te tomes en serio nada que no te haga reír”. Soriano murió el 29 de enero de 1997.

Acomodando mis libros de la biblioteca, me dí cuenta que está al lado de los de Roberto Arlt. Han sido los dos mejores periodistas y escritores que describieron como nadie, nuestras miserias y nuestras alegrías. Me faltan algunos libros del Gordo, así que ahora me cruzaré a buscarlos a la casa de mi amigo o tal vez alguien le avise por este medio para que me los devuelva. Quiero volver a leer alguno de ellos en estas vacaciones. No puedo dejar de sonreír cuando alguien del exterior me pregunta: “¿Qué quiere decir Soriano con “Ya sabe como son los argentinos: Miami está repleta de cubanos por culpa de uno de ellos”?.

  • Carlos Liendro

    Especial para Salta Libre

    Mail: pulsacion21@yahoo.com.ar
  • Este texto forma parte de su libro de próxima aparición

    «El Caballo de Calígula» / Ensayos Críticos.

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