La palabra disparate alude a un hecho erróneo, ilógico o absurdo o contrario a la razón. En la lengua castellana se admiten como sinónimos: atrocidad, bolazo, delirio, demencia, desatino, dislate, despropósito, desvarío enormidad, aberración, burrada, etc.
Esta semana se conoció un fallo de la Cámara Nacional de Casación Penal, dictado a favor de una petición efectuada por un detenido extranjero llamado Yuriy Tiberiyevich Kepich, con el apoyo del Sindicato Único de Trabajadores Privados de la Libertad Ambulatoria (Sutpla), en el cual se indica al Servicio Penitenciario Federal que deberá dictar un orden normativo laboral para los internos, que se equipare al del trabajo en libertad.
De esta manera, se ha ordenado que ningún detenido que trabaje podrá cobrar menos de un SMVM (Salario Mínimo Vital y Móvil), que a la fecha es de $ 4.400, además de tener que contemplar el resto de los derechos de orden público (sueldo anual complementario, vacaciones, obra social, etc.)
Esta novedad ha causado un revuelo esperable en el medio pelo argentino, y de la mano de periodistas y comunicadores sociales carentes de criterio propio y que hacen las veces de loros barranqueros del gorilismo, se ha plasmado una corriente de opinión que va desde el pedido de que no cobren nada, hasta de que trabajen forzada y agotadoramente para que aprendan a no delinquir, y queden bien martirizados.
Y de esta manera, se genera por la irresponsabilidad de los que opinan sin saber nada del tema y por pura concepción prejuiciosa y desinformada, un clima de hostilidad que en nada ayuda ni aporta a una temática por demás compleja y que merece un tratamiento mucho más profundo que la liviana crítica cómoda de quien nunca estuvo cerca de conocer el infierno carcelario.
Que el ciudadano común desconozca el trasfondo de una realidad como la de la cárceles argentinas y termine opinando de esa manera, puede ser una circunstancia desagradable pero en cierta forma justificada, ya que el tsunami de improperios de la llamada prensa seria a veces abruma y gana de momento en la tarea de desinformar.
Pero que un ministro del área de seguridad que tiene a su cargo el manejo de esa realidad, exprese en los medios que pagarles por su trabajo a los internos carcelarios es un disparate, no solamente debería llamar la atención de quien lo ha designado, sino que debería motorizarlo para que por lo menos se rectifique, e inmediatamente pedirle la renuncia, por irresponsable, y por ignorante.
El licenciado Alejandro Cornejo D´andrea, en funciones de su cargo de ministro de Seguridad de Salta acaba de afirmar muy suelto de cuerpo: “Hay jueces que viven en otro planeta, y no en una Argentina que tiene necesidades de personas que salen a trabajar temprano, que se sacrifican por tener un peso en su bolsillo. Y ellos se preocupan porque los presos cobren… para mí… un disparate” (FM Cielo, 04/12/2014)
De esta manera, el funcionario en su condición de licenciado en administración de empresas, acaba da ratificar que como tal –teóricamente ha estudiado para administrar y no para dirigir áreas de seguridad- no está capacitado para ejercer ese cargo, y que en esa mala costumbre de improvisar que tiene el gobernador lo ha designado sin que sepa absolutamente nada de la materia, y por eso en su desvarío insensible y con total impunidad, cree que puede decir cualquier cosa.
Entre los desatinos más notables está en primer lugar llamar presos a los internos, terminología que lo pinta de cuerpo entero sobre la forma reaccionaria en la que el funcionario de mayor rango en el área ve a las personas que están bajo su órbita, desde una posición de supuesta superioridad que se genera por su propia falta de ubicuidad.
Seguidamente ha expresado lo del ya mencionado “disparate”, ignorando también seguramente que existe un marco legal nacional que desde el año 1996 tiene previsto el pago por el trabajo carcelario, que es la ley 24.660 dictada por un gobierno justicialista que supuestamente es un partido con el cual se identifica y por el cual seguramente debe estar trabajando fuertemente (Urtubey dixit).
Nada menos que en la década infame de la Rata [[Presidente de la Argentina 1989-1999]] se ha sancionado esa ley, que ciertamente se cumple de manera muy irregular, pero que contiene el instituto del pago por el trabajo realizado en condiciones de encierro a los internos, que por haber perdido su libertad no dejan de ser personas.
A manera de esperanzadora ilusión de que el señor ministro que ignora estas básicas normas de convivencia legal del ámbito en el que debe desempeñarse aprenda algo, cabe indicarle que el único derecho del que se priva al interno por disposición judicial es el de la libertad ambulatoria, no los restantes que siguen vigentes, mal que le pese a su concepción retrógrada.
También sería interesante que el improvisado funcionario recuerde los dictados de la Asamblea del Año XIII, o el expreso mandato constitucional que indica que las cárceles deben ser para rehabilitación de los condenados y no para aumentar el sentimiento cavernícola de personajes como él, que desde la función jerárquica que ciertamente no merecen, osan denigrar a los demás por el solo hecho de haber pasado por la máquina de moler carne llamada sistema judicial.
Con un panorama como el expuesto en estas líneas, lo que sin lugar a dudas queda claro es que el único indiscutible disparate es el ministro mismo y su contundente falta objetiva de condiciones, para el ejercicio de su cargo.
Disparate o cualquier otro de los sinónimos mencionados al comienzo le caben en realidad, ya que al ilustre conservador de paladar negro que hace estas declaraciones lo mismo le calza ser tildado de atroz, delirante, burro, bolazo o desatinado.
En el mismo diccionario consultado se asocia disparate con solemne, palabra ésta que se usa para encarecer en sentido peyorativo el significado de la primera. (“Un solemne disparate…”)
Pero en realidad lo de solemne en estas tierras, se asocia mejor con opa.
- Daniel Tort, abogado y periodista
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