Por suerte, para la salud mental de los argentinos, las encuestas sobre los grados de adhesión popular a la figura presidencial han dejado de publicarse; todas las previsiones y mediciones secretas indican que los índices de popularidad están muy devaluados, esto amerita silenciar las encuestas, por lo menos, hasta que se produzca un milagroso “relanzamiento” previsto para el 25 de mayo próximo. A no dudarlo, Cristina-Kirchner está a la baja.
El joven Martín Lousteau, que terminó sus días como ministro de
economía con el piso serruchado con la conmovedora motosierra
moreno-kirchnerista, sufre ahora, que se comienza a sacar leña del
árbol caído, las consecuencias de un desenfreno juvenil que lo llevaron
a mostrarse demasiado amistoso con los mandantes del norte que demandan un
acuerdo urgente con el Club de París.
Comienzan a tirar lastre
La formación intelectual colonizada del ex ministro, fue lo que lo llevó
a sincerarse en su último viaje a EE. UU. con los operadores financieros
coloniales: “el gobierno prepara un nuevo canje de la deuda externa”
dijo y exploto una bomba; ya que, traducidas al lenguaje financiero
internacional, sus declaraciones significan: “muchachos, si no nos dan
una mano con la crisis de las retenciones, no tenemos un mango para
pagarles”.
La respuesta no se hizo esperar, los acreedores internacionales
presionaron por los plazos e iniciaron una incipiente corrida cambiaria,
que obligaron a mover las reservas y al propio Lousteau.
El proceso devaluatorio y la carestía que se vienen, como parte de la
ofensiva de los mercados internacionales y nacionales para descargar, una
vez más, el “cambio del modelo” sobre las espaldas de los
trabajadores y el pueblo, y que ya debutó mandando debajo de la línea de
la pobreza a cerca de 300 mil trabajadores en el último trimestre,
también ahora son un “asunto de Lousteau”.
El despido del ministro es, por otro lado, una prenda de amor para “la
puta oligarquía”. Lousteau, es el responsable de la crisis política a
la que se asiste: se informa que las retenciones móviles que provocaron
el presente tembladeral y que, “no fueron lo suficientemente consultadas
con la presidenta, son responsabilidad de Lousteau”. ¿Una salida
indolora de la crisis de las retenciones, para la imagen presidencial? La
presencia de los representantes de las entidades agrarias en la asunción
del nuevo ministro parece indicarlo así. Los gritos incendiarios que el
expresidente viene entonando desde hace dos días, tendrían la estrategia
del tero, los huevos se cocinan en otro lado.
Los gritos del tero
Néstor Kirchner, volvió a las tribunas para gritar su enojo con una
situación que desluce sin contemplaciones el gobierno matrimonial. Los
gritos del ex-presidente quieren aparecer como los de un hombre indignado
que sale a la lucha en defensa de su vapuleada mujer, un verdadero
caballero. Pero, en realidad son el resultado de las contracciones de un
parto; los tenedores de bonos, los organismos internacionales, el Fondo
monetario y el propio Sarkozy, le están haciendo parir sus políticas
demagógicas en trono a la renegociación de la deuda externa, anunciadas
en su momento como las “más exitosas de la historia”.
Kirchner también grita, intentando tapar el estruendo que provoca la
caída de la “nueva política”. Inaugurada por el ex presidente,
recién asumido, la “nueva política”. contó con el entusiasta apoyo
de todo el complejo colectivo intelectual centroizquierdista. Ahora, a
partir de que el Néstor asume la regeneración del pejotismo, está
categóricamente al horno, porque la hegemonía está definitivamente al
horno.
Los progres que acompañaron este proceso, creyendo encontrarse
ante la refundación del movimiento popular que los tendría como
participes necesarios, se conforman, en el presente, a estar confinados al
rol de observadores. ¡Cuanta miseria intelectual!! la de aquellos que
venían a cambiar la historia y que terminaron fundando un Observatorio,
que funcionará como kiosco de diarios.
Los borocotizados… partidos
Otros que están al horno son los radicales K. Estos hombres se creyeron
que la fiesta kirchnerista no tendría final y prestaron su casa para los
festejos. Dispuestos al canje, renunciaron a su partido por sumarse al
club de borocotizados; después de haber abrevado largamente en la fuente
del oportunismo, y terminada la fiesta, no sólo sufren la resaca, sino
que caen en la cuenta de que sus socios les saquearon la casa.
Por último, otros que están a la baja son los inefables “progres
sindicales” El progresismo argentino, nucleado en la conducción de la CTA y que ha
sabido alinearse en esta última etapa como un defensor a ultranza de las
políticas del matrimonio, se encuentra atravesando por un profundo estado
de confusión y enfrentamiento entre sus propias filas. El acompañamiento
sin principios al matrimonio presidencial, ha terminado por colocarlos al
borde del divorcio en su propia familia.
