En 1973, tras la caída del gobierno socialista de Salvador Allende, en Chile (el 11 de septiembre de 1973), militantes peronistas de Salta colaboraron en la huida de perseguidos por la dictadura que en el país transandino encabezaba Augusto Pinochet.
El dato lo trajo al presente ayer el testigo Eduardo Fernández Muiños al declarar en la primera audiencia de 2013 del juicio que se sigue en esta ciudad en contra de 17 hombres, entre militares, policías y un civil, acusados por delitos de lesa humanidad cometidos entre enero de 1975 y mediados de 1978.
Siete testigos declararon en el reinicio del lunes 4 de febrero de las audiencias en este proceso que comenzó en mayo del año pasado.
Fernández Muiños sostuvo que en 1973 colaboró con la docente Gemma Fernández Arcieri de Gamboa en un grupo que ayudaba a refugiados políticos chilenos que salían de Chile por Salta. “Se les buscaba habitación y comida. (…) Sé que se quedaban poco tiempo acá en Salta; adónde iban, no lo sé, pero sé que esa actividad (de colaboración con los que escapaban de Chile) se desarrollaba en Salta muy fuertemente”, recordó.
Además de las desapariciones de otras 28 personas y las detenciones ilegales y vejámenes en perjuicio de otras cuatro personas, en este debate se investiga la suerte corrida por Fernández Arcieri y su esposo, Héctor Domingo Gamboa, secuestrados en septiembre de 1976 y desaparecidos desde entonces.
Fernández Muiños sostuvo que por esta colaboración con los perseguidos políticos chilenos, y porque fue su alumno en la Sede Regional de Orán de la Universidad Nacional de Salta, sabe que Gemma Fernández militaba en el peronismo. Recordó que la docente participó también de las manifestaciones que hubo en la Universidad cuando fue derrocado Allende.
“Éramos peronistas”
“El 90% de los desaparecidos de la UNSa eran peronistas”, aseguró el ex secretario de Derechos Humanos de la provincia, Rafael Estrada.
Estrada, que en la década del 70 estudiaba Ciencias Económicas y junto a otros estudiantes había formado la Lista Azul y Blanca, con la que participaban en la vida política universitaria, reivindicó su pertenencia al peronismo de la Tendencia Revolucionaria. Afirmó que la persecución en la Universidad comenzó con la caída del gobierno de Miguel Ragone, en noviembre de 1974.
Ambos testigos contaron que tras la intervención en la Universidad de Salta, algunos docentes fueron obligados a renunciar y otros fueron cesanteados.
Estrada aseguró que la persecución comenzó ni bien fue depuesto el rector Holver Martínez Borelli, quien fue detenido y luego debió exiliarse. Estrada sostuvo que él, igual que otros militantes peronistas, como Víctor Brizzi, Enrique Cobos y Francisco Corbalán, fueron perseguidos y algunos de ellos desaparecidos, como ocurrió con Brizzi y Corbalán. “Ellos eran, como he sido yo, pertenecientes al partido peronista. Yo pertenecía, como ellos, a la Tendencia”, destacó.
También recordó la persecución a Silvia Aramayo, a Gemma Fernández Arcieri de Gamboa y a Carlos Figueroa Rojas, que permanecen desaparecidas.
Por su parte, Fernández Muiños sostuvo que los interventores obligaron a renunciar o ceseantearon a docentes que luego terminaron desaparecidos, como el caso de Fernández Arcieri.
Estrada coincidió con Fernández Muiños en afirmar que docentes y estudiantes de la Universidad pública salteña fueron objeto de tareas de inteligencia. “No me cabe la menor duda”, sostuvo ante la consulta del fiscal Ricardo Toranzo acerca de la existencia de informantes en el seno de la Universidad, algo que vienen denunciando familiares de desaparecidos.
Contó que él mismo fue perseguido, que primero anduvo escondiéndose (en casas de compañeros y de docentes) y luego se fue a la precordillera, mientras la casa de su familia era “allanada todas las noches” por grupos de tareas que integraban los comisarios Joaquín Guil, Abel Vicente Murúa y “Sapo” Toranzo.
Fernández Muiños, que estudiaba Antropología en Orán, recordó que en la Sede de esa ciudad “controlaban a todos, porque Gendarmería Nacional tenía gente inscripta en el ciclo básico común. Y no lo disimulaban para nada, si hasta iban con uniformes”. Añadió que nunca supo que alguno de ellos se presentara a rendir o se hubiera recibido.
Citan a una prima
La prima de Víctor Brizzi, Adelfa Requena, hermana del capellán del Ejército Mario Requena (fallecido), será citada a declarar en el juicio por la desaparición del estudiante y trabajador universitario, desaparecido el 8 de marzo de 1976, cuando cumplía el servicio militar en la Guarnición Ejército Salta.
El nombre de la prima surgió en la declaración del cuñado de Brizzi, Julio César Ceriani, quien contó que con su mujer, Violeta, hermana de Víctor, residían en Orán y se enteraron de la desaparición del joven por una llamada de Adelfa, que trabajaba en la Policía de Salta y se comunicó para preguntarles si Brizzi estaba con ellos y les contó la versión oficial: que el joven se había ido del Regimiento con permiso, porque su padre estaba enfermo. El Ejército siguió luego afirmando que Brizzi se había ido por su propia voluntad y que había desertado, lo que sus familiares desmienten.
Ceriani contó que viajó a Salta para ver a su suegro, Roque Brizzi, y lo encontró “en perfecto estado de salud”. Roque le reiteró entonces que se había enterado de la desaparición por la visita de un sargento que había ido a preguntar por él.
Ceriani también ratificó que vio a Víctor Brizzi en el Regimiento, cuando estaba haciendo la instrucción, en una visita familiar. Y recordó los padecimientos de los padres del joven, “anímicamente destrozados”. Recordó asimismo que cuando su suegro estaba agonizando “no sé cómo, apareció el padre Requena” y habló por una hora con el moribundo, tras lo cual este entró en un coma del que ya no se recuperó.
- Informe Elena Corvalán, periodista