Lo que hemos aprendido a lo largo de toda la historia, es que la dominación ha existido siempre, desde los orígenes más remotos, es parte de la condición humana, pero de lo que se trata es de ir aprehendiendo de las experiencias individuales y colectivas sobre todo si uno de los desafíos es ir tomando conciencia. ¿Conciencia de que? De la batalla es política y cultural por eso la responsabilidad como ciudadanos nos compete a todos.
“Juego de niños la guerra de los hombres”
Antes se utilizaba la fuerza de las armas, no es que ya no lo hagan, veamos lo que hace la OTAN y EEUU a la cabeza con el despliegue de bases militares por todo el mundo que jamás se haya conocido. Pero a pesar de todo ese poderío militar sus armas más eficaces es la manipulación mediática a través del entretenimiento abusivo, el miedo priorizando las noticias policiales y su des y/o mal información que ejercen a cotidiano a través de la hegemonía de la cultura neoliberal.
Nos colonizan las conciencias a través de los medios masivos de comunicación que funcionan como “aparatos de ideologización de la cultura neoliberal. Basta repasar lo que el lingüista Noam Chomsky elaboró como las “10 Estrategias de Manipulación mediática”.
Como Plan Cóndor fue la coordinación de operaciones entre los regímenes dictatoriales del Cono Sur y esporádicamente en el resto de América con la CIA de los EE UU, llevada a cabo en las décadas de 1970 y 80. Se constituyó en una organización clandestina para la práctica del terrorismo de Estado que instrumentó la tortura, el asesinato y desaparición de decenas de miles de opositores a las mencionadas dictaduras.
Hoy parecería ya no necesitan matar los cuerpos sino intoxicar y matar las conciencias en forma sutil y constante. «Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido», lo advertía hace más de cincuenta años Malcon X.
Uno de los factores decisivos para desestabilizar a los gobiernos progresistas y revolucionarios de la región. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), apenas un engranaje de la inmensa y maquinaria mediática del neo liberalismo, se trata de «un Plan Cóndor mediático latinoamericano», que se organiza desde el Grupo Prisa de España, con Televisa de México, O’Globo de Brasil, Caracol de Colombia, El Mercurio de Chile y Clarín y La Nación de Argentina. Una alianza de multimedios y monopolios con la tarea urgente de recuperar los espacios simbólicos que han perdido.
El golpe blando en Ecuador
Recientemente el presidente de Rafael Correa indicó que este modelo de golpe blando está basado en cinco pasos. “Están aplicando este mismo golpe blando a aquellos gobiernos que buscamos la justicia social y cambiar la historia y las estructuras excluyentes”, expresó.
El primero el de la etapa de “ablandamiento”, en la cual medios de comunicación tratan de generar un malestar colectivo de que todo marcha mal y generar una opinión negativa de la sociedad contra el gobierno, funcionando la prensa como “ilegítimos partidos políticos de oposición”.
El segundo paso consiste en deslegitimar al gobierno a través de estos mismos medios. “Son miles de editoriales, falsas investigaciones, cadenas de rumores que se lanzan a través de las redes sociales”.
El tercer paso -que ha sido aplicado los últimos días en su país- es el llamado calentamiento de las calles a través de movilizaciones permanentes. “Así sean pocas personas, todos los días los periódicos van a reseñar esto y dar la impresión al Ecuador y al mundo que tenemos un país dividido”.
El cuarto de estos pasos está basado en la combinación de todas las acciones mencionadas y es tal copia a los que se está aplicando en Venezuela, Brasil y Argentina.
Finalmente indicó que la última de estas etapas, es la fractura institucional. “Esta estrategia supone que sobre las bases de las acciones callejeras, toma de instituciones, pronunciamientos militares, se obliga a la renuncia del Presidente”, señaló Correa.
“Estas son las maniobras con las que nos enfrentamos día a día y por eso debemos estar listos para salir también a las calles a defender nuestra Revolución y a impedir que los mismos de siempre nos devuelvan al pasado”, agregó.
El quinto poder
Por ello entendemos que la mejor manera de enfrentar las “guerra mediática” es que los ciudadanos tomemos la palabra, de de todas las formas posibles a través de medios propios y ajenos. Recordemos que la ley de medios audiovisuales otorga a la sociedad civil un 33% del espectro radioeléctrico para que se empodere con vos propia tal vez en lo que Ignacio Ramonet nos dice es necesario, simplemente, crear un “quinto poder”.
Un “quinto poder” que nos permita oponer una fuerza cívica ciudadana a la nueva coalición dominante. Un “quinto poder” cuya función sería denunciar el súper poder de los medios de comunicación, de los grandes grupos mediáticos, cómplices y difusores de la globalización liberal”.
Actualmente el avance tecnológico, el uso de las redes sociales, de Internet en general que nos permite lograr una comunicación más plural y diversa entre los ciudadanos del mundo. Por eso, es urgente desarrollar una reflexión sobre la manera en que los ciudadanos pueden exigir a los grandes medios de comunicación mayor ética, verdad, respeto a una deontología que permita a los periodistas actuar en función de su conciencia y no en función de los intereses de los grupos, las empresas y los patrones que los emplean.
En la nueva guerra ideológica que impone la mundialización, los medios de comunicación son utilizados como un arma de combate. La información, debido a su explosión, su multiplicación, su sobreabundancia, se encuentra literalmente contaminada, envenenada por todo tipo de mentiras, por los rumores, las deformaciones, las distorsiones, las manipulaciones.
Argentina es pionera en la democratización de las comunicaciones, sin embargo jamás se pudo aplicar la ley plenamente, muestra del enorme poder de los grupos concentrados en no resignar su posición dominante. Por ello el desafío para el campo popular es doble; lo mismo que nos libera es también lo que nos domina: la palabra y el pensamiento crítico nos abre nuevamente el interrogante de pensar que la batalla es política y cultural.
.*Julio Cesar Haro
juceharo@yahoo.com.a