¿Una nueva política es posible?
Desde que las negociaciones entre el gobierno y el “campo” se
transformaron en una porfiada pugna, un sector del progresismo criollo
creyó encontrar el prodigioso anillo que le calzara al dedo y que les
permitiera volcar el plato para el “lado popular”.
El enfrentamiento, presentado como una suerte de emancipación en contra
de “la puta oligarquía y de los gorilas de derecha” suponía
profundizar y justificar, de una forma más abierta (si se puede) sus
políticas de alianza con la plutocracia kirchnerista que dirige el
estado.
El kirchnerismo en esta batalla –declaran- encarna la reconstrucción
del poder popular. El “campo”, la vuelta al pasado golpista.
El conflicto con el “campo” ha abierto un interesante debate entre la
pequeña burguesía porteña, que habrá que seguir en todo su desarrollo
¿fueron los caceroleros porteños agentes de la ignota Pando? O ¿fueron
la expresión política de un movimiento de oposición a las políticas
profundamente capitalistas y derechistas del kirchnerato?
Nadie, entre los progres del campo y la ciudad, supuso que los enredos del
sainete criollo se llevaría puesta la famosa “unidad en la
diversidad”, tan afanosamente laborada sobre las bases de un
horizontalismo sin principios y un interés económico particular.
La ideología progresista, que hasta hace poco aparecía sólidamente
implantada en un amplio espectro del pensamiento político, académico y
cultural, ha entrado a partir de los piquetes agrarios y de la
intervención de los trabajadores con juicios independientes sobre las
políticas de miseria salarial del kirchnerismo, en una crisis de
carácter estructural; esto, por la unidad que cada uno de los grupos,
manifiestan con los dos princípiales contendientes y con los intereses
económicos e ideológicos de los patrones de turno.
El conflicto agrario provocó, entre otras cosas, la división de lo que
se exhibía como indivisible y un consecuente duelo que impresiona como
inevitable. ¿Qué duelan los hombres que dirigen la CTA? Su propio
oportunismo y la condición de posibilidad de seguir engañando a los
trabajadores.
Oportunistas sindicales y oportunistas rurales
Hugo Yasky, que representa a uno de los sectores que declaró su amor
incondicional al gobierno, hoy anda medio desvelado porque no consigue
embrollar al pueblo y a los trabajadores con sus discursos. Es que Yasky
trata de demostrar, contra toda lógica y evidencia empírica, que a pesar
de la suba de precios, el congelamiento salarial y los acuerdos
internacionales, para acelerar el pago de la deuda con los organismos
financieros, el kirchnerismo no pierde el carácter nacional y popular con
el que se autoinvistió.
Los yaskistas y el resto de “progres” suscriptores de pagina, se
empeñan en absolver al gobierno de los acuerdos internacionales con el
Banco Mundial, el Club de París y el FMI, mientras destacan su carácter
“nacional”, que es lo que justifica el armado de un frente político
con el kirchnerismo. Este gobierno nacional ha reprimido, hace apenas dos
semanas atrás, a los hambreados de Haití que salieron a la lucha
pidiendo pan. Las tropas argentinas en colaboración con tropas de otros
países latinoamericanos están implantadas en la isla a pedido de EE. UU.
para que impidan la autodeterminación del pueblo, en la pequeña isla
caribeña.
De paso, los yaskistas, continúan considerando al régimen como un
“movimiento popular”, dejando de lado, que lo que ha caracterizado al
kirchnerismo en todos estos años, fue la aplicación de métodos
represivos en contra de los trabajadores que luchan por sus derechos.
Mafissa, en La Plata, donde un desalojo policial dejó 18 trabajadores
procesados o IMPA en capital, son los ejemplos más cercanos de esta
política “popular”, pero no son los únicos: están en sintonía con
los antecedentes de las represiones a los trabajadores de Las Heras, del
Francés, los docentes de Santa Cruz, los trabajadores del casino y de
las patoteadas a chóferes de “la 60”, de las agresiones a los
trabajadores de Rigolleau, y tantas otras.
En el otro rincón, se encuentran “los progres del campo”, de las
Federaciones Agrarias, también pertenecientes a la CTA.
Estos hombres, también con vocación frentista, ponen un entusiasmo
similar para mantenerse en un frente opositor al kirchnerismo; en este
caso, optaron por la Sociedad Rural, Coninagro y CRA, otras variantes
patronales.
El frente agrario esta armado detrás de un programa reaccionario. Pero si
para algo sirve, es para confirmar que una de las más gastadas consignas
centroizquierdistas: “otra política es posible” puede transformarse
en realidad, sobre todo, en medio de un conflicto, que ya se llevó puesto
al joven Lousteau y que aun amenaza con fagocitarse a más de un ministro,
junto a una abundante porción de capital político K.
