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«En Salta no hubo lucha contra la subversión”, dijo Ulloa

Capitán Roberto Augusto Ulloa
Capitán Roberto Augusto Ulloa
A pesar de que durante su gobernación de facto hubo cinco desapariciones en la provincia, el capitán de navío Roberto Augusto Ulloa insistió ayer en su versión de que en Salta no hubo represión a la “subversión”. “Afortunadamente en Salta no hubo episodios de lucha contra la subversión, tal es así que yo nunca tuve custodia”, se jactó ante el Tribunal Oral en lo Federal Criminal que lo convocó para que declarara en relación al secuestro y desaparición del arquitecto Ramón Gerardo “Chicho” Gallardo, cometido el 5 de agosto de 1976.


A la audiencia del martes 28 de agosto Ulloa fue citado porque la esposa de Gallardo, Doly Mabel Perini de Gallardo, “Coca”, sostiene que en 1977, por recomendación del capellán de la Marina, Emilio Teodoro Graselli, lo entrevistó para pedirle que la ayudara a encontrar algún dato del destino de su marido. Ulloa dijo no recordar a “Coca”, ni la reunión, ni a Gallardo, ni a ninguna otra persona que haya sido secuestrada, desaparecida, detenida o torturada durante la dictadura cívico-militar.

“El problema de los desaparecidos apareció públicamente después de terminado el gobierno militar”, se despachó Ulloa, quien también le concedió la calidad de “presidente” al dictador Jorge Rafael Videla.
Por la reunión con “Coca” también fueron consultados el ex diputado nacional Jorge Oscar Folloni, que fue secretario de Gobierno de Ulloa, y el ex secretario general de la Gobernación, Sergio Alvarado. Ninguno pudo recordarla, aunque Folloni sí recordó la reunión.

“No dudo que me haya entrevistado porque yo recibía a todo el mundo. Si la señora me hubiera entrevistado la hubiera derivado al ministro de Gobierno, que era Davids”, dijo Ulloa. Alvarado, de quien “Coca” sostiene que la saludó (porque se conocían desde antes) cuando estaba reunida con Ulloa, también descargó posibilidades sobre René Davids, ya fallecido.

Ulloa añadió que en Salta el gobierno y el Ejército tenían actividades “totalmente diferentes”. Y la Policía “era absolutamente independiente (del Ejército), con una salvedad: que el jefe de Policía era un oficial del Ejército en actividad”. Reconoció que “operativamente la Policía podía ser puesta a las órdenes del Ejército”, pero insistió en que eso “no ocurrió” durante su gestión porque “no hubo ningún episodio en que la Policía tuviera que intervenir en la lucha contra la subversión”.

Luego, ante preguntas del querellante Matías Duarte, precisó: “En los años que yo estuve, de abril del 77 hasta 1982 (en realidad estuvo hasta el 22 de febrero de 1983) creo que no hubo problemas de lucha contra la subversión en Salta donde hubiera tenido que intervenir la Policía”.

La abogada Tania Kiriaco le preguntó cómo explicaba entonces que durante su gestión hayan desaparecido Aldo Melitón Bustos (el 2 de febrero de 1978, en Tartagal), Pedro Bonifacio Vélez (27/05/1977, en Salta Capital), Juan José Elías Figueroa (21/10/1977, en Capital), Orlando Ronald Molina (10/021978, en Rosario de la Frontera) y Juan Carlos Parada (17/03/1978, en Salta Capital), pero el Tribunal le permitió no responder.

Folloni contradijo a su otrora superior: dijo que cuando “una señora” se reunió con él para contarle del secuestro de su esposo y de la sospecha de que hubieran intervenidos fuerzas de seguridad, le pidió datos a la Guarnición Ejército Salta porque “estaba claro en ese momento que ese tipo de acciones enmarcadas en lo que se denominaba la lucha contra la subversión estaba a cargo del Ejército” y “la fuerza policial y las fuerzas de seguridad dependían del Ejército”. Dijo que la Policía dependía del gobierno provincial solo administrativamente.

Los dichos de Ulloa parecen coincidentes con las respuestas que “Coca” Perini contó, el martes 28 de agosto, que le dio en la reunión de 1977: “Ah, dice Ulloa, yo no tengo conocimiento de que haya casos acá. Yo estoy recién llegado”.

