Dos testigos ya ancianos recordaron el martes 23 de agostos en sus casas de San Ramón de la Nueva Orán los amargos años 70, cuando imperaban los operativos represivos ordenados por los funcionarios de la dictadura cívico militar iniciada formalmente el 24 de marzo de 1976.
Los jóvenes Sergio Wenceslao Copa y Raúl Araujo estuvieron presentes en la memoria de los testigos, que no eran familiares directos pero los conocieron por distintas circunstancias. Los dos militaban, el primero en la JP y el otro en la Juventud Comunista, aunque no todos sus conocidos sabían de esa actividad política, algo no muy raro en esos años de escalada de la violencia.
Hasta San Ramón de la Nueva Orán llegó el martes último a media mañana una comitiva encabezada por el presidente del Tribunal Oral en lo Federal de Salta para este juicio, el juez Federico Díaz, acompañado por la secretaria de Derechos Humanos Denise Blajent Bent, el fiscal federal Juan Manuel Sivila, y la abogada Natalia Vaca, del Programa Verdad y Justicia, que colabora con estos procesos, y la sicóloga Natalia Bauman, del Centro Ulloa de Asistencia a Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos.
El testigo José Quinteros los recibió en su casa y ante ellos recordó los momentos que vivió el 2 de septiembre de 1976, cuando un grupo de hombres armados llegó a la vivienda que en el paraje El Ocultar compartía con su mujer, Filomena León, y luego de amenazar a todos, de ubicarlos mirando a la pared y de maltratarlos, lo arrastraron hasta unos chiqueros de chanchos y le dieron una paliza que lo dejó tirado en el suelo.
Filomena León era la madre de Sergio Copa, quien -según contó ayer Quinteros- ya estaba en la camioneta de los represores. Sin embargo, Quinteros fue golpeado con “tanto ensañamiento” porque los hombres también buscaban a un medio hermano de Sergio, Fermín Orozco.
Ese día Sergio y Fermín habían ido a pescar. Sergio volvía a la casa de su madre cuando fue interceptado por la patota. Nada dijo del paradero de su hermano, y por eso buscaron a su familia para hacerla confesar, pero nadie dijo palabra y Fermín pudo esconderse en el monte y luego, con ayuda de amigos, pasar a Bolivia y salvar su vida.
La comitiva judicial visitó también la casa de Mercedes Zárate, madre de Nora Melgar, novia de Raúl Araujo cuando éste desapareció, el 13 de enero de 1976, en Orán. Con emoción, recordando al joven como “un buen chico, que trabajaba y estudiaba”, la mujer recodó aquellas tardecitas en que Raúl llegaba para visitar a madre e hija, de salida del trabajo y antes de ir a la escuela nocturna. Sobre el secuestro, contó que tras dos días de no tener noticias, se preocuparon y comenzaron a tratar de averiguar qué había pasado, pero nunca pudieron obtener ninguna noticia de su destino.
Como se esperaba, se desestimó escuchar un nuevo testimonio de la tercera testigo prevista, María Natividad Orellana, la nonagenaria madre del joven Mario Bernardino Luna Orellana, secuestrado y desaparecido el 3 de septiembre de 1976 en Orán. Para ello el Tribunal se basó en el informe presentado por el Centro Ulloa, que da cuenta de la pérdida de la memoria de la mujer, quien mientras tuvo lucidez intentó saber lo que pasó con su hijo.
– Informe Elena Corvalán