La prensa oficial dice “Romero recibió a Juan Manuel Urtubey” y “Romero y Urtubey cortaron las cintas del Nuevo Teatro Provincial”. Mientras Wayar mira como pasa su cruda realidad, sigue sonriendo, mudo como durante los 12 años. “La traición” pasa por sus narices. Pero no dice nada. No canta como Gardel, pero bien le podrían decir el “el mudo” Su entorno sabe todo, sufre la realidad. Todos se preguntan cuando hablará. Nadie se atreve a decirlo. Mucho menos Wayar, que hoy lame penas de bandoneón, llora lágrimas de tango. Pero él sigue callado.
La pregunta era atípica ¿Y si Wayar era el verdadero “cambio” y la respueta: “eso es una locura…”. Y si en el mundo de la politica partidaria todo es posible ¿por qué puede ser tomado como una locura?. Aunque Wayar tenga desde hace 12 años una mordaza en la boca y las rodillas vendadas, aun su entorno tiene esperanza que en un tiempo más se produzca el milagro y tenga acto heroico de su parte hacia el pueblo, diciendo alguna de las verdades que nunca dijo.
Wayar sigue callado como hace 12 años. ¿Algún día hablará? Ni en la conferencia de prensa donde reconoció su derrota dio una nota válida para el periodismo. Fue un trámite, un acto mas de su incondicional pertenencia. En toda su trayectoria no tuvo una actitud heroico, que aun espera su pueblo sigue esperando pacientemente.
¿Por qué no habla? ¿Qué lo mantiene amordazado ante tanto aropello a su imágen? El gobernador electo Urtubey y Romero ya se dieron la mano en forma protocolar, algo que todos podíamos esperar en el Grand Bourg. Pero ¿acaso era necesario concurrir a un acto informal, casi de apoyo, durante el acto de inauguración del Teatro Provincial de Salta?.
Urtubey y Romero, el maestro y el ex alumno preferido volvieron a darse la mano en el corte de cintas en la gala de apertura de un teatro que sería otro monumento a la corrupución de la era Romero, por los sospechas y acusaciones de sobreprecios que se denuncian en varias de sus “faraónicas” obras públicas.
Como político Wayar sigue manteniendo su imagen fue híbrida, inocua, al lado de un Romero que cada vez aparece como más débil. Pero que tal vez no lo sería tanto. La pertenencia de Wayar al régimen autoritario fue incondicional. Su gestión como vicegobernador fue servil y los malos resultados hoy están a la vista.
De nada le sirvió caminar las calles, recorrer la provincia, conocer todas las necesidades del pueblo, ser un político de trayectoria, ser fiel a los evidentes actos de corrupción, de nepotismo, de despotismo, de atropello, de avasallamiento a los derechos del pueblo y de las instituciones.
Por eso no es casualidad que haya perdido. Merece todo lo que le pasó. Durante doce años no generó una nota periodística válida en un marco de acusaciones de corrupción. No tuvo signos de apoyo a su pueblo que tanto dijo querer. No tuvo disidencias ni reparos sobre todos los actos de avasallamientos sociales e institucionales de su acólito gobernador.
Y la realidad dice que Romero se sacó de encima al wayarismo, que podría haber sido la oposición como se dice en el entorno. ¿Romero no quería a un “coya” en el gobierno? ¿Intimamente no deseaba que su “alumno preferido” sea gobernador? Todos saben que Urtubey representa para Romero parte de esa casta aristrocrática social que él no tuvo, pero que siempre deseó tener.
¿No estará contento que todo haya resultado así? ¿No habrá trabajado para eso? ¿Acaso Wayar no habría sido la verdadera oposición?. Nadie podría creer eso hoy. Quizás con el tiempo. Por el momento el entorno de Wayar aun se le pide salga a denunciar que tras las bambalinas de los resultados, alguien trabajó para que hoy el sea parte de los perdedores y Romero siga alegre su rumbo.
Quizás algún día tenga el esperado acto de valentía por sus seguidores, por los que lo votaron, porque su proceder durante doce años fue siempre de un súbdito del feudo, de un peon de la monarquía romerista.
Decididamente Wayar fue un hombre temerosoa, debil, sumiso a romper su “pacto” político de silencio (o complicidad) por la promesa de una gobernación que afortunadamente no se le dio.
Quizás algún día muestre su valentía. Quizás, quizás, quizás…