Si los años 90 se caracterizaron por el vaciamiento del Estado, por su empequeñecimiento de acuerdo con los imperativos neoliberales del mercado, los nuevos aires en América Latina con el advenimiento de democracias con equidad social, mejor distribución de la riqueza y con mayor integración continental, han traído apareada una renovación en la educación que puede resumirse en una mayor atención por parte del Estado.
De este modo, en la Argentina es necesario recuperar el espíritu de la Ley 1420 de Educación Laica, gratuita, obligatoria y gradual, como asimismo de las llamadas Escuelas Láinez (rurales), el que fuera dejado a un lado por la tristemente famosa e inicua Ley Federal de los 90 que solamente seguía las exigencias de los organismos internacionales de crédito que ya habían trazado el modelo de educación para los países endeudado y dependiente
Así, merced a esa Ley, se sacaron de la currícula materias como Matemáticas, Física, Química, Historia, Literatura, etc. o se agruparon las ciencias en áreas con nomenclaturas que se resumen en siglas indescifrables y vacías de todo contenido. La llamadas “cajas curriculares” ocultaban una finalidad: La poca y escasa información y formación que recibirían los alumnos. Pero aun, matemáticas, física, química, literatura fueron reemplazadas por curiosas materias posmodernas como Tiempo Libre, Animación, Tutorías de toda índole, Promoción, Etc., Etc., Etc., de modo tal que los alumnos egresaban de Polimodal sin conocer la fórmula del agua, sin diferenciar las disciplinas como historia, biología o geografía (integradas en áreas), sin leer el Martín Fierro, el Facundo, etc., etc., etc.
El desastre educativo está a la vista, en especial en Salta, donde la ley Federal siguió haciendo estragos, mucho más que en las demás provincias que aceptaron su derogación. Aún recuerdo perpleja de qué modo el ex gobernador Romero dijo que iba a desobedecer la decisión del Congreso de la Nación que derogaba la Ley Federal de Educación, una desobediencia sin ningún argumento pedagógico ni humanístico ni científico, solamente guiada por los intereses multinacionales y las políticas neoliberales (insertadas en la mediocridad y el colonialismo provincianos) que marcaba el FMI y el Banco Mundial dispuestos a legislar no solamente en el ámbito económico y financiero sino en el ámbito político y en especial en el ámbito educativo por sus grandes implicancias sociales y de conformación ideológica y cultural. Si un pueblo preserva su educación, si incentiva sus reservas intelectuales (pensemos en Cuba) está salvado. La educación es la mayor riqueza de un país, mucho más que el petróleo, el oro, la plata, el estaño y la tierra. Un pueblo educado y culto podrá defender su patrimonio, podrá erigirse en dueño de su destino, de lo contrario los buitres internacionales, los señores amos del mundo, liquidarán toda riqueza y esperanza.
Ahora la provincia seguirá a las demás provincias en acatar la ley nacional de educación que propone un retorno a la organización escolar en niveles primario, secundario y universitario, con una currícula donde las matemáticas se enseñan como matemáticas, la física como física, etc. en primero, segundo y tercer año de un ciclo común y luego en un cuarto y quinto, tal como hemos estudiado la mayoría de los argentinos durante décadas y con un excelente rendimiento. La escuela argentina, primaria y secundaria, fue modelo en América latina y qué decir de la universidad, una de las mejores calificadas de América y del mundo, nuestros profesionales universitarios aportaron su conocimiento en todas las latitudes.
Se debe modernizar pero no destruir y desarticular como lo hizo la tenebrosa ley federal de los 90, cuya finalidad era por supuesto reproducir mano de obra barata para el sistema precarizado de trabajo, retacear la formación científica, técnica y humanística para despojar al país de su patrimonio mas importante: el patrimonio humano y permitir la hegemonía de la ideología de mercado, el pensamiento único sujeto a los intereses del capitalismo internacional. La cacareada asepsia ideológica del sistema educativo tenía lisa y llanamente esta finalidad: el empobrecimiento paulatino de la identidad nacional y el empobrecimiento cultural para que las empresas multinacionales hicieran buenos negocios.
La segunda arremetida contra la educación fue la desarticulación del sistema educativo nacional pensado para unificar el derecho a educarse desde la Quiaca hasta Tierra del Fuego. Desarticulando el sistema educativo, como se desarticularon los ferrocarriles, se desarticuló al país. Cada provincia, cada distrito, o cada feudo con su cacique de turno y sus nepotismos locales, dirimían sobre un tema tan delicado y arduo como el de educación y determinaban contenidos. La educación deber ser pensada en unidad, con ciertos rasgos regionales que le darán identidad, pero jamás pensada como un mosaico diverso e inconexo.
Recordemos la sólida red que conformaban los Colegios Nacionales, las Escuelas de Comercio y las Escuelas Normales de la Nación que formaron a tantas generaciones, un tejido bien pensado y eficiente, económico, con unidad de contenidos en todo el país: un alumno de Córdoba podía pedir pase a un Colegio Nacional de Tucumán o un docente de Santa fe ser trasladado a Salta o a Buenos Aires porque el sistema lo permitía.
Este sistema debe ser recuperado, en especial en el caso de las Escuelas Normales que deben retomar en sus manos la formación de docentes, tan deteriorada en los últimos años, en especial en Salta, por la proliferación de institutos terciarios privados que no responden a las exigencias específicas de la formación de maestros, sino a intereses mercantilistas. Recuperar la formación de docentes por parte del estado es imprescindible para el país. Recordemos que grandes escritores fueron maestros y profesores normales nacionales como Leopoldo Marechal y Julio Cortazar.
Por eso: Bien venido colegio secundario!!
- Liliana Bellone
Escritora