Recordó que por indicación de Ulloa, Folloni la recibió y le prometió averiguar algo de su marido. Luego la llamó para decirle que no tenía nada. “Yo no tengo duda de que Folloni sabía lo que pasó con ‘Chicho’, y Ulloa También”, aseguró el martes 28 de agosto. En 1991 Ulloa fue electo gobernador constitucional en Salta.

Extremadamente limpios

“Bajaron cuatro personas del auto. Armados. Todos tenían pantalón gris y saco azul. Dijeron: ‘Bajate, carajo.’ Mi marido, que era muy alto, se desplegó en el Fitito bajó con las manos en alto”, recordó “Coca” Perini de Gallardo sobre el anochecer del 5 de agosto de 1976, cuando secuestraron a Ramón Gallardo en el barrio Tres Cerritos.

Dijo que le llamó la atención que los cuatro hombres tenían el pelo “muy cortito”, y, a pesar de la abundante tierra que hay en agosto en Salta, el auto, un Peugeot mostaza o ladrillo, “estaba muy limpito. Sus zapatos también, como si recién hubieran salido”.

A “Chicho” lo tiraron en el piso del auto y se lo llevaron. Nunca más lo vió. Pero sí tuvo noticias de él. Esa misma noche recorrió la Central de Policía, la Federal y el comando del Ejército, denunciando y pidiendo que cerraran los caminos para evitar la fuga de los secuestradores.

En la Jefatura se encontró con Guil. No lo conocía todavía y le narró el secuestro: “Todos esos autos que están ahí van a salir a buscarlo a su marido”, la tranquilizó el comisario. Pero ninguno de los automóviles se movió. “Coca” volvió a su casa, pero regresó al Ejército a ver al mayor Juan Carlos Grande, viejo amigo de su familia y que por entonces era uno de los jefes policiales. Juntos fueron a la Jefatura, la hicieron esperar alrededor de una hora y le tomaron la denuncia por escrito.
Tiempo después se dio cuenta de “todo era un bluff”, todo “una táctica”.

El propio Grande se lo hizo saber: “Pasó el tiempo y yo no lo dejaba vivir a este hombre. Me iba y me iba a la Policía, hasta que un día me dice: ‘Mirá Coquita, estás muy desmejorada, tenés que comer, (porque) a la única que salvo de tu casa es a vos, porque ni siquiera tu marido me interesa”.

Posteriormente “Coca” vio el Peugeot en el que andaban los secuestradores al costado de la Central de Policía, siguió a su conductor y vio que lo entraban en una casa de Villa Las Rosas. Después supo que era del comisario Enrique Trovatto (ya fallecido). “Yo de ahí no podía dejar, después del almuerzo, de ir con distintos autos y pasar. Y veía una ventana, tenía una cortina cruzada. Y decía: ‘Ahí estará Chicho, ahí estará Chicho’.

Más tarde, por el relato de una empleada de una amiga, supo que un policía tenía a su cuidado a un detenido en una casa particular. Le mostraron fotos y la mujer aseguró que era Gallardo, pero luego no la vieron más.

Por la desaparición de Gallardo están imputados Carlos Alberto Mulhall, Miguel Gentil y Joaquín Guil. Gallardo fue funcionario del gobierno de Miguel Ragone, y militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), en el que era compañero de María del Carmen “Chicha” Alonso, sobrina de Ragone, asesinada en la Masacre de Palomitas.

Lona y el basurero

“Coca” Gallardo recordó ayer las denuncias que pesan contra el ex juez federal Ricardo Lona, por su participación en crímenes de lesa humanidad.

“Cuando yo llegaba a ‘Ricky’ Lona él agarraba el recurso, me miraba así (de costado) y en mi cara tiraba el recurso en el canasto de papeles”, contó. Dijo que esto le pasó “dos o tres veces”, las veces que presentó recursos de hábeas corpus por su marido desaparecido.

Lona ya está siendo investigado por estos hechos pero el entramado de relaciones personales que existen en el Poder Judicial Federal de Salta, y su conocimiento de los vericuetos del proceso penal, vienen alargando el trámite.

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