Tanto el acuerdo con el kirchnerismo, como el acuerdo con las entidades
rurales, coloca a la Central de trabajadores como rehén del programa de
la burguesía, impidiendo una intervención de los trabajadores y el
pueblo en la crisis abierta.
Sindicalistas “progres”
Los “progres” kirchneristas, representantes fundamentales de los
trabajadores públicos y docentes, entre otros, compiten entre sí por
ver quien se muestra más pollerudo en su afán de seguir atados al carro
del poder. Han abandonado cualquier propuesta de independencia
política, que marque alguna salida a una situación que ya ha llevado a
que millones de argentinos vuelvan a caminar por debajo de la línea de la
pobreza en medio de un cuadro de brutal transferencia de ingresos por medio
de la inflación.
Tan vergonzante es su accionar político y gremial que no fueron capaces
de organizar una medida de paro nacional para el 4 de abril, primer
aniversario del asesinato del profesor Carlos Fuentealba, justificándose
en que la “ofensiva de la derecha, que encontramos detrás de lockout
campero, no amerita debilitar al gobierno con un paro, por más justo que
este se pueda mostrar”.
Ese 4 de abril, el paro entre los docentes se realizó igual y fue masivo
en todas las provincias del sur, en algunas del norte y en por lo menos 15
seccionales de la provincia de Buenos Aires; lo que destaca no sólo una
actitud de solidaridad para con el compañero asesinado, sino
fundamentalmente, un animo de lucha intacto en las bases del magisterio,
para retomar la lucha por las reivindicaciones salariales.
La burocracia kirchnerista de Yasky-Maldonado- Baradel, por el contrario,
privilegiaron sus acuerdos con el poder, sin siquiera tener en cuenta, que
de esta manera, “eran funcionales a la derecha”: Sosbich.
La actitud, de desmarcarse del reclamo de justicia por el maestro
asesinado, tuvo un alto costó para la burocracia docente; ninguno de los
popes de la CTA pudo realizar sus “radicalizados discursos populares”
en el acto realizado en Neuquen por Fuentealba. Definitivamente estos
muchachos van a la baja.
Camperos “progres”
El frente de la Federación Agraria de los Buzzi y De Angelis, se ha
consolidado como un bloque que impide dotar de un programa independiente a
la “rebelión chacarera”.
La masiva movilización rural que recorre los pueblos del interior está
condenada de esta manera a agotar su energía detrás de los negociados
que realicen las patronales de las grandes entidades.
Más temprano que tarde los chacareros deberán comprender, que cualquier
lucha que encaren por la democratización de las relaciones económicas en
el campo, debe partir de la expropiación de los grandes terratenientes y
de ponerle fin a las maniobras financieras de los pooles de siembra
administrados por los socios del kirchnerismo, caso contrario serán
fagocitados por las ardides entre el gobierno y los representantes
financieros de los agronegocios y los exportadores asociados a las grandes
entidades.
La FAA, en la medida en que siga dentro de un frente con CRA, Sociedad
Rural y Coninagro, terminará siendo la depositaria de la crisis que asoma
entre las bases que le pusieron el cuerpo a las protestas agrarias.
La presencia de los representantes de CRA y la SR en la asunción de un
nuevo ministro Fernández, esta vez al Ministerio de Economía, es el
dato de la hora.
El problema agrario no se resolverá en la ruta con las carabinas
“winches” en las manos, como declara De Angelis, sino en medio de los
cabildeos y conspiraciones dentro de los edificios del poder.
El gobierno se encuentra negociando con dos frentes patronales: las
entidades agrarias y los industriales devaluadores. Unos y otros reparten
sus adhesiones al gobierno de Cristina-Kirchner, en forma episódica y
acorde a como se desenvuelve la situación.
Ninguna alianza es, en este momento, estratégica y esto es lo que hace al
núcleo del problema político. Los sectores arrendatarios que forman los
pooles, plantean el tema de dejar sin efecto el alza de las retenciones
con un ojo puesto en el gobierno y el otro en los piquetes.
Los sectores latifundistas, propietarios de grandes extensiones de tierra,
temen que frente a los acuerdos de compensación a los grupos parásitos
que se seguirán llevando las mejores tajadas, las asambleas agrarias
tomen un curso independiente y comiencen a discutir el problema de la
propiedad del latifundio.
Todos temen por igual a la movilización popular: exportadores,
latifundistas, acopiadores, agiotistas y la burguesía agrofinanciera.
La Federación agraria puede creer que está haciendo un gran negocio al
enyuntarse con los oligarcas. Pero en realidad es al revés, a ellos les
tocará desmantelar las asambleas y ordenar a la tropa la vuelta al campo.
Tarea que, hoy por hoy, no aparece fácil.
Nos encontramos frente a una crisis capitalista extraordinaria, cuyos
alcances desconcierta a los propios intervinientes. Una verdadera “luna
de hiel”, a poco más de cien días de asumido el mandato presidencial
por Cristina-Kirchner.